LAS HADAS

Apareció en una burbuja de la cascada que caía hasta el fondo de la tierra.No era materia, sólo un rayo de luz que iluminaba los árboles que aun no eran. Resplandeciente como alma que florece al amor, se fue convirtiendo en una libélula. Volaba y en cada lugar que se posaba, nacía una flor, crecían abedules y cerezos, pinos majestuosos, lilas y álamos nacían por doquier. A medida que volaba, la tierra se fue llenando de colorido y tibieza. 

Cansada de su vuelo, y mirando todo lo que la rodeaba, se posó suavemente en una gota de agua que había quedado como un cristal, entre las flores. De pronto, se dio cuenta que ya no era una pequeña libélula, la gota de rocío en la que se había posado, se había convertido en un manatial de aguas transparentes. Con asombro, vio en el agua, una imagen reflejada...No entendía quien era, metió su mano en el agua, la que formó anillos de plata a su alrededor, y sintió por primera vez, que ya no era una  libélula, el ser que se reflejaba en el agua, era etéreo, pero ella podía verse. En la frente lucía una estrella, que iluminaba el manantial. Había nacido un Hada. Aquel pequeño rincón, se convirtió en un paraíso, cada estrella fugaz, se convertía en Hada. Sus risas encantadas producían suaves notas musicales, las que fueron atrayendo a los pajarillos multicolores que poblaban los árboles.

Por las noches se separaban, salían a volar por las ciudades, los campos, entraban a las casas y en cada una de ellas, dejaban un rayito de luz, que se convertía en esperanza, cada rictus de amargura, en una sonrisa, cada lágrima en una flor. Un dia, en su vuelo de hacer el bien, una de las Hadas, Azul, escuchó un llanto, sin sollozos, un llanto callado, que sólo un Hada podía escuchar...se acercó, y vio alli, bajo un árbol, a una mujer. Estaba sentada, con las manos estrujando una flor, por sus mejillas caían lágrimas incontrolables, sus ojos estaban cerrados, su cuerpo doblado en actitud de infinita tristeza. Azul se acercó a ella, la luz de su estrella iluminó a la mujer, esta sintió una energía que la llenaba entera, no supo que pasaba, sentía una presencia pero no veía a nadie, sacando fuerzas de su debilidad preguntó; ¿Quién está aqui? ¿Por qué siento como si alguien estuviera a mi lado? No te asustes contestó Azul , sólo quiero ayudarte. Se la razón de tu llanto. Se de tu soledad. Se de tus sueños rotos, pero te contaré algo, y tu sola sacarás las conclusiones:

"En las primeras etapas del verano, las alondras emiten bellos trinos, volando sobre las praderas y los campos de trigo. Se elevan ligeramente desde el suelo, vuelan aleteando mientras cantan, y se elevan cada vez mas hasta casi desvanecerse en lo alto del cielo. Luego suspenden su canto y se dejan caer hasta tocar el suelo"

 Tu te has elevado, pero como humana, queriendo tocar el cielo, llegabas a el cantando, y volvías cantando hasta tocar el suelo. Un dia subiste tan alto, que el sol quemó tus alas, y no pudiste volver a remontar el vuelo. Nada hiciste para volar otra vez. Mirabas tus alas rotas, sin pensar que si no tratabas de volar, nunca volverías a hacerlo. Dejaste tu canto. Vuela, se alondra,, canta tus canciones de luna, pinta de arcoiris los cielos, pero no trates de llegar al sol, te quemarás de nuevo. 

La mujer miró a su alrededor y no vio a nadie, pero esa especie de melodía que le habló, no era su imaginación, no, ella sabía, recordaba cada palabra dicha. Se dijo a si misma, era un Hada. Entonces recordó cuando creía en ellas. Por qué  dejó de creer? Recordó su vida, la que había vivido hasta ahora, atada, como si hubiera tenido cadenas que no la dejaban volar. ¿Por qué? Quién le impedía volar? Ella misma, temerosa siempre de abrir las alas...pero si las había abierto! Había volado! Un dia se sintió capaz de llegar alto, se sintió capaz de tocar el sol...y de pronto, quemó sus alas. ¿Por eso dejó de creer en las hadas? Se secó las lágrimas, miró hacia lo alto, el sol de la madrugada, pareció mirarla desde la lejanía...ella sonrió, sol de la madrugada? ¿ Por qué he pensado eso? Y por qué no? Si el sol está siempre, soy yo quien cierra los ojos, por eso no lo veo, soy yo quien piensa que me quemaré de nuevo...

El sol de la madrugada, el suyo, el que siempre estaba con ella, la miró desde lo alto, le dio fuerzas..sintió su tibieza...ahora supo que es mejor volar alto, muy alto, aunque se quemen las alas, a no volar...A lo lejos, la cancion de las Hadas se escuchaba claro, melodioso. Las Hadas existen, soy parte de ellas, soy parte de un todo...soy...también parte de ese mundo maravilloso donde hay seres que no se ven, pero se sienten, seres que nos dan la mano para no caer...el maravilloso mundo de las Hadas.

Lyly