Arqueo Aegyptos

Grandes Nombres Del Antiguo Egipto

Weni

El Anciano


 

 

Texto por Amenofhis III

 

Weni, conocido también como Uni, fue un hombre con una trepidante carrera que se prolongó en el reinado de tres faraones, Pepi I, Merenre y Pepi II. Su vida de aventuras comienza con un cargo de subalterno. En poco tiempo, se le encomendaron ya importantes funciones, porque en la administración del Antiguo Imperio, los ascensos se producían con rapidez, si el individuo era merecedor de ellos. El ser un hombre, como Weni, de clase media baja, no era un obstáculo para la progresión de su oficio. Su grado como militar fue en un comienzo como un oficial de  bajo rango. Sin embargo, pasaría a la Historia como un gran estratega de su tiempo. Luego, se convirtió en Portador del Sello Real, en Chambelán del Rey, fue un alto rango en la Ciudad de la Pirámide de Pepi I y llegó a ser confidente del rey. Aquí es donde comienzan las aventuras de Weni, pues Pepi I lo nombró Inspector en un oscuro asunto que se produjo en el seno del harén real. Siendo Weni el Único Confidente de Su Majestad, nombró una comisión de investigación, seleccionó un jurado y una audición con testigos, pero sin la presencia del Visir. Pepi no deseaba que el oscuro asunto, cuya trama desconocemos, saltase a la luz pública, y el rey sabía que su funcionario actuaría con el máximo sigilo y prudencia, sin armar demasiado alboroto. Debió ser un asunto muy turbio. En esos días, Weni todavía no era oficial de alto rango, pero sin embargo solucionó el problema pasando totalmente desapercibido. Mantuvo su discreción y no habló jamás de todo aquello que habían visto sus ojos y oído sus orejas.

Cuando llega el momento de ponerse al cargo de su primera gran misión, Weni no lo duda un solo instante, y se convierte en el personaje clave de la crisis que se avecinaba. Por el noroeste llegó la amenaza de unos nómadas que se habían adentrado en la zona del Delta, robando y causando graves destrozos entre la comunidad. Estos saqueadores eran denominados "los que están sobre la arena", y Pepi I pone a varios miles de hombres bajo el mando de Weni. Estos insurrectos habían puesto en peligro las rutas que servían a las caravanas del Sinaí, y el producto de turquesas y otros minerales estaba en juego. Es más que probable que estos beduinos no estuviesen más armados que con palos ó unidos con otras tribus algo más "modernizadas", pero el ataque del ejército de Su Majestad no dejó duda alguna. Weni tuvo a su disposición a las milicias de los nomos, a varios cientos de nubios y a soldados contratados del Alto y del Bajo Egipto. Organizó varios regimientos y puso al mando a unos dignatarios, siendo él el único que daba las ordenes. Educó a sus  filas y exigió el máximo respeto con los vencidos, así pues no hubo saqueos ni violación alguna de los derechos de los vencidos. Tras su batalla, dejó atrás una estela de brillantez incorrupta. Los puestos fortificados fueron suprimidos, sus tropas diezmadas, así como sus tierras y forma de sustento. Casi todos los enemigos fueron hechos prisioneros. Para llevar a cabo la total rendición de los insurrectos, Weni necesitó cinco campañas.

En aquellos días, el territorio egipcio terminaba en la primera catarata. Todo lo que sucedía más allá, no era incumbencia del faraón, exceptuando una llamada de socorro por parte de los reyes locales, que mantenían un excelente trato con el soberano de las Dos Tierras, siendo incluso una aportación  importante para el ejército egipcio, pues los nubios eran arqueros muy valorados. Así, esta zona de influencia privilegiada, cae en manos de Weni, el cual se convierte en Gobernador de los países del sur, pues Faraón ve en los territorios cercanos a Elefantina una serie de nobles príncipes que tienen demasiados humos, y para evitar un intento de sedición, prefiere guardarse las espaldas. No obstante, el propio gobierno central comete un error fatídico, y es que para no causar distensiones y no tensar una cuerda que no convenía ni a unos ni a otros, concede el mismo título de Gobernador de los países del sur  a los nomarcas locales, y con esto, se pone fin a un intento de gobierno absoluto.

Con el reinado de Merenre, las cosas continúan sonriendo a Weni. El  nuevo faraón lo coloca al cargo de una importante misión, pues es el encargado de supervisar los transportes de piedra para construir la pirámide de Merenre. Weni pone rumbo hacia Aswan con una flota de doce naves de transporte. Ideó un sistema de transporte que no solo le permitió llevar grandes cargas, sino que transportó el gran sarcófago desde las canteras de Tura así como un dintel y una mesa de ofrendas de alabastro, y que todo esto se llevó a Menfis en el tiempo record de diecisiete días, puesto que era en época en la que las aguas del río apenas tienen cauce. El faraón está satisfecho con su funcionario, y le encomienda una nueva misión, debe hacer un inventario de las propiedades del rey, así como todo el ganado, personal que trabaja para el estado, gastos, beneficios y demás información para poder tener un control absoluto de la situación, porque Merenre deseaba saber cual era el alcance real de su poder sobre las Dos Tierras.

Pepi II ha llegado al trono. La capital, Menfis es una sede de riqueza y poder. Sin embargo, ha heredado un problema que ya su antecesor había sufrido, los problemas que se unifican en Elefantina. Weni se las arregla para colocar un alto funcionario por encima del nomarca, que controle todas las acciones y los asuntos nubios. Su misión continúa siendo la explotación, y también garantizar la seguridad de las rutas que el explorador Hirjuf acaba de abrir. Lo que se consigue es que a Egipto acudan caravanas procedentes de los más recónditos lugares, portando materiales y animales muy codiciados. El país de Kush es la tierra de los sueños para Egipto, y un nexo de unión con todo el continente africano.

En sus años finales, Weni se retiró apaciblemente lleno de títulos y condecoraciones. El final de sus días debió ser tranquilo, regocijado ante la vida de emociones que le había tocado vivir, así como lo demuestran los textos que inscribió en su morada para la eternidad:

"El Gobernador del sur, el que unió a Nejen, señor de Nejeb, Compañero Único y reverenciado por Osiris, Uni:

Era un niño... quien sujetó la faja de la Majestad Teti, era su supervisor y llevé la oficina del guardián de los dominios del Faraón... Era el más viejo del compartimiento, Su Majestad Pepi me designó como su compañero en la supervisión de las obras de la ciudad de Merenre brilla con belleza (la pirámide). El me amó más que a cualquiera de sus siervos. Estando solo como juez y el Visir, en cada una de las reuniones, en el nombre del rey, en la casa jeneret y en los seis tribunales de justicia, porque Su Majestad me amó más que a cualquiera de sus funcionarios, más que a cualquiera de sus nobles, más que a cualquiera de sus sirvientes. Cuando llevé a cabo el procedimiento legal instruído en privado, en la Casa Jeneret contra la reina Inenet, Su Majestad me hizo entrar solo para oir el caso. No había magistrado ni juez principal, ni el visir porque yo solamente era excelente, porque era agradable al corazón de Su Majestad, porque Su Majestad me amó. Nunca antes nadie ha oído los secretos de la Casa Jeneret, excepto yo porque el rey me lo hizo oir, porque yo era le más excelente al corazón de Su Majestad, porque era el más amado que cualquier otro noble suyo, que cualquier sirviente suyo... (hace alusión al incidente antes citado y que desconocemos el alcance de su gravedad) ... Entonces, la Majestad del Alto y del Bajo País me ordenó traer un sarcófago de piedra caliza de Tura. El rey tenía un transporte, marineros y una tropa bajo su mando, para ponerlos a mi disposición y traer el sarcófago. Y  lo llevé para él en una gran nave junto con su tapa, la puerta falsa y una mesa para depositar sus ofrendas. Nunca se ha hecho un rey para cualquier sirviente, pues yo era agradable al corazón de Su Majestad, y el me amaba... Mientras fui juez Su Majestad me nombró Amigo Unico y Intendente de los dominios del Faraón, así que Su Majestad me elogia al encomendarme las tareas de preparar su viaje. Realicé todos mis actos para que Su Majestad me elogiase por cada uno de ellos... Su Majestad hizo la guerra contra los habitantes de las arenas, y me puso al mando de diez millares de hormbres, entre ellos había hombres del Alto País, hombre del Bajo País, hombres de Irthet, hombres de Mazoi, hombres del país de ñam, hombres de la tierra de Kau y de la tierra de Temeh. Su Majestad me puso al frente de su ejército mientras que los portadores del sello real, los compañeros únicos y los nomarcas y comandantes de las fortalezas permanecían al sur. Los conductores de caravanas, los grandes profetas que pertenecían al sur y a a la tierra del Norte, los inspectores de las posesiones del rey estaban cada uno al frente de una tropa... El ejército volvió sano y salvo tras haber derrotado a los habitantes de las arenas, había destruido la tierra de los habitantes delas arenas, volcado sus fortalezas, reducido al polvo sus higos y vides, había lanzado el fuego sobre todas sus tropas, diezmado a sus enemigos, y el ejército volvió sano y salvo con una gran multitud de prisioneros cautivos vivos. Su Majestad me elogió por mis actos. Pero para conseguirlo, Su Majestad me envió cinco veces para atravesar la tierra de los habitantes de las arenas, y en cada una de las rebeliones que exterminaba, Su Majestad me elogiaba por ello... Cuando estaba de supervisor del palacio y porta sandalias, el rey del Alto y del Bajo Egipto, Merenre mi señor, que sea dotado de vida eternamente, me hizo gobernador del sur, porque yo era excelente al corazón de Su Majestad, porque era agradable al corazón de Su Majestad, porque Su Majestad me amó... Su Majestad me envió a Hatnub para traer una mesa de ofrendas, y para ello elaboré una nave de sesenta codos de longitud y treinta de ancho, y la construí tan solo en diecisiete días, en el tercer mes de la tercera estación, aunque no había agua, llegué hasta Merenre Brilla con Belleza, y el conjunto fue realizado por mi mano, según lo que Su Majestad me había ordenado... Su Majestad me envió a excavar cinco canales en el sur, para el transporte de buques y hacer tres barcos de madera de acacia. Entonces, los jefes de Irthet, de Wawat, ñam y Mazoi me trajeron la madera, y realicé las tareas en el plazo de un año. Llegaron con grandes bloques de granito a la pirámide de Merenre Brilla con Belleza, Su Majestad Merenre, que viva por siempre, más que todos los dioses, y porque realicé su mandato según su Ka me lo ordenó... Fui querido de su padre, luego de su madre, agradable a sus hermanos y amado del rey. El gobernador del sur, reverenciado por Osiris, Weni". 

Extractos de la autobiografía de Weni, al que llamaron El Anciano.

 

 
 

© 2005, Amenhotep III (Luis Gonzalez Gonzalez) Amenofhis_29@hotmail.com