LA LUZ

Cayó como un rayo en el desierto ardiente
una estela de luz iluminando los cuarzos
que permanecian indiferentes.

Derritió la nieve con infinita calma,
con placer recóndito en su fuego
que se reflejaba en las congeladas aguas.

Como estrellas azules brillaron los cardos
solitarios, silenciosos, tristes.
Las golondrinas agitaron sus alas
para saludar la luz, que de lejos llegaba.

Una mano tendida recibió el calor;
el mensaje ardiente que por el mundo viajaba,
mano solitaria, olvidada, que quedó perdida
en un adiós sin palabras.

Volvieron a dormir los cardos,
las golondrinas plegaron sus alas,
y aquella mano extendida, se agitó en la nada.