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                        Un mes después de
                        los comicios municipales y después de entrevistarse con
                        McKinley y otros altos funcionarios yanquis, Leonard
                        Wood convocó a nuevas elecciones, en este caso, para la
                        formación de una Asamblea Constituyente, cuya tareas
                        serían, según el propio Wood: "Redactar y adoptar
                        una constitución para el pueblo de Cuba y como parte de
                        ella proveer y acordar con el Gobierno de los Estados
                        Unidos en lo que respecta a las relaciones que habrían
                        de existir entre aquel gobierno y el gobierno de
                        Cuba..."
                          
                        Ya me dirá usted, que pinta en la Constitución
                        de un país, que se supone independiente y soberano,
                        explicitar las relaciones que se van a desarrollar con
                        otro en específico; pues lo mismo pensaron la mayoría
                        de los cubanos de entonces de aquel hecho por el que se
                        incluía en la ley fundamental de la República, lo
                        referente a las relaciones con Estados Unidos; con toda
                        lógica, consideraban humillante la
                        imposición del procónsul yanqui.
                           
                        En septiembre de 1900 comenzó a sesionar la
                        Asamblea Constituyente. Contaba con 32 miembros y muy
                        pronto se manifestó la existencia de un grupo, dentro
                        del cual se destacaban Juan Gualberto Gómez, Manuel
                        Sanguily y Salvador Cisneros Betancourt, que eran los
                        que mejor representaban el sentir mayoritario del pueblo
                        cubano. Los asambleístas decidieron dedicar toda la
                        atención a la redacción del texto constitucional
                        primero, para discutir después lo relativo a las
                        relaciones con Estados Unidos. 
                           
                        En febrero de 1901 la constitución quedó
                        concluida y como era de esperar, la 
                        comisión, a la que la Asamblea había encargado
                        elaborar el proyecto sobre las relaciones entre los
                        Estados Unidos y Cuba, consideró que en la carta
                        constitucional no debía incluirse ningún acuerdo
                        especial de ese tipo, ya que, era obvio, sería una
                        atribución del gobierno de la República establecer las
                        relaciones, según estimara conveniente, tanto con los
                        Estados Unidos como con los demás países del mundo. 
                           
                        El Gobierno Imperial reaccionó como era de
                        suponer ante aquél desafío criollo y transmitió al
                        gobernador neocolonial instrucciones precisas de imponer
                        sus criterios, a lo que Wood puso de inmediato manos a
                        la obra, invitando a la Comisión designada por la
                        Asamblea a una "cacería" en la zona sur de Matanzas,
                        conocida como la Ciénaga de Zapata -lejos estaba Wood
                        de prever que en aquella misma zona, muchos años después,
                        su imperio conocería su primera derrota en América, en
                        las arenas de Playa Girón- para dar a conocer a sus
                        miembros el contenido de una carta recibida por él
                        –Emilio Roig de Leuchsenring la denominó “borrador
                        de la Enmienda Platt”(6)– remitida por el
                        secretario de guerra norteamericano Elihu Root; en ella,
                        se establecían las condiciones sobre las cuales debían
                        fijarse las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos.
                           
                        Está de más decir la indignación que causó en
                        los miembros de la Comisión
                        la grosera intromisión yanqui; incluso se evaluó
                        la posibilidad de disolver la Asamblea o Convención
                        Constituyente ante aquella proposición intolerable; sin
                        embargo, las fuerzas imperiales y anexionistas no
                        perdieron tiempo y el 25 de febrero de 1901 el senador
                        yanqui Orville Platt presentó al Congreso de los
                        Estados Unidos una enmienda en la que se recogía
                        "las sugerencias" de la carta leída por Wood
                        en la “cacería” de Matanzas. Unos días después la
                        “Enmienda Platt” se convertía en Ley, por lo que
                        los cubanos solo tenían ante sí dos caminos: o
                        aceptarla o no tener República. La Enmienda fue
                        presentada por el Gobernador yanqui a la Asamblea
                        Constituyente para que fuera adicionada como apéndice
                        de la Constitución, en el mes de marzo de 1901.
                           
                        Fue así como los yanquis se hicieron con la
                        porción del territorio cubano donde instalaron la hoy
                        tristemente famosa Base Naval de Guantánamo, de acuerdo
                        a lo estipulado en el artículo 7° de la Enmienda Platt. 
                            Decida usted ahora si es imprescindible o no conocer
                        esta historia para 
                        comprender el por qué los cubanos la consideran  “ilegal”
                        y los grandes y poderosos "medios" la obvian.
                         
                          
                          (6)
                          Enmienda Platt  
                          Artículo
                          7° Que para poner en condiciones a los Estados Unidos
                          de mantener la independencia de Cuba y proteger al
                          pueblo de la
                          misma,
                          así como para su propia defensa, el Gobierno de Cuba
                          venderá o arrendará a los EE.UU. las tierras
                          necesarias para carboneras o estaciones navales
                          ciertos puntos determinados que se convendrán con el
                          Presidente de los Estados Unidos. Orestes
                        MartíLas Palmas de Gran Canaria
 
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