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Diálogos de la serie televisiva Kung-fu |
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(El maestro, apagando una vela...)
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- ¿Qué hay en tu corazón, que ardes de ira?
- Maestro: ese hombre fue quien mató a mi padre y a mi madre.
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Y ¿quieres borrar un crimen con otro? Los soldados te matarían o tú te destruirías a ti mismo a la vez que destruirías tu espíritu. La rueda de la vida es movida inexorablemente por las estrellas infinitas. Nadie puede escapar de la verdad. Considera al general reducido a robar unos cuantos sacos de arroz. ¿Acaso la rueda no lo está aplastando? ¿Acaso no se está abriendo un abismo a sus pies? ¿Acaso no es ese camino, el que se abre a sus propios pies, el que lo llevará a su eterna sepultura?
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Tu prueba final. La urna con los dos símbolos: el dragón y el tigre. Cuando puedas caminar por este corredor, el camino de entrada hacia otro mundo, y puedas levantar la urna con tus brazos, entonces llevarás su marca en ellos por el resto de tu vida.
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Pero maestro, esa urna de hierro, llena de carbón al rojo, ¿cómo es posible levantarla con sólo la fuerza de un hombre y sus debilidades?
- Porque tú eres el hombre que podrá hacerlo.
- No logro entender.
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Así como el barro más suave puede convertirse en piedra y un frágil carbón en diamante; así como un arroyo de metal hirviendo puede convertirse en hierro, también el hombre puede mejorarse a sí mismo.
- ¿Cómo?
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Olvidando un poco el ser que tenemos dentro, el vínculo entre lo finito y lo infinito, la esencia interior del espíritu y los ilimitados poderes del Universo...
- Y, ¿cuando lo haya logrado?
- Habrás encontrado tu fuerza y la fuente de la supervivencia.
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- Maestro, estoy preocupado.
- ¿Por qué?
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Hace tiempo que mis padres murieron. El arrogante general ha caído del poder y, sin embargo, en mi corazón siguen anidando el rencor y el odio.
- Observa cada mañana que el día, con el sol, se abre como una flor y cada noche se cierra.
- No entiendo. ¿Qué tiene que ver una flor con mi rencor?
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Una mañana tu odio brotó y se abrió como una flor. Pero de eso hace ya mucho tiempo. Ahora es noche. Y en las noches las cosas parecen más sencillas. Todo está en calma. El agua en calma es como un cristal. Es el perfecto estado, como una alfombra para descansar. El corazón de un hombre sabio debe ser como el agua en calma, porque es como un espejo del cielo en la tierra en el que nos miramos todos. Sé como el agua en calma: mírala a ella y mírate a ti mismo.
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Maestro, me siento apenado a causa del náufrago. Le salvé la vida, pero él me lo reprocha...
- Tú le has dado una vida no deseada.
- Él hará otra vez lo que quiso hacer. Mañana, dentro de una semana o un mes...
- Si encuentras una llama de una vela luchando por sobrevivir, ¿qué es lo que harás?
- Liberarla, apartando la cera.
- ¿Cuánta?
- La necesaria para que no se extinga.
- ¿Es que la vida de un hombre merece menos?
- Maestro, han matado al náufrago porque le sorprendieron robando... No tenía a nadie que le velara.
- Tú y yo.
- Nadie que le quisiera.
- Tú le conocías...
- Pero no le quería.
- La falta está en ti.
- Yo quise ayudarle...
- Le diste vida...
- Sí. Por unos pocos días. ¿De qué le sirvió eso?
- ¿A él o a ti mismo? ¿Es que querías que él viera la vida a través de tu propia vida?
- Yo vi el dolor a través de sus ojos.
- Y sus necesidades, ¿también las viste a través de sus ojos?
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- Yo le amaba.
- Él fue mi maestro.
- ¿Cómo supo dónde encontrarle?
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Sólo podía haber un lugar para él: su sendero favorito, al pie de la colina. Encontramos el cuerpo del maestro en una confortable postura. Su espalda descansaba contra un árbol, mirando hacia nuestro valle. Su pelo, brillante por la nieve, pero sus labios estaban morados, por el veneno de las moras silvestres...
- Todos le amábamos, ¿porqué se quitó la vida, entonces? ¿Yin y Yang?
- El Sí y el No. En él el No prevaleció.
- Pero yo creo que él vivía en armonía.
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Tal vez miró hacia nuestro valle, sabiendo que pronto lo abandonaría y en lugar de la belleza que nosotros observamos, él vio fealdad.
- ¿Cómo es eso posible?
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Él veía con sus ojos. Nosotros con los nuestros... Cuando el maestro miró hacia nuestro valle y vio la fealdad se reveló algo sobre sí mismo a él mismo y sin duda no le agradó. Vio fealdad donde sólo existía un valle...
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- Maestro, ¿por qué el duelo por ese hombre? Era un desconocido. ¿Era alguien especial?
- ¿Te enteraste de las circunstancias de su muerte?
- Le mataron en el camino los bandidos del turbante rojo. Eso es lo que me han dicho.
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Hay algo más que no te han dicho: hay mucha maldad en este mundo. Siempre ha sido así. Por ello, nuestros antepasados construyeron este templo y crearon el arte del Kung-fu, a fin de poder cultivar las virtudes y protegerse contra todo daño. Pero, sea lo que fuere que un hombre posea, otro lo deseará. El emperador manchú se enteró de nuestras proezas. Envió a todo un ejército de soldados para que incendiaran el templo y lo arrasaran. Solamente cinco pudieron escapar. Fundaron otro monasterio y la violencia fue su arma para combatir la violencia. Por eso el sabio ha dicho, mediante argumentaciones éticas y principios morales: se pretende demostrar que los mayores crímenes han sido necesarios e incluso un gran beneficio para la humanidad... Han pasado doscientos años. Los manchúes siguen en el trono, los monjes aquellos siguen matando pero ya no por una causa noble. Sin embargo, Shaolin. Y nosotros estamos relacionados con ellos y por eso lloramos la muerte de este desconocido.
- Maestro, en lugar de lamentarnos, ¿no deberíamos hacer algo para evitar que se repitiera?
- ¿Qué?
- Deshacer la secta. Arrebatar el poder de hacer el mal a aquellos que son nuestros hijos.
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Eso es lo que dijeron ellos hace doscientos años... No. El mal no puede ser dominado en el mundo. Tan sólo puede enfrentarse uno con él dentro de sí mismo.
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- ¿Te encuentras bien?
- Sí. Me sangra la nariz...
- Eso es porque peleaste con ira. Ese es un mal modo de pelear.
- Yo quería hacerle pagar un insulto.
- Y ¿qué insulto era ese?
- Me llamó "aceite y agua" porque llevo en mí sangre blanca.
- ¿Y eso te hizo sangrar por la nariz?
- Me produjo dolor
- ¿Es que se trata de la mentira?
- No. Es la verdad
- Y tú desearías que no lo fuera...
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(El discípulo ha hecho una prueba de habilidad técnica en la lucha...)
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(El discípulo quiere imitar a su maestro ciego, y se coloca una banda en los ojos mientras baja una escalera. Tropezando, cae.)
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(El mono no podía sacar la mano de la vasija porque habiendo asido una manzana, y no queriendo soltarla, le ataba su avaricia)
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Este mono es muy tonto. Los jardines están repletos de frutas y, sin embargo, él eligió coger la que estaba en la vasija.
- Celebro que seas más sabio que el mono.
- Soy mucho más sabio, maestro.
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Confío en que lo sigas siendo y que sepas cuándo soltar todas aquellas cosas que no te sirven, pero que te obligan a servirlas tú a ellas.
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- Maestro, estoy confundido.
- Ese es el principio de la sabiduría.
- Yo le he visto reír y le he visto llorar.
- Y tú, ¿no lo haces?
- Me han enseñado disciplina.
- El propósito de la disciplina es disfrutar más de la vida, no menos.
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Pero ¿cómo voy a saber si mis pesares son sólo un eco de mi compasión, o mi risa el reflejo de mi propia felicidad?
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Los pájaros cantan en el bosque. ¿Qué crees tú que les incita a cantar? Deja asomar tus lágrimas si en tu corazón anida la tristeza y deja que tu risa florezca si lo deseas.
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Está escrito: "Sé arcilla del vaso, porque en la humildad radica el verdadero valor". "Sé ventanas y puertas de la casa porque por sus aberturas entra la luz”. “Sé eje de la rueda, porque ella es la que llevará al mundo de un lugar a otro”. Por lo tanto, serás el epicentro del espacio y no serás nada. Y no siendo nada se lo podrás dar todo a los demás.
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- Tus pies pisan fuerte en el suelo. ¿Estás preocupado?
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Son mis pensamientos los que me están molestando. Estuve en el mercado público. Allí los hombres discuten, pelean. No tienen paz.
- Y eso, ¿por qué te preocupa, si tu casa está aquí?
- Los hombres deberían tener paz.
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Está escrito sobre las estrellas: "Debajo del cielo todo el que dé belleza es bello, sóloporque existe la fealdad. Todo el que dé bondad es bueno, sólo porque existe la maldad". Por lo tanto, el tener y el no tener van unidos, lo difícil y lo fácil se complementan, lo alto y lo bajo se refuerzan uno a otro, frente y detrás se unen uno al otro.
- Pero maestro, ¿no queremos que todos los hombres conozcan nuestra paz, juntos?
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¿Podrías hacer de todo el mundo un templo? Sé como el sol: calienta con tus rayos a todo el que puedas.
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- ¿Encuentras algún misterio en el fuego?
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Pensaba en una joven que conocí en el mercado. Ella es muy bonita. Buscó mi amistad y luego, al tenerla, ya no la quiso. Maestro, ¿porqué una mujer no actúa directa y abiertamente como un hombre?
- ¿No es mejor que una mujer actúe como una mujer?
- Ella sólo busca confundir. La verdad no está con ella.
- Tal vez sucede que tú no logras percibirla.
- Yo no deseo percibirla.
- ¿Qué es lo que produce calor: el carbón o la llama?
- El carbón. El calor está dentro de él.
- ¿Qué pasa si el carbón no es tocado por la llama?
- No se siente el calor.
- ¿No serán hombre y mujer calor y llama?
- Si el carbón no puede tocar la llama, ¿podrá llegar a cumplir su destino?
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(El maestro está reparando una rama tronchada de una planta)
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(Se acercó un primer discípulo para hacer un regalo a su maestro...)
- Maestro: esto es para usted.
- ¿Por qué?
- Porque son las flores que más le gustan. Para usted son como un tesoro.
- No puedo aceptarlas.
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(Acercándose otro discípulo, le pregunta el maestro)
- ¿No me has preparado un obsequio de gran belleza?
- Lo hice, maestro.
- ¿Por qué no me lo das?
- No le gustan las flores...
- ¿No sientes amor por mí?
- Sólo siento amor por usted.
- El otro chico no me quiere... El de él era un obsequio sin amor, era falso.
- Temí que usted no aceptara lo que yo iba a ofrecerle.
- Y ahora, ¿no has perdido el gozo que pudimos haber compartido?
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Maestro, nos han enseñado que el corazón del hombre no está tan afilado como un puñal, pero que puede herir a otro corazón.
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También se dice: "Trata a la gente buena con bondad y también a la mala, porque tú eres bueno". Confía en los hombres de palabra y en los mentirosos que no dicen la verdad. Para encontrarte a ti mismo debes pensar en la felicidad de los demás antes que en la tuya.
- Pero si yo amo a los demás, ¿cómo estaré seguro de que ellos, a cambio, me aman a mí?
- ¿Tu buscas el amor o el cambio?
- Pero, si yo amo a los demás y ellos no me aman a mí, sentiré una gran pena.
- Ese es el riesgo: una gran pena o un gran gozo.
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