A Marichal
GLOSA
Al
despertar la mañana
la brisa peina y despeina
la melena de la reina
de la campiña cubana.
I
Muerto
José Marichal
la décima es un lamento,
y están los ojos del viento
lagrimeando en el rosal.
Como el más frágil metal
se astilla la porcelana,
se duele la palma cana
por el último desmoche
y hay una sombra de noche
al despuntar la mañana.
II
El mueble donde se puso
a escribir la última vez
quiere hablar, porque tal vez
le quedó un verso inconcluso.
Al panal como un recluso
se le fue la última reina
y más de un rostro se empeina
como la flor que se mustia
cuando por peines de angustia
la brisa peina y despeina.
III
Hay en las aguas del río
como una sal espumante
por el lagrimear constante
que baja del lomerío.
Amargo es el goterío
del palmar que se despeina
y cuanto más se repeina
con todo el poder que manda
más se agita y se desanda
la melena de la reina.
IV
Todo parece un tributo
al hombre, cuyos instintos
tuvieron marcos distintos
hasta el último minuto.
En el dolor y en el luto
la tristeza nos hermana,
y desde la más lejana
noche de los sufrimientos
están cayendo fragmentos
en la campiña cubana