Campo
Alegre
Campo
Alegre, yo no ingreso
en
la familia, yo estuve
por
la licencia que tuve
un
tiempo afuera y regreso.
Me
despedí con un beso
en
el "hasta luego" aquél,
y
me registro la piel
para
ver si aquel día
por
los poros todavía
me
sale a chorros la miel.
No
digamos que me fui,
simplemente
me ausenté,
para
hacerlo hubo un "por qué"
y
por un "por qué" volví.
Todo
está igual, junto a mí
la
estampa de aquellos ratos,
y
he visto como retratos
que
conservan forma y brillo;
intactas
en un ladrillo
las
huellas de mis zapatos.
El
patio, el cuarto, la sala,
todo
igual, y en el jardín
mustio
de ausencia un jazmín
y
marchita una picuala.
Del
canario sobre un ala
cierta
humedad detecté,
será
porque le lloré
al
despedirme y en ella,
aún
no se ha secado aquella
lágrima
que le dejé.
Pero
ni un recuerdo más,
porque
recordar es duro,
y
si hay tanto de futuro
no
hay por qué volver atrás.
Pensemos
en el jamás
de
una ausencia y un despido,
si
en fin, nada ha sucedido,
y
no es el primer sinsonte
que
un día se va al monte
y
no le rompen el nido.