Capítulo I

Amigos

En alguna ciudad de nuestro mundo...

En una biblioteca pública tres jóvenes se esfuerzan por encontrar y asimilar conocimientos sobre zoología. Tres jóvenes que ya conocemos, son Vleis, Safo y Cárax vestidos a la manera de nuestro mundo lo que los hace difíciles de reconocer. ¿Qué hacen aquí?... han sido desterrados temporalmente a la Tierra con sus pequeños dragones.

_ Estas cajas de conocimiento son inútiles. No puedo hacer que me digan nada. - Se quejó Cárax de la Computadora que estaba utilizando.

_ Como no funcionan como nuestras piedras de sabiduría, nos parecen inútiles, pero si miras a los humanos usarlas verás que no son inútiles, - le respondió objetivamente Vleis - mejor usa una estas cosas que llaman libros- y le ofreció uno de los que estaba ojeando, lleno de imágenes de animales.

_ No, gracias. Tienen muchos símbolos que no entiendo. ¡Ah, cuanto daría por una piedra del conocimiento...!

En ese momento su pequeña dragón asomó la cabeza fuera de la mochila que había dejado en el suelo y saltó a sus piernas.

_ ¿Quieres ayudarme, Akai?- ella lamió su rostro y emitió un sonido semejante a ronronear de un gatito - esta bien, inténtalo.

Akai comenzó a dar manotazos sobre el teclado, como no obtenía nada satisfactorio, sus manotazos se fueron haciendo más fuerte hasta que Cárax tuvo que detenerla.

_ Oye, no lo destroces. - Akai le miró angustiada y se arrojó frustrada a sus brazos, había sido vencida por el aparato. - Tranquila, a mí me pasó lo mismo. Se supone que esta caja debe decirnos todo lo que queramos... pero no sabemos cómo preguntárselo.

_ No hay conocimiento vital depositado en esa caja, -acotó Vleis que había estado disfrutando de los arranques de impaciencia de Akai - es una cosa muerta. No puedo absorber nada de ella.

_ ¡Esto es demasiado!...- exclamó Cárax llevándose las manos a la cabeza- ¡Voy a morirme en este horrible lugar!

_ Calla... - le pidió Vleis señalando a Safo, quien tenía el rostro ocultó tras el libro que estaba viendo.

Los muchachos se alegraron al ver que no había reaccionado al comentario y volvieron a centrarse en la Computadora. Pero Aoi, que había estado reposando dentro del abrigo su amo, saltó a la mesa y le arrebató el libro a Safo dejando ante todos su rostro bañado en lágrimas. El pequeño dragón se acercó y lamió sus lágrimas con ternura. Shiroi, sentado en el regazo de la chica, se abrazaba a ella consolándola.

_Lo siento...- dijo ella al verse descubierta- es mi culpa... Si no fuera por mí estúpida idea, no estaríamos aquí.

_ Safo preciosa, - le rogó Vleis abrazándola- no llores.

_ Sí, no va contigo llorar como bebe. - Cárax estaba dispuesto a levantar los ánimos.

_ Lloró de rabia. Estoy disgustada conmigo misma por causarles tantos problemas.

_ La única razón por la que debes llorar es por no haberle ganado a Hermias y a Kurai, ¿verdad Vleis?.

_ Así es, nosotros estamos felices de estar aquí porque seguimos juntos. Si te hubieran desterrado a ti sola... eso...

_ ¡¡¡Eso es lo peor que podría pasar!!!! -declaró Cárax abrazando también a la chica, así quedaron los tres unidos en un mismo abrazo- ¡¡No quiero que nos separemos nunca!

_ Los amo... - exclamó llena de gratitud mientras dos grandes lagrimas escapaban de sus ojos, el gesto de sus amigos le había conmovido hasta las entrañas.

Sus Dragones quisieron unirse a la celebración y saltaron sobre ellos jugueteando.

_ Ustedes también son parte del equipo - les dijo Vleis mientras cada uno tomada a su dragón en brazos- somos afortunados al tenerlos con nosotros. Normalmente, los desterrados no pueden traer a sus dragones y estos mueren debido a la separación.

_ ¡Qué terrible! - chilló Cárax con el rostro lleno de pánico y aferrándose fuertemente a Akai.

_ El hecho que nos dejaran traerlos y que este destierro es temporal es una prueba de que tu ocurrencia no era un crimen, Safo.

_ Cierto, tu padre se mostró severo por obligación.

_ Sí, quiso probar que era justo en sus decisiones aunque se tratara de su hija.

_ Sí... aún así... pudo habernos puesto otro castigo. - reconsideró Safo- La tierra es el lugar con el que todos tienen pesadillas. Es preferible estar en el desierto del Este que aquí.

_ Cierto, aquí todo es sucio, caótico y decadente, temo que nos enfermemos - Cárax puso tal cara de niño asustado al decir esto que su dragón se rió de él, aunque compartía sus temores.

_ Cárax, siempre pensando como un Curador - le dijo con cariño Vleis mientras revolvía sus cabellos - No te preocupes, esto durará poco. Además debemos aprovechar la ocasión para aprender nuevos conocimientos. Traje conmigo muchas piedras de la sabiduría que nos permitirán mantenernos al día en nuestros estudios.

_ Pero, pensé que no estaba permitido traerlos.

_ Bueno, nadie se enteró. Y como no somos criminales, nadie me registró antes de que tu Padre nos transportara aquí.

_ ¡Eres genial, Vleis!- Cárax aplaudió como un niño.

_ Espera y verás lo genial que puedo ser. Creo que he ideado la mejor manera de obtener los conocimientos que necesitamos, si no me equivoco hay una fuente de saber en este mundo que puedo absorber.

_ Pero estas cosas - Safo señaló la computadora y los libros- No tienen conocimientos vivos. Aunque seas el mejor Aspirante a Sabio, no podrás tomar nada de ellos.

_ Pero si puedo hacerlo de los humanos - Se ufanó Vleis .

_ ¡Eso es peligroso! - exclamaron a unísono los otros dos.

_ No si ustedes me ayudan. Unos minutos después Vleis fue a buscar a una bibliotecaria. Esta accedió a acompañarlo hasta el cubículo donde los otros jóvenes esperaban.

_ ¿Qué problema tienen con la Computadora?

_ Véalo usted misma- le dijo Cárax dejándole el puesto.

_ Hasta ahora todo esta bien - dijo la mujer luego de tomar asiento y manejar un poco la Computadora- ¿Qué ...?

No pudo terminar la frase. Safo se colocó ante ella y extendiendo sus manos exclamó:

_ ¡Tiempo!

Al decir esto sus ojos resplandecieron, unas pulseras que llevaba en cada muñeca se extendieron como una espiral por su antebrazo formando un brazalete más grande; las piedras verdes que antes habían adornado cada pulsera también crecieron y quedaron colocadas sobre su mano, brillando al igual que sus ojos con un resplandor esmeralda. Todo su cuerpo quedó envuelto en un remolino de aire. A partir de ese momento la mujer y todos los demás que se encontraban en el edificio quedaron congelados. Solo los jóvenes de An-ki podían moverse.

Vleis tomó cartas en el asunto y puso sus manos sobre la cabeza de la mujer; apenas la tocó sufrió una transformación semejante a la de Safo: Sus pulseras se volvieron brazaletes con una piedra azul que comenzaron a resplandecer como sus ojos, y su cuerpo quedó rodeado por un remolino de agua que, a pesar de ser abundante, no le empapó la ropa.

_ ¡Suficiente!- exclamó Vleis alejándose de la mujer.

Sus ojos y sus brazaletes volvieron a la normalidad. Aquel contacto, que sólo duro unos segundos, lo dejó tan agotado que desfalleció. Afortunadamente, Cárax estaba preparado y lo sostuvo en sus brazos.

_ Ahora es mi turno - dijo recostando en el suelo a su amigo. Extendió sus manos dejando ver brazaletes semejantes a los de sus amigos excepto por la piedra rojiza que estos portaban. Puso una mano sobre el pecho y otra sobre la frentede Vleis, al instante sus ojos y brazaletes pasaron al mismo estado que en el caso de sus amigos y esta vez el joven quedó rodeado por un remolino tierra, hojas y raíces hasta que Vleis abrió sus ojos. Entonces Cárax despegó sus manos y todo volvió a la normalidad.

Vleis se incorporó, aun estaba aturdido.

_ Rápido, Aoi...- su dragón entendió en el acto y corrió hacia él llevando en sus manos una placa circular de piedra. Como su amo parecía sentirse muy mal, el pequeño dragón le sujetó la mano derecha y la colocó con la palma extendida sobre la piedra. En ese momento los ojos de Vleis brillaron y sus brazaletes volvieron a activarse, mientras en la roca comenzaba a formarse, a partir de su mano, una espiral de signos que parecían estarse grabando a fuego.Cuando toda la roca estuvo labrada, el joven volvió a la normalidad.

_ Ya está...- no había en su rostro el menor signo de malestar- ¿Cómo te encuentras tú, Cárax?

_ Estoy bien, considerando que evité que tu corazón se parara y tu mente se desquiciara... - en realidad, apenas podía mantenerse en pie.

_ Eres muy hábil con tu poder de manipular la fuerza vital de las cosas... - le halagó agradecido.

_ Y tú ya eres todo Sabío... ¡Es increíble que tomaras sus conocimientos de esa forma!...

_ ¿Ya terminaron de felicitarse? - les dijo con retintín Safo, quien había permanecido desplegando su poder hasta ese momento- ¡Este hechizo no es fácil de mantener...!

_ Perdona - se disculpó Vleis - No nos dimos cuenta de que las Hechiceras también se agotan.

Unas horas después, los tres desterrados en An-ki caminaban por la calle pensando que pasaban desapercibidos con sus dragones transformados en animales terrícolas. Pero, como es natural, una hermosa joven acompañada por un enorme perro de blanco pelaje; un distinguido joven que lleva abrazado un koala de color azul grisáceo y un vivaz muchacho que corre tras un halcón de plumaje rojizo... no pasan desapercibidos en nuestro mundo. Claro que pasar desapercibidos era sólo una parte de los problemas que tenían que resolver, debían sobrevivir en un mundo completamente diferente al suyo, que les desagradaba y causaba temor.

Afortunadamente el tiempo de destierro se les haría llevadero gracias a que estaban juntos...

 

 

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