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En
el Antiguo Egipto, la falta de rutas terrestres dio lugar a un
sistema de comunicación marítima a través del Nilo. Ya desde los
albores del tiempo, en la cultura Naqqada II, hallamos
representaciones de barcas de papiro que surcan el gran rio-dios.
Por sus dos orillas, y de norte a sur, los barcos y las barcazas
egipcias transportaron a lo largo de tres mil años, infinidad de
personajes, materiales y, como no, las historias que los viejos
marinos llevaban de puerto en puerto. No nos equivocaremos si
afirmamos que Egipto tiene su eje anclado en la navegación, pues no
solo se garantizaba uno de los medios de subsistencia, el pescado;
sino que la navegación jugó un papel importantísimo en dos de las
facetas más importantes de un faraón que se precie: la construcción
y la flota naval. Aunque no sabemos la calidad de los carpinteros de rivera que moran en los astilleros celestes, sí sabemos que el nivel de artesanía que alcanzó Egipto, ya desde dinastías tempranas, en la elaboración de buques ha sido magnífica. Ante los distintos tipos de embarcaciones que surcaron las aguas del Nilo, estaban las naves con forma de media luna, como las que muestran los modelos hallados en las moradas de eternidad. Esto es debido a que las barcas fluviales necesitaban los extremos muy curvados para evitar clavarse en el fondo del río; y de paso facilitaba el amarre una vez llegados a puerto. Si acaso, jugó un papel importante la imaginación del artesano a la hora de exagerar la curvatura de sus diseños. La artesanía que estos trabajos requerían se vio reflejada en el montaje que se necesitó para ensamblar la barca funeraria de Jufu. Muchas de las preguntas de cómo se hizo, tuvieron respuesta a la hora de ensamblar y machihembrar cada una de las tablas y espigos que daban robustez a la hermosa Barca Solar del "inquilino" de la Pirámide, que es el lugar de salida y puesta del Sol. El que en Egipto la escasez de madera fuese tan grande, hizo que éstos carpinteros fuesen perfeccionando poco a poco sus trucos para aprovechar al máximo los materiales de los que disponían. Resta decir que muy pocos podían permitirse una embarcación de madera noble. Existían varias clases de naves. Los buques destinados al ejército, a los mercaderes, transportistas, de recreo ó de pesca. Dependiendo de la finalidad, las barcas se construían de madera, de papiro ó de una mezcla entre ambos materiales. Para las naves de recreo se solía utilizar el tallo del papiro. Sin embargo, para los buques de uso comercial, se escogían las mejores maderas, debido a la gran carga que iban a transportar. Este material se utilizaba también para las naves de guerra. Las confrontaciones navales son tan antiguas como la propia civilización egipcia. Ya en Naqqada II, se hallan grabados de barcos que llevan en su interior a los soldados. El oficial Weni transportó a sus tropas a bordo de naves de guerra, con dirección a Palestina. El rey Sahure, de la V Dinastía es solo un ejemplo de la relación con los pueblos fenicios para la importación de maderas nobles. Con esos buques, Su Majestad envió a sus expedicionarios hacia la rica y misteriosa tierra de Punt. Se sostiene que la implantación de las naves de gran calado fue una innovación que se asimiló de Bibblos, puesto que las menciones para estos barcos es la de "kbnt", que se traduce por barco de Biblos. La herramienta básica de los artesanos que construían los barcos de la marina del Rey es la azuela, un formón en forma de azada que se usaba para dar forma a la madera. Su precisión es envidiable, tanta como un bisturí de cirugía, por lo que era preciso andarse con mucho ojo a la hora de desplazar la hoja hacia abajo. La hoja solía ser de bronce, e iba sujeta a un mango curvado que facilitaba el movimiento de muñeca. Hoy día, poseemos herramientas idénticas en el campo de la carpintería a cualquier nivel, cosa que demuestra su precisión. Junto a la azuela, el formón (también llamado trencha) servía para hacer los huecos donde se alojarían los machos espigados. Las gubias servían para dar forma a las molduras. Hay que decir que todas estas herramientas se siguen usando hoy día en la elaboración de tallas y muebles artesanales. Las varias partes que forman la embarcación, tampoco carecían del mimo que el artesano empeñaba en su trabajo. Los remos se construían a partir de dos partes. Las palancas, la parte superior del remo, eran estrechas y redondas, estaban hechas a base de cañas; mientras que las palas, la parte inferior, era ancha para facilitar el desplazamiento. El timón, realmente, era un simple remo doble. La vela es otro elemento fundamental en la embarcación. Se confeccionaba a base de coser varios lienzos verticales, de lino ó algodón, hasta conseguir el tamaño necesario, para luego decorarlo con hermosos motivos de un sin fin de escenas cotidianas. Las brazas servían para variar el ángulo que tenía la vela con respecto al eje de la nave, existiendo una por cada banda. El palo sujetaba la vela y hacía que el viento transmitiese su fuerza a la embarcación. Atravesando el palo mayor, la verga ó percha alta, que eran dos palos unidos a los que se sujetaba la vela. La escota hacía el papel de "cazador" para orientar la vela hacia el viento. La nave, en su centro, poseía la parte más ancha y estable, mientras que en la proa, se instalaba el baldaquino, el lugar de honor compuesto por una silla ó un trono que descansaban en el interior de una techumbre que protegía del sol. Junto a el baldaquino, se situaba el vigía, siempre oteando al río, dispuesto a divisar con antelación cualquier obstáculo que pudiese surgir. Si bien en sus inicios, los artesanos no construyeron buques muy grandes, existen excepciones notables, como la del rey Snofru, que ordenó construir un navío que medía 52 metros de eslora. Con la llegada del Imperio Nuevo, la cosa cambió notablemente. Los barcos, que antaño servían para el transporte de mercancías en época de paz, y para el transporte de soldados en días de guerra, se sofistican pasando a formar un cuerpo añadido a la estructura del ejército. El ejemplo más claro lo tenemos con el último rey de la XVII Dinastía, Kamose y el primer faraón de la XVIII Dinastía, Ahmose. Para equiparar las antiguas naves del ejército egipcio, se suele utilizar a la Santa María que Colón llevó en su viaje a las Américas; esto sería de unas ochenta a unas cien toneladas. Pero la labor de las naves de guerra no solo se hallaba en el combate. Las patrulleras egipcias formaron parte de un cuerpo de vigilancia, en conjunto con naves de Creta y Bibblos se intentaba mantener la seguridad en el Mar Mediterráneo. Las mejores representaciones de estas naves, están en el santuario funerario de Ramsés III, en Medineth Abú. Vemos como los soldados pueden ascender a un número de cincuenta. Así mismo, cual bucaneros, vemos a los soldados egipcios con sus ganchos preparados para realizar un abordaje. Una vez en el interior del barco enemigo, los soldados egipcios ejecutaron magistralmente el plan concebido por el Estado Mayor de Ramsés III. En lo que atañe a la embarcación del Faraón y su viaje al Más Allá, se precisaba una embarcación que reflejara toda la grandeza del rey. Es más que probable que estas maquetas que se han hallado en diversas moradas de eternidad, reflejasen con toda fidelidad los barcos que los monarcas usaban en vida, hasta el último detalle. Pero para que Su Majestad, Salud, Vida y Fuerza, pudiese regocijarse bajo los rayos de su padre Ra a lo largo del Nilo, el trabajo debía ser perfecto ya desde que el árbol está dispuesto a ser sacrificado en pro del bienestar del faraón. Una vez en el astillero, el fabricar y ensamblar cada una de las piezas debe ser un trabajo en equipo. No hay lugar para los perezosos ó los que pretenden destacar sin probar antes su valía. Una de las tareas más importantes es sin duda garantizar la impermeabilización del casco. En su trabajo, el carpintero de rivera, que recibía el nombre de calafate, debía ser un profesional y entregarse a su trabajo, para que así el resultado llegase a ser el esperado, una obra de arte. De éstas embarcaciones, hoy apenas queda nada, puesto que las falúas, las embarcaciones que surcan hoy el Nilo, son totalmente distintas en todos los aspectos a sus antepasadas. Con el final del Imperio Nuevo, los griegos y los fenicios suplantaron el papel de Egipto por el control del Mediterráneo. La última gran batalla naval, fue llevada a cabo por Cleopatra VII junto con Marco Antonio. Pero eso si, siempre estarán presentes en los cientos de grabados, pinturas y maquetas que aún se encuentran hoy en esas partes del moderno Egipto que aún pertenece a los dominios de Su Majestad, Vida, Salud y Fuerza... |
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