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La
magia, es un componente fundamental en el desarrollo de la
cultura del Antiguo Egipto. Toma multitud de facetas y se
complementa como una enseñanza más entre la elite de los
sabios egipcios.
Si bien han llegado a
nosotros variedad de papiros repletos de fórmulas mágicas para
absorber una energía determinada, éste recital de palabras mágicas
suele ir acompañado por un amuleto, un objeto repleto de magia
y poder.
Se
remontan al período pre-dinástico, e incluso antes, y se
comienza a darle uso ritual funerario, preservando así la
estabilidad del difunto en el Más Allá. Se coloca alrededor
del cuello del difunto ó entre las vendas de la momia.
Con
la llegada del Imperio Dinástico, se fabrican para ser usados
en vida y luego formar parte del ajuar funerario. Los orfebres y
joyeros son los encargados de su elaboración, partiendo de
unos moldes establecidos, para luego ser retocados, pulidos,
pintados ó barnizados.
Como en casi todos
los campos, el poder adquisitivo impera en la calidad de la
materia prima, que puede ser la turquesa, el lapislázuli ó la
cornalina. La realeza se reserva el uso del oro, siendo éste
material la carne de los dioses, debido a su carácter
incorruptible.
Las
formas más primitivas, recuerdan formas del cuerpo humano,
tales como ojos, boca, manos y pies, y que suelen ir acompañados
de fórmulas escritas con jeroglíficos.
El
Ojo de Horus, llamado Uadyet, es uno de los amuletos más
poderosos. Los ojos de Horus representan el Sol y la Luna. En la
batalla que Horus libra con su tío Seth, Horus pierde el ojo
izquierdo, que es repuesto luego por el Uadyet, que es la unión
de un ojo humano y un rizo de halcón. La misión del Uadyet
es ahuyentar el mal de ojo de los vivos y preservar la felicidad
y evitar el infortunio en el Más Allá.
El
Ib, es un amuleto con forma de corazón, de vital importancia
puesto que el corazón es, tanto en la vida como en la
muerte, el centro vital del hombre. No en vano, cuando se
momifica un cuerpo, se extraen todos sus órganos internos
excepto el corazón.
El
pilar de Osiris, es conocido como Dyed, y se representa en las
pinturas con brazos y ojos; en los sarcófagos aparece en el
lugar donde reposa la columna vertebral del difunto, y es que,
asociado primero a Ptah y luego a Osiris, el Dyed es la columna
vertebral de Osiris, que asegura la estabilidad y la eternidad.
El
nudo de Isis, es un amuleto muy preciado y usado. Está asociado
a la sangre, y por ello se fabrica con piedras de color
rojo.
El
Ures, es un amuleto con forma de reposacabezas, y es
asociado a la protección y orientación del difunto en el Más
Allá. El Ures más conocido es el hallado en la morada de
eternidad de
Tutankhamón, que es de marfil y tiene en sus
extremos las figuras de dos leones Akher, que mirando uno hacia
el Este y otro hacia el Oeste, unen al difunto con Ra, siendo la
cabeza del fallecido el propio Sol en el cenit de su viaje.
El
Uady, es un amuleto con forma de papiro, que simboliza el
florecimiento en el Más Allá, pues no en vano, el papiro
representa la vida y el desarrollo del país.
El
Jepesh, es un amuleto con forma de pata de buey, y es un amuleto
imprescindible en el sagrado ritual de la Apertura de la Boca y
de los Ojos, pues devuelve al difunto su capacidad de hablar y
ver, despertando así sus sentidos que están envueltos de una
fuerza divina.
El
Ajet, es el Horizonte, que está simbolizado por el Sol en medio
de dos montañas. Es la salida y la puesta de sol, es el
Nacimiento y la Muerte del ser, es la resurrección.
El
Anj, es sin duda alguna el más conocido de toda la galería de
amuletos egipcios. Unido al cetro Was, simboliza el dominio y la
vida. La figura del Anj es llamada la "Vida" para los
antiguos egipcios, y es un espejo de cobre que captura la luz.
Está relacionado con Hathor, señora de las estrellas y del
amor universal. También puede ser una correa de sandalia vista
desde arriba. Los egipcios conciben la vida (anj) como un poder
capaz de retener la luz del origen en el mundo de los hombres,
como una facultad de "dar camino a los pies", según
cuentan los textos; con la condición de tener un buen calzado y
atar bien la correa de la sandalia. El Anj se concibe también
como el ojo divino puesto que es el ojo que da la vida; el
trigo, que es el alimento vital; un bloque de piedra, puesto que
el mismo representa la estabilidad de la vida; una cabra, puesto
que es un animal que se sostiene con muy poco. Por otro lado, el
Anj también simboliza la noción de un juramento, puesto que
para un egipcio, el dar su palabra es un acto sagrado y de una
condición divina. Siendo la palabra sagrada, a todas luces, dar
su palabra es un juramento que implica el comprometer su vida; y
si se traiciona esa palabra, si se quebranta ese juramento,
significa perder la vida. |
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