La Página de Orestes 

 

Máximo Gómez

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24 de febrero de 1899
Entrada en La Habana de
 Máximo Gómez

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Residencia de Máximo gómez en "La Quinta de los Molinos"


El Arte de la Comunicación

Guantánamo: las claves están en el pasado (V)

     El Genarílisimo Máximo Gómez, Jefe del Ejercito Libertador de Cuba (ELC), que se mantenía en Yaguajay -receloso y expectante, porque no veía clara la situación- no se escondía en mostrar su profundo disgusto por la forma en que se conducían los ocupantes yanquis; así en su Diario de Campaña hizo dos anotaciones que son una muestra palpable de tales sentimientos

1- El 24 de septiembre de 1898: 

“... Según lo pactado entre España y los Estados Unidos, la evacuación por parte de los españoles, de la isla, se hará despacio y cómodamente, para después ocuparla los americanos. Mientras tanto, a los cubanos nos ha tocado el despoblado y por premio de nuestros servicios de nuestro cruento sacrificio; el hambre y la desnudez, que hubieran sido más soportables en plena guerra que en esta paz, donde no nos es permitido ostentar nuestros laureles tan bien conquistados.
Pero no son instantes de comentarios y lo sensato es saber esperar”.
 

2.- El 29 de diciembre de 1899: 

“Los americanos están cobrando demasiado caro con la ocupación militar del País, su expontánea (sic) intervención, en la guerra que con España hemos sostenido por la Libertad y la Independencia (...) 
La actitud del Gobierno Americano con el heroico Pueblo Cubano, en estos momentos históricos, no revela a mi juicio más que un gran negocio (...)
Nada más racional y justo, que el dueño de una casa, sea él mismo que la va a vivir con su familia, el que la amueble y adorne a su satisfacción y gusto; y no que se vea obligado a seguir, contra su voluntad y gusto, las imposiciones del vecino.
De todas estas consideraciones se me antoja creer que, no puede haber en casa verdadera paz moral, que es la que necesitan los pueblos, para su dicha y ventura; mientras dure el Gobierno transitorio; impuesto por la fuerza dimanante de un Poder extranjero y por tanto ilegítimo, e incompatible con los principios que el País entero ha venido sustentando tanto tiempo y en defensa de los cuales se ha sacrificado la mitad sus hijos y desparecido todas sus riquezas (...)
La situación pues, que se le ha creado a este pueblo; de miseria material y de apenamiento, por estar cohibido en todos sus actos de soberanía, es cada día más aflictiva, y el día que termine tan extraña situación, es posible que no dejen los americanos aquí ni un adarme de simpatía”
 

   El Generalísimo puso en conocimiento de la Asamblea del Cerro -mediante una carta privada-  sus opiniones y preocupaciones, pero la Asamblea, inmersa en sus trajines para obtener el reconocimiento norteamericano, no atendió el llamado de Gómez, ni sus propuestas y sugerencias –como la de redactar rápidamente una Constitución para la República de Cuba para, según él, abreviar la ocupación extranjera- respondiéndole que no compartía sus preocupaciones, lo cual hizo resurgir las viejas discrepancias entre el veterano luchador y el órgano político ahora convertido en la Asamblea del Cerro.

   De más está decir que los norteamericanos aprovecharon las discrepancias en el seno de los cubanos y pusieron en práctica una de sus clásicas habilidades: un plan divisionista que enfrentara por un lado a la Asamblea del Cerro y por el otro al General en Jefe, con el objetivo de destruirlos a los dos y dejar al pueblo cubano sin ningún tipo de representación, ya que en el mes de diciembre de 1898, Tomás Estrada Palma, delegado del PRC y residente en Estados Unidos, había cometido, como mínimo, un grave error y de forma unilateral publicó una circular, en el periódico Patria, dando a conocer la disolución del Partido bajo la excusa de ya no tenía razón de ser. Esta acción, por una parte había dejado al pueblo cubano sin la orientación política adecuada y constituía, además, una traición al pueblo de Puerto Rico, puesto que se abandonaba su defensa como estipulaba el Programa del PRC. 

   Para poner en práctica sus planes, el Presidente yanqui McKinley envió a Cuba, a finales de enero de 1899, a Robert Porter para que se entrevistara con Máximo Gómez; así lo hizo y en la entrevista Porter aseguró a Gómez que los norteamericanos respetarían la Resolución conjunta –es decir lo referente a la independencia de Cuba- y le brindó información sobre las gestiones llevadas a cabo por la Comisión de la Asamblea para obtener el empréstito –que consideraba excesivo- así como del “donativo” ofertado por McKinley. Gómez –que erróneamente pensaba en que el licenciamiento del ELC sería útil y opuesto a que la República naciera endeudada por un empréstito- cayó en la trampa yanqui y coincidió en que la mejor opción sería rechazar tal empréstito y aceptar el ofrecimiento norteamericano; también convino con Porter en que su presencia en La Habana sería beneficiosa para participar en la toma de decisiones, lo que a largo plazo significaría profundizar las discrepancias en el campo de los cubanos.

   El 24 de febrero de 1899 Máximo Gómez hizo su entrada en La Habana donde tuvo un recibimiento triunfal.

Orestes Martí