Reflexiones
¡Hombre has dicho!, para hablar
del
hombre no basta un rato,
precisa
cierto recato,
medir
y profundizar.
No
es como echar a volar
las
palomas de un anhelo,
lo
que media entre hombre y cielo
mueve
a un examen profundo
y
el que no mida ese mundo
se
queda a mitad del vuelo.
El hombre en sus dimensiones
es
más que un ser animado
pero
no está liberado
de
las interrogaciones.
Urgen
grandes conclusiones
para
después definir,
porque
no basta decir
yo
soy hombre y tengo un nombre
entre
la vida y el hombre
hay
mucho que discutir.
Yo no hablo de hombres perfectos
porque
en ciertas actitudes
hay
unos con más virtudes
y
hay otros con más defectos.
Yo
puedo hablar de hombres rectos
celosos
de su moral,
honradez
superficial
diríamos,
la pintura
de
un mentís, porque en la hondura
no
hay una honradez igual.
Puede un hombre ir a la guerra
rifle
en mano, darlo todo
para
curar con su yodo
las
heridas de la tierra.
Desafiar
de llano a sierra
a
la muerte en su bravura,
derramar
su sangre pura
en
el peor laberinto;
y
tener manchado el cinto
que
le aprieta la cintura.
Hombre no es el que pelea
por
pelear sencillamente,
hombre
es el que está consciente
de
un principio, de una idea.
Hombre
no es el que alardea
y
en falsas pasiones arde,
porque
detrás del alarde
no
hay más que un simple barniz
y
si vas a la raíz
te
encuentras con un cobarde.
Yo he visto a un hombre -¡que ingrato!-
citar
a una joven bella
para
saciarse con ella
en
amoroso arrebato.
En
la dimensión de un rato
le
ha robado la moral,
y
a ella, después, que fatal,
sin
ninguna recompensa
le
ha caído la vergüenza
llorando
en el delantal.
Cuando en el mar de la vida
a
todos los puertos vamos
de
navegar nos cansamos
y
el agua nos intimida.
En
vano es que se me pida
que
dé perlas sin tenerlas,
a
mis años buscar perlas
es
casi una terquedad
porque
al peso de mi edad
ya
no hay ojos para verlas.
Joven pasé por los huertos
con
la savia de mi vida
y
hasta en corteza podrida
florecieron
mis injertos.
Injerté
en árboles muertos
y
rehicieron sus tamaños,
pero
después de mis años
es
negar el porvenir
si
a lo que empieza a vivir
le
injerto mis desengaños.
Un niño recién nacido
nos
muestra su piel de seda
y
en mis arrugas se enreda
medio
siglo mal vivido.
El
tiempo que ha transcurrido
ni
regresa ni se para
y
el sol parece una rara
culebrilla
zigzagueando
caprichosamente
cuando
quiere
alumbrarme la cara.
Tu niñez como la mía
aunque
no en el mismo grupo
con
parásitos, no supo
que
parásitos tenía.
Un
hambre que no dormía
bostezaba
en tus desvelos,
y
aquí, donde los flagelos
del
ayer no volverán
ahora
si hay niños con pan,
juguetes
y caramelos.
Tus abuelos y los míos
nos
decían con dolor
que
Cuba perdió el mejor
de
sus hijos en "Dos Ríos",
Hoy
con renovados bríos
nietos
de Antonio y José,
parecen
astros de pie,
y
los niños sonriendo
aplaudiendo
y repitiendo....
queremos
ser como el "Che".
En la tumba del pasado
no
vamos a poner flores
porque
los muertos mejores
allí
no se han enterrado.
Este
presente rosado
viene
de 30 mil muertos,
unos,
en puntos inciertos,
otros
en el mar profundo,
mártires
de todo el mundo
héroes
de todos los puertos.