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Muchos siglos atrás vivió un hombre muy rico en alguna parte de China; una parte que estaba plagada de bandidos y ladrones. Este hombre era bien conocido no solo por sus riquezas, sino también por su bondad y generosidad. Había mantenido la ética y las formas propias de su época tan bien como pudo, algo bastante difícil viviendo en una zona infestada de bandidos y ladrones, que continúamente estaban haciendo de las suyas.
Cusiosamente, la mayor de las posesiones de este hombre no consistía en oro ni plata, sino en algo de carne y hueso: un gran buey al que amaba y trataba con el mayor de los esmeros. Y no se trataba de un buey ordinario, ya que tenía la facultad de hablar (muy probablemente se trataba de la montura de alguna deidad desconocida).
Cierto dia, mientras el buey comía perezosamente, una banda de ladrones entró en el cobertizo y se escondieron. Hablaban en voz muy baja, pero el buey le estaba oyendo. Este reconoció a esta banda de 18 bandidos; habian estado aterrorizando aquella zona del pais durante ya bastante tiempo. Y eran fácilmente reconocibles porque cada uno llevaba un arma diferente en la que, se decia, estaban especializados.
Estos ladrones comieron, bebieron, alardearon de sus hazañas, y se rieron de sus fechorias. Eventualmente decidieron robar a su insospechado anfitrión a media noche, cuando estuviera dormido.
Despues de que los bandidos abandonaron el granero, el buey inmediatamente se apresuró en informar a su maestro del complot.
El buey quedó pensativo por un momento (lo que suelen hacer los bueyes justo antes de decir algo importante), y entonces decidió:
El hombre rico, aunque aterrorizado por la decisión del animal, decidió seguir sus instrucciones, dejando su destino en cualquiera que fuera la deidad que hablaba a través del buey. Por consiguiente, les preparó un banquete con toda clase de viandas, bebidas, lámparas, y puso un letrero sobre su puerta dándoles la bienvenida a los bandidos. Llegó la medianoche y los 18 bandidos llegaron para llevar a cabo su malvado plan. Ni que decir tiene que quedaron asombrados por aquella recepción.
Ya dentro de la casa, los bandidos andaban un tanto confusos y recelosos, pero su anfitrión les invitó a sentarse y comer, a lo que accedieron. Finalmente, ya relajados por la comida y la bebida, comenzaron a demandarle que les explicara como había tenido conocimiento de su plan, pues ellos no le habían contado nada a nadie. El hombre rico les contó la verdad, de como el buey le previno tras oirles en el granero. Pero los bandidos, divertidos en un principio, comenzaron a enojarse.
- "Esto ha debido ser una absurda táctica para engañarnos", pensaron entre ellos.
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"Muestranos ese buey parlante", demandó el lider de los bandidos. "Si él habla, te perdonaremos la vida; pero si ha sido una treta, te mataremos."
Entonces todos se dirigieron al granero.
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"¿Y bien?", dijo uno de los bandidos, frente al buey, riendo sarcásticamente. "¿Qué tienes que decirnos, vaca?".
Pero el buey ignoraba a su interrogador.
Pero el buey continuaba inmutable.
Dicho esto, los bandidos comenzaron a mostrar sus armas al rico anfitrión. De repente, del fondo del granero surgió una voz...
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"Vosotros, bandidos, estais condenados por vuestras malvadas acciones", dijo el buey. "Sereis destruidos, y todos tendreis una terrible y cruel muerte en breve a menos que cambies vuestro comportamiento."
Los bandidos quedaron sorprendidos y paralizados por el miedo. Se arrodillaron ante el buey, y con temblorosa voz, preguntaron por su destino, rogando piedad al mágico buey.
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"Hay dos caminos que podeis seguir", dijo el buey. "Si continuais por el camino que llevais, tendreis un horrible final. Pero si cambiais, devolveis el dinero que habeis robado, y subis a las montañas a meditar, y os guiais por una vida de paz, los dioses harán de todos vosotros unos Lo Han (Buddhas)."
Los bandidos consideraron lo que el Buey les dijo, y devolvieron todo lo robado, y subieron a las altas montañas, donde se convirtieron en los 18 buddhas, adoptando las 18 armas simbólicas de la China clásica.
十八般兵器
18 Armas Clásicas del Kung-fu
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