|      El Genarílisimo Máximo Gómez, Jefe del Ejercito
                        Libertador de Cuba (ELC), que se mantenía en Yaguajay
                        -receloso y expectante, porque no veía clara la situación-
                        no se escondía en mostrar su profundo disgusto por la
                        forma en que se conducían los ocupantes yanquis; así
                        en su Diario de Campaña hizo dos anotaciones que son
                        una muestra palpable de tales sentimientos
                         1- El 24 de septiembre de 1898: 
                         “... Según lo pactado entre España y los Estados Unidos, la evacuación por parte de los españoles, de la isla, se hará despacio y cómodamente, para después  ocuparla los americanos. Mientras tanto, a los cubanos  nos ha tocado el despoblado y por premio de nuestros servicios de nuestro cruento sacrificio; el hambre y la desnudez, que hubieran sido más soportables en plena guerra que en esta paz, donde no nos es permitido ostentar nuestros laureles tan bien conquistados.Pero no son instantes de comentarios y lo sensato es saber esperar”.
 2.- El 29 de diciembre de 1899: 
                         “Los americanos están cobrando demasiado caro
                        con la ocupación militar del País, su expontánea
                        (sic) intervención, en la guerra que con España hemos
                        sostenido por la Libertad y la Independencia (...) La actitud del Gobierno Americano con el heroico Pueblo
                        Cubano, en estos momentos históricos, no revela a mi
                        juicio más que un gran negocio (...)
 Nada más racional y justo, que el dueño de
                        una casa, sea él mismo que la va a vivir con su
                        familia, el que la amueble y adorne a su satisfacción y
                        gusto; y no que se vea obligado a seguir, contra su
                        voluntad y gusto, las imposiciones del vecino.
 De todas estas consideraciones se me antoja creer
                        que, no puede haber en casa verdadera paz moral, que es
                        la que necesitan los pueblos, para su dicha y ventura;
                        mientras dure el Gobierno transitorio; impuesto por la
                        fuerza dimanante de un Poder extranjero y por tanto
                        ilegítimo, e incompatible con los principios que el
                        País entero ha venido sustentando tanto tiempo y en
                        defensa de los cuales se ha sacrificado la mitad sus
                        hijos y desparecido todas sus riquezas (...)
 La situación pues, que se le ha creado a este pueblo;
                        de miseria material y de apenamiento, por estar cohibido
                        en todos sus actos de soberanía, es cada día más
                        aflictiva, y el día que termine tan extraña situación,
                        es posible que no dejen los americanos aquí ni un
                        adarme de simpatía”
   
                        El Generalísimo puso en conocimiento de la
                        Asamblea del Cerro -mediante una carta privada-  sus opiniones y preocupaciones, pero la Asamblea, inmersa en
                        sus trajines para obtener el reconocimiento
                        norteamericano, no atendió el llamado de Gómez, ni sus
                        propuestas y sugerencias –como la de redactar rápidamente
                        una Constitución para la República de Cuba para, según
                        él, abreviar la ocupación extranjera- respondiéndole
                        que no compartía sus preocupaciones, lo cual hizo
                        resurgir las viejas discrepancias entre el veterano
                        luchador y el órgano político ahora convertido en la
                        Asamblea del Cerro.
                           
                        De más está decir que los norteamericanos
                        aprovecharon las discrepancias en el seno de los cubanos
                        y pusieron en práctica una de sus clásicas
                        habilidades: un plan divisionista que enfrentara por un
                        lado a la Asamblea del Cerro y por el otro al General en
                        Jefe, con el objetivo de destruirlos a los dos y dejar al
                        pueblo cubano sin ningún tipo de representación, ya
                        que en el mes de diciembre de 1898, Tomás Estrada
                        Palma, delegado del PRC y residente en Estados Unidos,
                        había cometido, como mínimo, un grave error y de forma
                        unilateral publicó una circular, en el periódico
                        Patria, dando a conocer la disolución del Partido bajo
                        la excusa de ya no tenía razón de ser. Esta acción,
                        por una parte había dejado al pueblo cubano sin la orientación
                        política adecuada y constituía, además, una traición
                        al pueblo de Puerto Rico, puesto que se abandonaba su
                        defensa como estipulaba el Programa del PRC. 
                            Para poner en práctica
                        sus planes, el Presidente yanqui McKinley envió a Cuba,
                        a finales de enero de 1899, a Robert Porter para que se
                        entrevistara con Máximo Gómez; así lo hizo y en la
                        entrevista Porter aseguró a Gómez que los
                        norteamericanos respetarían la Resolución conjunta
                        –es decir lo referente a la independencia de Cuba- y
                        le brindó información sobre las gestiones llevadas a
                        cabo por la Comisión de la Asamblea para obtener el
                        empréstito –que consideraba excesivo- así como del
                        “donativo” ofertado por McKinley. Gómez –que erróneamente
                        pensaba en que el licenciamiento del ELC sería útil y
                        opuesto a que la República naciera endeudada por un
                        empréstito- cayó en la trampa yanqui y coincidió en
                        que la mejor opción sería rechazar tal empréstito y
                        aceptar el ofrecimiento norteamericano; también convino
                        con Porter en que su presencia en La Habana sería
                        beneficiosa para participar en la toma de decisiones, lo que a
                        largo plazo significaría profundizar las discrepancias
                        en el campo de los cubanos.
                            El 24 de febrero de 1899
                        Máximo Gómez hizo su entrada en La Habana donde tuvo
                        un recibimiento triunfal.
                         Orestes
                        Martí
 |