El pasado

 

Fantasmas del pasado 
que en silenciosas caravanas 
se acercan cautelosos 
y atisban por mis ventanas. 
Estáis ahí esperando a ver una trizadura 
para en avalancha implacable, 
romper mis vestiduras. 

Fantasmas enterrados 
entre sombras de amarguras, 
avasallaron en vuestro pequeño 
e inconciente mundo, 
pisotearon las palabras,
amordazaron mis sentidos, 
erigiéndose en jueces de lo absurdo. 

Con tormentosas cadenas 
ataron mi alma joven 
aniquilando mis sueños aún adolescentes; 
no dejaron que mis ojos buscaran 
la luz entonces, ahora sóis fantasmas
de vuestros propios rencores. 

Cayendo por mucho tiempo, 
logré limar las cadenas, 
solté mis sueños enmohecidos,
y mi alma putrefacta entonces; 
emergió limpia de la mugre que la rodeaba, 
haciendo brotar como un árbol, 
la magia de las palabras. 

Fantasmas que os erigís en amos, 
no sóis sinó un remedo de la vida, 
tristes payasos pintados, 
con el alma seca, sin vida, 
fantasmas, dioes de papel, almas podridas.

Si os he dejado invadir mis recuerdos,
es porque soy libre, 
porque os habéis alejado 
para siempre de mi vida; 
vagaréis por las sombras de los abismos, 
como entes buscando eternamente, 
un rayo de luz que ilumine, acaso,
la miseria enorme, de vuestras vidas. 

 

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