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Egipto
se desarrolla en base a su gran río-dios, el Nilo. Esto hizo, desde
tiempos remotos, que se convirtiese en el punto de mira para muchos
pueblos que intentaron hacerse con el dominio del país, en casi
todas las etapas de la Historia. Así pues, desde las primeras
dinastías se construyeron una serie de estructuras a fin de evitar
cualquier intento de asalto. Se trataba de unas murallas gruesas, a
base de ladrillos de barro cocido al sol.
De entre las primeras fortalezas que se han constatado durante la época Dinástica, es decir el período que comprende las tres primeras dinastías, tenemos la que el rey Jasejemui erigió en la ciudad de Abdju, Abydos. El monarca la levantó con el objetivo de proteger el Santuario de Osiris. Así pues, rodeó el recinto sagrado por una muralla que medía doce metros de altura, seis metros de base y cinco metros de ancho. Para evitar posibles ataques, hizo que las paredes externas tuviesen a la altura de cinco metros un boquete de tres metros, formando así unas pilastras que impedían a los atacantes asaltar la muralla principal. La puerta principal era la única entrada al recinto, sin contar con unas pequeñas puertas en unos laterales. Ésta estaba situada en la cara nororiental, y al sur y al este, se hallaban estas puertas de menor tamaño. Los boquetes de la pared externa se cerraban con unos contraportones de madera maciza. Este sistema de protección fue eficaz en gran modo. Daba ventaja a los soldados egipcios y les hacía ganar mucho tiempo a los arqueros que podían hacer estragos con sus saetas en las filas enemigas. Durante el Imperio Medio, los monarcas pronto tuvieron constancia de la necesidad de proteger todas las fronteras del país. Textos de la época nos hablan de la entrada de los asiáticos por las fronteras del este. El gran Amenemhat I construyó una fortaleza que, así mismo, se convirtió en una ruta hacia Asia conocida como "El muro del príncipe". Una de las constancias de este hecho, nos viene especificado en la Historia de Sinuhé, donde se narra que Sinuhé avanzó sobre el muro del rey con el fin de oponerse a la entrada de los asiáticos. En este conflicto, que seguramente se repitió en numerosas ocasiones, los egipcios habrían tenido que poner freno a los habitantes de las arenas. En los reinados siguientes, los monarcas Amenemhat II y Senwosret II tendrían que reforzar estas medidas. Una gráfica muestra es el texto del general Hapu, que nos cuenta que en el año 3 del reinado de Senwosret II, correspondiente al trigésimo quinto del Horus Amenemhat II, tuvo que realizar una serie de inspecciones y renovaciones al la fortaleza de Wawat. Senwosret III reforzó la frontera meridional del país, tras avanzar las líneas egipcias en su conquista del país de Kush. Estos hechos ocurrieron bajo su octavo año de reinado. Su intención era la de proporcionar un paso seguro a los barcos a través del nuevo canal que el rey había construido a la altura de la isla de Sehel. Hubo una revuelta en protesta a la obra, y a Senwosret se le hizo imprescindible el impedir el paso a los kushitas, tanto por mar como por tierra. En los textos, vemos claramente el desprecio que el Rey tenía por estos "hombres de color", y en propias palabras, decide "aplastar al mísero país de Kush", que avanzaban siempre con ambición de revelarse ante el poder faraónico. "El límite meridional fue levantado en el año ocho, por Su Majestad, el Rey del Alto y del Bajo Egipto Jakaure, que sea dotado de vida eternamente, para prevenir la entrada de cualquier negro, ya sea por mar o por las rutas terrestres, ó venga a negociar. Cada una de las cosas que se haga con ellos, se hará sin permitir que sus naves atraviesen la fortaleza de Semna". Una vez hubo cumplido veintiséis años en el trono de las Dos Tierras, Senwosret III había alcanzado límites insospechados hacia el Sur. Edificó y amplió un total de trece fortalezas. Levantó plazas fuertes a los dos márgenes del Nilo, en las proximidades de la Segunda Catarata, entre Elefantina y Semna. De esta forma, Senwosret podía vigilar a los nubios desde los torreones de ladrillo. Las plazas fuertes de Buhen, de Mirgissa ó de Semna, son el vivo diseño de lo que serán los castillos medievales. La fortaleza de Semna se alzaba frente al Nilo. Sus paredes eran de ladrillo cocido, y solamente las paredes laterales estaban dotadas de protección. Medía quince metros de altura, y poseía una especie de almenas que alcanzaban los veinticinco metros de alto. Para reforzar estas gruesas paredes, se utilizaron vigas de madera de acacia. La mitad superior de la fortaleza, se inclinaba unos veinte grados. La fortaleza de Buhen estaba unos diez kilómetros al norte de Semna. Poseía una especie de anillo doble concéntrico a modo de terraplén. Con el paso del tiempo, su población alcanzó los mil habitantes, y se convirtió en el corazón administrativo de la zona. Allí vivían los distintos funcionarios, como escribas, sacerdotes y oficiales del ejército; así como un gran número de mercenarios alistados en las tropas del Rey. Durante el II Período Intermedio, tuvo gran importancia la plaza fuerte de Sahuren. Ésta pertenecía a los hicsos, y posiblemente allí perecieron miles de egipcios a manos de los invasores asiáticos. Cuando Ahmose expulsa a los hicsos de Egipto, e inicia la XVIII Dinastía, los últimos reductos hicsos se refugian en Sahuren. Esta plaza fuerte sufre un sitio de tres años. Se cree que estaba a unos diez kilómetros al sur oeste de Gaza, muy cerca de la costa del Mar Mediterráneo. Mantuvo un importante papel entre Egipto y la zona Sirio-Palestina. La gran mayoría de las fortalezas levantadas en el Imperio Medio, fueron utilizadas durante todo el Imperio Nuevo. Algunas de las edificaciones del Imperio Antiguo se restauraron y se mantuvo su función. Con el final de la XX Dinastía, termina el Imperio Nuevo y la última gran etapa del Egipto Dorado. Los tiempos habían cambiado demasiado. Egipto ya no era la máxima potencia del Antiguo Mundo, y las fortalezas que habían servido de escudo en el pasado, no podrían soportar los embistes de los pueblos que estaban por venir. |
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