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BOSQUE MARTIANO DEL ARIGUANABO.
Las plantas, que crecen al influjo del ambiente ariguanabense, fueron buscadas en disímiles rincones de nuestra geografía y muchas de ellas, aún retoños, en intrincados parajes de las serranías del oriente del país, donde las vio en su medio natural hace más de un siglo nuestro Héroe Nacional. En el conocido diario de campaña De Cabo Haitiano a Dos Ríos, Martí hace constantes menciones sobre la rica flora que encuentra a su paso. Y precisamente el inventario de aquellas plantas que mencionó sirvió de base y meta para reunirlas en un solo sitio y velar por su desarrollo. Rafael Rodríguez Ortíz – que en un plano menos formal responde al apelativo abreviado de Felo- es el creador de este Proyecto de Bosque Martiano, recientemente galardonado con uno de los premios provinciales de Cultura Comunitaria. El sitio escogido está delimitado- a pocos pasos de la carretera y próximo al borde suroccidental de San Antonio – por una cerca simbólica, en un lugar que increíblemente era, cuando el proyecto aún no existía, un vertedero. Una portada rústica y llena de poesía, una talanquera y un estrecho portón peatonal, dan la bienvenida a esta obra en plena naturaleza, amasada por el ingenio de su creador. Es curioso ver cómo se han aclimatado, en perfecta armonía, árboles y arbustos procedentes de localidades diferentes entre sí en cuanto a suelos, humedad, altitud, etcétera. Un bosquecillo de majaguas, tras la entrada, brinda la sombra necesaria para escuchar a Felo desde duros asientos pétreos. Los orígenes del proyecto, los obstáculos, la voluntad para llevarlo adelante y las nuevas y maravillosas ideas de inminente aplicación brotan de sus labios con inusitado ímpetu y entusiasmo. Al calor de sus apasionadas palabras la viste percibe, a un costado, cocoteros y plátanos, naranjos y caña de azúcar, árboles de caimito y mango, hasta superar las más de 40 especies que fueron mencionadas por Martí en el citado diario. En un sitio especial, conformando un dúo, una ceiba y una palma real demuestran que pueden crecer juntas, aunque ello no ocurra en la naturaleza con mucha frecuencia. El Bosque Martiano del Ariguanabo no solo bulle de vida vegetal. Su creador, incansable en el perfeccionamiento de la obra, la pone a disposición de las nuevas generaciones como ejemplar vivencia e inolvidable recuerdo formativo. Y muy pronto, según afirma, varias especies animales fijarán definitivamente su morada en el lugar, entre ellas las jutías. Troncos de madera convenientemente situados en una pequeña pendiente representan los campamentos de Martí en su último trayecto por la geografía mambisa de 1895. El conjunto, con las anotaciones pertinentes, parece presidir el proyecto. Muy pronto, una réplica de la campana de La Demajagua ocupará su sitio entre dos robustos pilares de madera y cuando los mangos lo permitan, una hamaca encontrará sitio entre ellos como recordatorio permanente de la Protesta de Baraguá. Felo no pierde oportunidades. Su bosque está a disposición de la enseñanza y la formación virtuosa de la niñez y la juventud. La palabra "Cuba" resuena con énfasis en sus labios cuando la menciona, especialmente si lo hace frente a niños que extasiados, esperan encontrar al Apóstol de la independencia nacional entre aquellos árboles sembrados y cuidados con infinito amor. Una obra como esta merece respeto y admiración. En eso y en su posible utilidad docente pensaba cuando, unas tardes atrás, luego de visitar en compañía de Felo sus plantas, el grupo del que formábamos parte llegó al sitio escogido para una breve velada cultural y la entrega posterior de los premios provinciales de Cultura Comunitaria. En la puerta del cine del Círculo de Artesanos de San Antonio, un grupo de niños ataviados para actuar nos daba la bienvenida. Entramos y una pionera, señalándolo con el dedo índice, lo identificó, expresando a sus compañeritos...!Miren, es Felo, el del Bosque Martiano!. Varios de los asistentes nos miramos y una sonrisa cómplice recorrió nuestros rostros, mientras Felo, con el mismo cariño con que le habla a sus plantas veneradas, besaba y acariciaba a la pequeña concurrencia que, sin quererlo tal vez, le rendía el mejor de los homenajes.
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Un bosque de Cuba ![]()
Margarita Barrio
Una cerca de Almácigo, que con su piel de seda roja anuncia la
noble idea que guarda, rodea el Bosque Martiano de San Antonio de los Baños. A
la derecha una tarja colocada en la primavera del pasado año anuncia que se
trata de una institución insignia de la Sociedad Cultural José Martí.
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