Cap
V
Graduación
Los maestros de
la academia de Graikoi se sentían muy orgullosos de la última generación
que graduaban en sus aulas; el Alto Consejo ya había asignado su función
en el Reino a cada uno de los aspirantes y dentro de pocos días dejarían
de vivir en la academia para habitar cada pareja en una nueva residencia.
La mayoría habían sido destinados a permanecer en Graikoi, sólo Hermias
y Medea, fueron enviados a una de las ciudades más cercanas a los Mares
del Oeste.
Mas, el orgullo
de los Maestros no residía en ver a sus pupilos asumir responsabilidades
importantes sino en la laboriosidad que estaban manifestando en sus
últimos días estudiantiles. Acostumbrados a ver a los graduados aprovechar
sus últimos momentos para divertirse y holgazanear, se maravillaban
de que esta generación hacia todo lo contrario: Los Hechiceros pasaban
largas horas practicando un hechizo en conjunto; los Sabios revisaban
las crónicas más antiguas de la ciudad de Graikoi; los Científicos elaboraban
un nuevo tipo de cristal, muy útil seguramente, y los guerreros se entrenaban
con más empeño.
El corazón de los
Maestros se ensanchaba al ver los frutos de su labor en aquellos muchachos.
Habían hecho un buen trabajo y se felicitaban por ello. Estaban lejos
de imaginar que el motivo de aquella actitud no era el sentido de la
responsabilidad ni nada por el estilo, el verdadero motivo de la conducta
de los aspirantes era... ¡la venganza!.
Sí, ellos deseaban
vengar a sus compañeros Edilia y Calistenes, cuyas mentes habían quedado
severamente dañadas por los Zogos...¡Toda una vida limitada en pleno
florecimiento!...Todos deseaban hacer algo que aliviará la sensación
de impotencia que les embargaba. Eliminar a los Zogos parecía la mejor
opción, así que comenzaron a trabajar en equipo para hallar la madriguera
de aquellas criaturas y destruirlas.
Lo que también
estaban lejos de imaginar la mayoría era que estas acciones eran parte
del plan que Vleis había tramado cuidadosamente. El joven Sabio había
manipulado el sentimiento común del grupo y, sugiriendo por aquí y por
allá, había movido a todos a tomar tales determinaciones. Jugaba un
juego de ajedrez en el que sus amigos eran las piezas, esto le mantenía
tenso e incluso le llenaba de remordimientos.
_
¿Han terminado el Hechizo?- preguntó a Safo cuando se reunieron en su
habitación./ _ Sí. Y también estamos listos para transportar a cualquiera.
_ ¿Y qué hay del
cristal?
_ Estamos seguros
de que no fallará. - le respondió Cárax.
_ Los guerreros
sólo esperan que señalemos el día... y nosotros ya tenemos toda la información
que necesitamos. Por tanto... - Vleis cerró sus ojos puso un acento
extraño en sus palabras, parecía contrariado - Lo haremos esta noche.
_ ¡Bien!- exclamó
feliz Cárax - ¡Ya era hora!
_ Tenemos que ser
muy cuidadosos... si uno de nuestros compañeros sale herido por los
Zogos no me lo perdonaré jamás...
_ Sería mejor si
ellos supieran a lo que nos enfrentamos. - sugirió Safo quien también
temía por sus amigos.
_ Sí... - declaró
Cárax, - así tendrán más cuidado... y también más deseos de darle una
lección al Consejo destruyéndoles sus mascotas - Estaba cegado por el
deseo de venganza.
_ No, definitivamente
no. Los pondríamos en peligro como estamos ahora nosotros. El que los
Altos Señores fueran capaces de usar algo tan terrible como los Zogos
nos dejó ver lo que son capaces de hacer. Podemos esperar lo peor si
se enteran de lo que sabemos.
_ Es verdad. Todavía
me estoy preguntando por qué fueron tan drásticos con Edilia y Calistenes;
la solución que sugirió Cárax hubiera arreglado todo.
_ Supongo que no
les gusta que se les contradiga. Por lo menos a mi padre es peligroso
llevarle la contraria.
_ Debe haber una
razón de más peso. Pero he investigado en las crónicas sobre el sistema
de selección de parejas y todas dicen que existió desde el principio
de nuestro Reino. Aunque, es muy extraño puesto que nuestra actual organización
social se creó hace sólo 2500 años, y las otras formas de gobierno que
precedieron al Alto Consejo parecían tener tal control sobre las relaciones
sociales. Es una gran incoherencia en las crónicas, el que digan que
existió la selección de parejas pero no aparezca quién se encargaba
de tal cosa ni cómo lo llevaban a cabo.
_ ¿Y si las crónicas
se equivocan?
_ Imposible, durante
milenios, los sabios del Reino han dedicado su vida a crear y proteger
las crónicas.
_ Entonces... ¿Por
qué se contradicen...?
_ No tengo idea...
¡Ah!, - suspiró dándose por vencido- ¡cuando entre en la Cámara de los
Ancestros espero descubrir la respuesta a todas mis preguntas!
_ Conociéndote,
estoy seguro que lo averiguaras antes. Así que, por ahora, concéntrate
en eliminar a los Zogos... - los ojos de Cárax centellearon con fiereza-
¡Al fin recibirán lo que merecen!.
Las palabras de
Cárax pusieron fin a las vacilaciones del equipo y los impulsó a seguir
adelante con el plan. Esa noche 22 jóvenes fingieron irse a dormir como
todos los días y a media noche se encontraron en la terraza de su torre
residencial. El momento había llegado. Cada grupo había puesto sus talentos
al servicio de su meta común y ahora expondrían los frutos de sus esfuerzos.
_ Comencemos- dijo
Vleis y todos se colocaron sus túnicas ceremoniales.
Los Sabios formaron
un circulo en el centro de la terraza. Eran cinco jóvenes: Vleis, Sófocles,
Daira, Emelena y Dámaris. El sexto miembro del grupo era Calistenes
quien, lógicamente, no podía acompañarlos.
Al tomarse de la
mano emanaron su poder en forma de una columna de agua. Las cinco columnas
se unieron y comenzaron a formar un solo torrente de agua que giró en
el centro del circulo hasta condensarse en forma de una réplica de hielo
de la ciudad de Graikoi.
Este era el resultado
de arduos días de trabajo. Habían estado investigando en las antiguas
crónicas sobre las estructura arquitectónica de la ciudad de Graikoi.
Los planos de la ciudad eran información clasificada, así que tuvieron
que recoger datos para realizar su propio plano.
Los Sabios se separaron
y uno de ellos, llamado Sófocles, explicó.
_ Sospechamos que
los Zogos se encuentran ocultos en algún túnel subterráneo.
_Nos corresponde
a nosotros comprobarlo - dijo Safo impaciente por hacer su parte. Los
demás hechiceros no se hicieron de rogar. Se reunieron con Safo alrededor
de la figura de hielo y extendieron sus manos hacia esta. Emanaron su
poder en forma ráfagas de viento que rodearon la ciudad en miniatura
hasta desarmarla en muchos pedazos que giraron vertiginosamente hasta
que volvieron a juntarse y a reproducir la ciudad en miniatura.
La misión de los
Hechiceros consistió en crear un hechizo capaz de localizar a los Zogos
y transportar a los guerreros a su guarida. Parecía un trabajo simple,
algo que un solo hechicero hubiera resuelto, pero la cuidad estaba protegida
por los Altos Señores y los hechiceros guardianes, debían vencer sus
barreras sin que estos se dieran cuenta, allí residía el grado de dificultad.
Afortunadamente los aspirantes fueron lo suficientemente hábiles y lograron
su objetivo.
_ Los hemos encontrado-
dijo Medea, quien la hechicera de más edad - estamos listos para transportarlos.
_ Entonces, llegó
nuestro turno - dijo Cárax triunfante.
Los científicos
formaron también un circulo, pero no alrededor de la pequeña ciudad
de hielo, sino a un lado. Todos pusieron sus manos una sobre la otra,
y concentraron su poder. Al abrir sus manos un remolino de tierra se
formó en el centro del circulo y giró hasta condensarse en una piedra
brillante, un cristal del tamaño de la palma de una mano.
_ Bastará con detonarlo.
-dijo Cárax examinándolo- Pero deben asegurarse que los Zogos estén
dentro de un radio de dos kilómetros.
_ Tomaremos las
medidas necesarias - dijo Hermias acercándose a la replica de hielo-
¿Dónde se encuentran exactamente?
_Observa - le respondió
Safo mientras, extendiendo su mano, dividió la ciudad en dos y señalo
una cavidad bajo la torre principal.
_ ¿En el centro
de la ciudad?...- exclamó extrañado Sófocles- ¿Sólo allí?
_ Sí, no hay rastros
de más criaturas en otras zonas de Graikoi.
_ Que extraño...
_ Bueno, es una
gran cueva, es lógico que escogieran ese lugar como madriguera- Vleis
quería evitar que la mente despierta de su amigo sacara conclusiones
peligrosas.
_ La cueva tiene
cinco posibles vías de escape para los zogos, - dijo Hermias reunido
con los demás guerreros ante la imagen de hielo- Esto hará las cosas
más difíciles. Si son tan rápidos como recuerdan nuestros dragones tendremos
que sellar esos caminos antes de entrar a su madriguera.
_ Nuestros escudos
de fuego deben ser suficientes- dijo Clidia, compañera de equipo de
Hermias
_ Y si no lo son,
haremos emanar todo nuestro poder hasta derretir los muros- enfatizó
otro guerrero llamado Cosme- . Ya que si los Zogos escapan y se extienden
por la ciudad, causaríamos una tragedia.
_ Por supuesto
- contestaron a unísono los demás, gesto muy valiente ya que eso significaría
prácticamente enterrarse vivos.
_ Entonces, - Hermias,
como el guerrero de mayor edad, asumió el mando- Cosme y Melena se encargaran
de los conductos que van hacia el norte; Dafne del que va hacia el Este;
Clidia se encargará del que está al sur y Eneas del que va a la superficie.
Yo llevaré el Cristal al centro de la madriguera.
_ ¿Iras solo? -
Vleis se alarmó
_ Sí, no habrá problema.
Kurai me apoyará y detonaré la bomba apenas me transporten.
_ Yo iré contigo
- dijo el Sabio transformando su túnica en una armadura azul.
_ De ninguna manera
Vleis, es peligroso.
_ Acepta Hermias,
- intervino Sófocles- así reduciremos tus riesgos. Y, para asegurarnos
de que nada malo les pase a los dos, yo también voy - sin dejar tiempo
a replicas transformó su traje.
_ Supongo que no
puedo negarme ahora. - respondió Hermias sonriendo.
_ Somos del grupo
de los más antiguos- les dijo acercándose confidencial a Vleis y Hermias-
tenemos el deber de cuidar de los más jóvenes. ¡Vamos a cumplir con
ese deber!.
_ De acuerdo. -
le respondieron los dos compañeros que le admiraban como a un hermano
mayor aunque tuvieran la misma edad.
_ Les explicaré
como funciona el cristal. - indicó Hesíodo, uno de los científicos mayores-
Esta programado para destruir sólo a los Zogos. No importa cuantas otras
formas de vida estén en la zona, ninguna se verá afectada. Por lo tanto,
no duden en detonarlo.
_ Entendido.
Hermias recibió
el cristal y se colocó entre Vleis y Sófocles. Los Hechiceros se prepararon
para transportarlos junto con los demás guerreros. Todos estaban nerviosos,
era una misión suicida en cierta forma, su única oportunidad era aquel
cristal.
Para crearlo los
científicos habían invertido mucho de su tiempo y habilidad, y vencido
muchos obstáculos. El primero era la falta de información sobre el enemigo;
afortunadamente Cárax tuvo la genial idea de descifrar el ADN de los
Zogos a partir del análisis de los rastros de su veneno encontrados
en la sangre de sus compañeros y en la suya propia. De esta forma lograron
programar el cristal y también ratificaron, claramente, su teoría: los
Zogos no eran animales comunes, sino criaturas artificiales... Nadie
imagina cuánto tuvo que inventar Cárax para distraer la atención de
los demás científicos de este pequeño gran detalle.
Ya puestos en acción,
los hechiceros transportaron a los cinco guerreros antes que a los portadores
del cristal. Cada uno de los guerreros apareció en un pasillo y obstaculizó
el paso emanando su poder en forma de una espiral de fuego, sus dragones
se encargaron de cubrirles las espaldas.
Luego le tocó el
turno a Vleis, Hermias y Sófocles. Los hechiceros los hicieron aparecer
justamente en el centro de la zona donde su magia les había hecho percibir
a los Zogos. Los tres valientes se quedaron perplejos al ver el lugar.
No se trataba de una cueva oscura y sucia, como imagina cualquiera la
madriguera de un animal. Era más bien una cámara redonda con una gran
bóveda por techo, sus paredes eran de piedra blanca muy pulida, y en
todas estas había nichos dentro de los cuales podían ver claramente
a una criatura durmiendo.
Los tres sintieron
un frío de muerte invadiéndolos. Estaban rodeados de miles de criaturas
horrendas, semejantes a Sapos gigantes de color oscuro y piel babosa.
Si eran atacados por ellos con tanta desventaja, terminarían con sus
mentes trastornadas como Calistenes y Edilia... Había que detonar el
cristal de inmediato, pero ninguno de ellos era capaz de moverse; igual
ocurría con sus dragones, quienes permanecían inmóviles y alerta sobre
sus hombros.
Vleis sondeó la
mente de los Zogos y descubrió que eran autómatas, no tenían mente propia
por lo que sólo actuarían si alguien, con el poder de los Sabios, los
controlaba. Eso significaba que no había peligro, se relajó un poco.
Mas, al recordar que Sófocles también podía descubrir esto, envió un
mensaje telepático a Hermias.
_ ¡Hazlo ya! -
escuchó el guerrero en su cabeza y, recuperándose de su asombro, estrelló
el cristal entre sus manos.
Una fuerte luz invadió
el lugar y los Zogos se fueron desintegrando como si fueran figuras
de arena azotadas por el viento. En pocos minutos los nichos estaban
vacíos y los tres muchachos, con sus dragones, ilesos.
Los Hechiceros
los transportaron de inmediato, junto con los otros guerreros.
_ ¿Están seguros
de que sólo allí había Zogos? - les preguntó Hermias
_ Absolutamente-
le respondió Medea en nombre de sus colegas.
_ Parece demasiado
fácil... - murmuró el guerrero.
_ Sí... además ese
lugar parecía un laboratorio - intervino Sófocles- Creo que alguien
creó ahí esos animales.
_ ¿Un laboratorio
bajo la torre Principal de Graikoi...? se supone que no había nada en
ese lugar.- exclamó Daira, una de los sabios.
_ Debemos regresar
y revisar a dónde conducía el pasillo que yo custodié.- Pidió Eneas,
el otro compañero de equipo de Hermias- Si lleva a la superficie de
Graikoi, debe haber sido usado por quien creo a los Zogos.
_ Estamos sacando
conclusiones sin fundamente. - intervino Vleis tratando de disimular
su preocupación por lo cerca que estaban de la verdad sus compañeros-
Es probable que si fuera un laboratorio estuviera abandonado y los Zogos
se apoderaran de él. Recuerden que no sabemos nada del nivel de inteligencia
ni de la forma de vida de estos animales. Quizá se organizan en colonias
y esos nichos fueron hechos por ellos...
_ Es verdad...-
apoyaron Cárax y Safo.
_ Además, debemos
irnos de inmediato antes de que alguien nos descubra.
Con este último
argumento Vleis logró hacer que pospusieran el asunto y se marcharan
a sus habitaciones. Fue una calma momentánea, pues al día siguiente
enfrentarían las consecuencias verdaderas de sus actos.
Cuando el Consejo
se dio cuenta de la desaparición de los Zogos no tardó mucho en averiguar
que había sido obra de la última generación de aspirantes de la Academia.
Su rabia e indignación era casi incontenible, pero, conscientes de que
estaban en desventaja, decidieron tomarse las cosas con calma y averiguar
primero cuánto sabían los chicos para tomas medidas represivas.
Como todo en Graikoi
tenía un protocolo, llamaron a los mayores de la generación, los que
nacieron durante el primer año de sus Triduo de la Fertilidad. Así que,
alrededor del medio día, se presentaron ante el Consejo, con sus túnicas
ceremoniales, Vleis, Sófocles, Hermias, Cosme, Medea,Emelena, Daira
y Dámaris. Todos estaban preparados para asumir su responsabilidad valientemente
y tratar de salvar a los más jóvenes del castigo.
Para Vleis esta
entrevista iba a ser todo un reto, ya que debía bloquear, sin que lo
notaran, una parte de su mente para que ni el Rey ni su Madre, los dos
Sabios del Consejo, descubrieran que sabía toda la verdad sobre los
Zogos. Afortunadamente no tuvo que encargarse de explicar nada, los
demás, en especial Sófocles y Hermias, expusieron a los Altos Señores
los motivos que tuvo toda la generación para acabar con los Zogos, estos
motivos se resumían en dos nombres: Calistenes y Edilia.
El Consejo se vio
desarmado, no podía reprender a los muchachos por lo que realmente estaban
molestos: el haber destruido a todas sus útiles criaturas. Por lo que
se limitaron a regañarlos por haber arriesgado su vida y advertirles
que en próximas ocasiones debían dejar todo en manos de su guardia personal.
A Vleis le parecía
que todo iba saliendo bien. Podía sentir cómo eran sondeadas las mentes
de sus compañeros y la suya por los Altos Señores. Esperaba que, al
no encontrar nada que representara un riesgo para ellos, los dejarían
marchar. Pero Sófocles complicó todas las cosas.
_ Con el permiso
de sus Majestades, - dijo el joven dando un paso adelante- quisiera
pedir que se siga investigando acerca de estas criaturas y su aparición
en la ciudad. Cuando bajamos a su guarida me dio la impresión de que
se trataba de un laboratorio. Sospecho que estos animales fueron manejados
por alguien, además, no parecen ser criaturas naturales de An-Ki y...-
el joven continuó hablando sin darse cuenta de que hacia un paseo suicida
sobre una cuerda floja.
Mientras, la desesperación
de Vleis crecía con cada palabra que pronunciaba su amigo. Agradecía
tener puesta su capucha para disimular su nerviosismo. De pronto se
llevó un gran susto al escuchar una voz en su mente:
_ Él representa
una amenaza...
_ Debemos evitar
que averigüe más sobre los Zogos...- Contestó alguien también dentro
de su cabeza, dejándolo más confundido.
_ Hay que hacer
algo para que olvide todo este asunto...
Esa última voz
le fue familiar: era su madre. Comprendió que estaba escuchando los
pensamientos de los Altos Señores, más aún, estaba escuchándolos comunicarse
telepáticamente, pero... ¿cómo?. Ellos poseían mentes más fuertes que
la suya, esto no era posible... ¿Acaso su mente era capaz de tal hazaña?.
Sin embargo, todo había ocurrido sin que él lo quisiera, ¿era posible
violar las barreras mentales de los Altos Señores sin querer...?
Fuera cual fuera
la respuesta, ahora debía tratar de salvar a Sófocles a toda costa.
_ ¡Por favor, Sófocles!
- le interrumpió con un tono algo socarrón - ¡no hablaras en serio!.
Sólo estuvimos unos segundos en ese lugar. Además, recuerda que esos
Zogos nos son completamente desconocidos.
_ Pero Vleis...
_ Piensa en que
ya están eliminados; lo demás corre por cuenta del Conseja, al que ya
le hemos quitado mucho tiempo. Y...- Vleis se distrajo, alguien había
entrado en su mente y lo estaba violentando. No era su madre ni el Rey,
tampoco era uno de sus compañeros... entonces ¿quién...?. ¿Qué haría?,
si continuaba así, quedaría en evidencia su bloqueo mental. - Y... Además...
Yo pienso...- quien fuera el intruso no buscaba información sino hacerlo
quedar en ridículo ya que estaba tratando de desordenarle las ideas.
En otra ocasión
el joven hubiera vencido con facilidad este ataque, pero tenía a dos
Altos Señores sondeándolo y una barrera que ocultar y un discurso que
hacer coherente y creíble. También estaba el hecho de que oía las comunicaciones
telepáticas de los miembros del Consejo, en resumen: la cabeza de Vleis
se llenó de tanto ruido que ya no podía escucharse a sí mismo y casi
perdió el equilibrio. Sófocles lo sostuvo.
_ ¿Qué te pasa?_
le quito la capucha y vio que su amigo tenía los ojos desorbitados y
el rostro bañado en sudor
Vleis no pudo contestar,
ahora escuchaba los pensamientos de Sófocles, Hermias y los otros compañeros,
además de los guardias y algunos asistentes del Consejo que se encontraban
en una Sala contigua. Estaba a punto de perder su concentración, y dejar
en evidencia todo lo que resguardaba en su mente, cuando sintió una
fuerte presencia, una mente que tomaba control de la suya manteniendo
su barrera psíquica y echando al intruso que le violentaba, a la vez
parecía saber evitar que lo notaran su Madre y el Rey. Había algo tan
familiar en esa presencia que Vleis se dejó en sus manos.
_ ¿Vleis, qué te
pasa? - Sófocles le tenía todavía abrazado y los otros lo rodearon preocupados.
_ Lo que te decía,
que todos estamos muy agotados... olvidemos ya este asunto, tenemos
suerte de haber exterminado a los Zogos y de que el Consejo no nos mande
de paseo a la Tierra... - y en un tono más confidencial, le suplicó
- por favor, deja las cosas así...
_ Esta bien...
Vamos, te llevaré con los Curadores...
Se despidieron
del Consejo y dejaron la Sala para llevar a Vleis a la Torre Terapéutica,
pero él se negó alegando que sólo se trataba de cansancio. Le condujeron
a su habitación, donde toda la generación se reunió y recibió la gran
noticia de que no serían castigados.
El Consejo se quedó
discutiendo varias horas sobre cómo terminar de una vez por todas con
este "asunto de los Zogos". Determinaron que Sófocles seguía siendo
un factor de riesgo que debían reducir. También repararon en la debilidad
de Vleis.
_ Por un lado,
- dijo el Rey satisfecho- lo que han hecho nos demuestra que esta generación
es la más talentosa que hemos conseguido crear en nuestros años de gobierno.
_ También es la
más inquieta y por tanto peligrosa - agregó su mujer - el mayor ejemplo
lo tenemos en Safo.
_ Lo que no comprendo
es cómo el que considerábamos más fuerte ha mostrado estar más agotado
que los demás.- señaló Evelia refiriéndose a Vleis.
_ Como ya he dicho,
Vleis no es el más calificado para ser el Rey - Jasón gozó cada palabra
que pronunció.
_ Lamentablemente,
por lo que hemos visto hoy, parece que tenias razón- se lamentó Egle.
Pero no se crea
que su tristeza brotaba de sus entrañas maternas, en realidad ella y
los otros miembros del Consejo se sentían defraudados porque el chico
era su favorito y constantemente habían apostado por él, ahora Jasón
podía reírse en sus caras y esgrimir que su favorito era el más indicado
para presidir el futuro Alto Consejo. ¿Quién era este favorito?... pues
escúchenlo de sus propios labios:
_ Espero que ahora
escuchen mis sugerencias acerca del joven Hermias... Sobretodo porque
solucionaremos el problema que nos representa Sófocles al mismo tiempo.
_ Somos todo oídos
- dijeron los otros Consejeros muy interesados, las ideas de Jasón siempre
eran efectivas, macabramente efectivas.
En su habitación,
Vleis estaba sufriendo el peor ataque de jaqueca y nauseas de su vida.
Incluso su temperatura comenzaba a subir.
_ ¿Pero qué diablos
te hiciste...?- grito Cárax desesperado al ver a Vleis a punto de devolver
su desayuno.
_ ¡Cúralo ya Cárax!
- le regañó Safo.
_ ¡Pero no esta
enfermo!. Cuando llegó aquí, sólo estaba mareado. Después que se fueron
los muchachos, intentó entrar en la mente de no sé quien y ya vez en
qué terminó.
_ ¡No puedo callarlos!-
gritó Vleis...
_ A quien? - preguntaron
al unísono los dos chicos.
_ ¡A todos! ¡Tengo
toda la ciudad en mi cabeza...! -efectivamente, escuchaba una multitud
de voces en su mente y le era imposible distinguir una de otra...
_ ¿Qué vamos a
hacer?
_ Llamemos a los
otros Sabios... alguno sabrá qué le pasa.
_ ¡Basta....! -
Vleis se levantó y corrió hacia la ventana- ¡Ya cállense...!
_ Se va a volver
loco...
Aoi no soportó
más y tomó cartas en el asunto. Se paró frente a su amo y concentró
todo su poder, luego emitió un grito agudo que mantuvo resonando tanto
como pudo. Después, se derrumbó inconsciente.
Aquel grito dio
resultado, Vleis lo había escuchado en su mente con tal fuerza que ya
no pudo escuchar nada más y, lo que fue mejor, sintió que otra mente
le ayudaba a pacificar la suya, otra mente amiga. Cuando recuperó el
control, se acercó a su dragón y, poniéndose de rodillas, lo abrazó
con ternura y gratitud.
_ Fuiste tú quien
me ayudó, tanto ahora como en la Sala del Consejo... Aoi, mi pequeño,
gracias...- y le besó. Aoi abrió los ojos y lamió la cara de su amo
con su delicadeza acostumbrada.
_ ¿Qué fue lo que
pasó Vleis?
_ No estoy seguro,
en la sala del Consejo pude escuchar las mentes de los Altos Señores
sin proponérmelo y, cuando traté de hacerlo ahora, quedé conectado con
casi todos los habitantes de Graikoi. No se qué me pasa pero, temo que
si sigo así... yo... no podré dejar la academia ni calificaré para ser
un Alto Señor...
Vleis abrazó a Aoi
con más fuerza mientras sentía su futuro amenazado. Sus amigos se sentaron
junto a él y lo abrazaron. Habían creído que seria un día para celebrar
por su venganza, ahora estaban llenos de temor por su amigo.