Arqueo Aegyptos

Abdju

Los Orígenes Sagrados De Egipto


 
 

Texto por Amenofhis III

Desde el inicio del imperio egipcio, la ciudad de Abdju, la Abydos de los griegos, formó un papel  sumamente importante en el sentir espiritual que movió todo el cosmos del Antiguo Egipto. Situado en el octavo nomo del Alto Egipto, su historia es tan antigua que no se tiene un momento fijo para situar las primeras huellas que se deslizaron sobre sus más de diez kilómetros cuadrados. Los restos arqueológicos se remontan a siglos antes de la aparición de la I Dinastía y la llegada de Menes. Esta región es conocida actualmente como Umm el-Qaab, traducida literalmente como "la madre de los potes". Esto es debido a las innumerables peregrinaciones que aquí se dieron cita. Para honrar a los dioses, y aprovechando las festividades que aquí tenían lugar durante las peregrinaciones al Santuario de Osiris, las arenas se hallan repletas de cientos de millones de fragmentos de cerámica, que un día fueron boles ó potes donde se ofrendaron aceites sagrados, vino ó mieles a la divinidad.

Desde los inicios, los primeros reyes de Egipto, incluso antes de ser unificado, construyeron aquí sus moradas para la eternidad. Se han catalogado como "Cementerios", añadiéndole una letra para diferenciar su cronología y situación. El llamado Cementerio U, está formado por varios cientos de moradas que datan de la época conocida como Cultura Naqqada. La más importante de este período es conocida como U-J, fechada sobre unos ciento cincuenta años antes de Horus Aha. Se halló en ella gran cantidad de restos del ajuar funerario. Entre los objetos, unas etiquetas de marfil, decoradas con lo que se denomina los primeros jeroglíficos. De hecho, muchos de estos signos pueden ser traducidos y se utilizaron durante milenios. Se trata de la morada para la eternidad del rey Escorpión, el primer rey que elaboró un proyecto que daría como resultado la unificación que Narmer llevó a cabo no mucho tiempo después. 

La zona donde se hallan las moradas para la eternidad predinástica y dinástica, se halla en un área dividida en tres sectores. en el  Cementerio U se hallan moradas predinásticas, en el Cementerio B las moradas de la Dinastía 0 y la I Dinastía. Aquí se halló una etiqueta de marfil con el nombre de Narmer. Los reyes de la I Dinastía, Horus Djer, Horus Djet, Horus Peribsen, Horus Jasejemuy ó la reina Mernetih son algunos de los ejemplos que aquí podemos ver. Existe un factor importante que distingue esta necrópolis de cualquier otra de todas las que se hallan en Egipto, y son los llamados enterramientos subsidiarios. Desde la cultura Naqqada hasta mediados ó finales de la II Dinastía, los reyes y reinas se hacían enterrar con sus sirvientes, para que pudieran seguir proporcionando sus servicios a sus señores en el Más Allá. Esta práctica es primitiva, abominante y arcaica, dado que todos ellos eran sacrificados en pro de una creencia. A medida que Egipto iba despertando y abriendo sus ojos, estas prácticas fueron eliminadas, y los sacrificios humanos se sustituyeron por los famosos Ushebtis ó Shawabtis.

El llamado Cementerio B contiene las moradas para la eternidad de los primeros faraones, que fueron Narmer y Aha. La forma que adoptaron estas moradas eternas fueron las de un banco, de ahí su nombre "Mastaba", que fueron tomando una progresión hasta que Horus Jasejemuy, el último faraón de la II Dinastía, erigió su magnífica mastaba. Es una figura trapezoidal que mide 70 metros de largo por 17 metros en su cara norte y 10 metros en su cara sur. La dividió en 58  habitaciones.  La sala central era la cámara funeraria es la primera construcción del mundo realizada en piedra caliza. Aquí se halló un cetro de oro y varios objetos de piedra hechos con láminas de oro. También se hallaron tarros con semillas de grano y fruta, objetos esmaltados, granos, herramientas de cobre, artículos de mimbre y un gran número de sellos reales. 

Durante la I Dinastía, se construyeron en Abdju los primeros alojamientos para las Barcas Solares. Pero Abdju no solo albergó las construcciones de los primeros monarcas. El punto álgido de esta región fue alcanzado cuando Osiris fue identificado con el dios Jentamentiu, la divinidad originaria del lugar. Llegados a un tiempo en el que Osiris era la divinidad funeraria por excelencia, Seti I y su hijo Ramsés II embellecieron las antiguas ruinas con sus santuarios. Pero antes de que Egipto conociera su última gran etapa, los monarcas del Imperio Medio llegaron a construir talleres y residencias, para estar más en contacto con el espíritu que mora en la ciudad de Abdju. Llegados los reinados de Senwosret II y de Ahmosis I, Abydos continuó con su engrandecimiento. Senwosret I construyó un complejo para realizar los cultos divinos de la XII Dinastía, época en la que Egipto dejaba atrás su primera etapa de caos. La segunda de estas pruebas de fuego tuvo lugar durante el II Período Intermedio y la llegada de los hicsos, y sin embargo, tras la gesta realizada por la realeza tebana y su reconquista tras expulsar a los invasores de las Dos Tierras, el faraón Ahmosis inicia la XVIII Dinastía, y decide erigir una pirámide en Abdju.

Abdju fue, desde el inicio de los tiempos, una necrópolis donde la puerta que divide el reino de los vivos con el reino de los muertos ayudó a forjar la historia que este lugar arrastra desde el primer amanecer en el Valle del Nilo. Hoy, tras miles de puestas de sol, el eterno ciclo de la resurrección continúa, y el tránsito del Ka de un lado a otro de esa puerta, se mantiene vigente, como ya lo fue en un principio.

 

 

 
 

© 2005, Amenofhis III (Luis Gonzalez Gonzalez) Amenofhis_29@hotmail.com