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Texto por Amenofhis III |
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En los grandes períodos del Antiguo Egipto, como lo fueron el Imperio Antiguo, el Imperio Medio ó el Imperio Nuevo; la casta sacerdotal formaba parte, junto con la realeza y los escribas, de la clase de privilegiados. Habían logrado alcanzar grandes e importantes beneficios y en ocasiones llegaron a influir notablemente en los regímenes internos del Estado y de la sociedad. El secreto no consistía en ser los que cuidaban a los dioses, ni que bajo ellos recayese la responsabilidad de que las divinidades no abandonasen las capillas; sino que el secreto era la gran cantidad de terrenos que, poco a poco, el Estado les fue concediendo. A lo largo del Nilo, los Santuarios se alzaban majestuosos en los puntos más importantes del país. y en los que no lo eran tanto, se erigían modestos complejos. Lo que sí había en todo el territorio egipcio eran capillas, que igualmente, necesitaban todo el cuidado y mimo que una divinidad requiere. Propiamente dicho, era el santuario donde los sacerdotes realizaban su vida cotidiana. Por ello, se acomodaron en su interior talleres de todo tipo, pero sobre todo para fabricar los enseres más necesarios, tales como los muebles, las telas ó los alimentos. Por supuesto, un papel fundamental lo jugaban los objetos rituales, como podían ser las mesas de ofrendas ó las capillas donde se albergaba la estatua del dios. Los muebles, por norma general, estaban fabricados con maderas preciosas. Hubo Primeros Profetas de Amón, como lo fue Herihor, sacerdote de Ramsés XI, que tras obtener un total control del Alto Egipto, él mismo se procuró expediciones para quedarse con todos los beneficios de la misión. Herihor envía una expedición en busca de madera para construir una nueva barca para Amón. Era tal la posición de Ramsés XI que, al regreso de la expedición, Herihor, que ya controlaba el sur, no envía la materia a Ramsés XI, que vivía en Per-Ramsés, sino a Nesbanebjed que tenía cierto control desde Tanis. Era usual ver sillas recubiertas con finas láminas de oro. Indispensable era este material, el oro, la carne de los dioses, para confeccionar los diseños y adornos de las capillas del dios. Según las modas de las distintas épocas, se añadía o sustituían ciertos modelos de elaboración. En las dependencias, siempre había una silla de manos, consolidada en oro puro, con un trono con brazos macizos, una extensión para situar las piernas y cuatro grandes barras de madera que, sobre los brazos de fuertes porteadores, alzarían a la persona del faraón cuando éste acudía al Santuario. La principal tarea en la vida del sacerdote egipcio era la realización de los rituales, pero estas labores no ocupaban todo su tiempo. Así pues, el Primer Profeta del dios se mantenía informado de como eran administrados el personal de trabajo y los objetos utilizados. Debía estar al tanto de los gastos del incienso, la mirra, los óleos, los alimentos. La administración se llevaba a cabo por funcionarios, escribas que a su vez mantenían un contacto con la administración central del rey, para que así todo estuviese bien controlado, y el faraón estuviese perfectamente informado de las riquezas que se iban acumulando en las arcas del Santuario. Las ocasiones de más agitación eran las fechas en las que se celebraban las festividades. Todo debía prepararse debidamente, y para que así fuese, jugaban un papel importante los sacerdotes encargados de mantener limpios los aledaños del Santuario. Los jardineros provocaban, con sus obras maestras, la admiración de la pareja real cuando acudían a rendir su sagrado culto a la divinidad. |
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