Poemas de Gustavo Adolfo Becquer

Una mujer me ha envenenado el alma,
otra mujer me ha envenenado el cuerpo;
ninguna de las dos vino a buscarme,
yo de ninguna de las dos me quejo.
Como el mundo es redondo, el mundo rueda.
Si mañana, rodando, este veneno
envenena a su vez ¿por qué acusarme?
¿Puedo dar más de lo que a mi me dieron?

A todos los santos
Patriarcas que fuisteis la semilla
del árbol de la fe en siglos remotos,
al vencedor divino de la muerte
¡rogadle por nosotros!
Profetas que rasgasteis inspirados
del porvenir el velo misterioso,
al que sacó la luz de las tinieblas
¡rogadle por nosotros!
Almas cándidas, santos inocentes
que aumentáis de los ángeles el coro,
al que llamó a los niños a su lado
¡rogadle por nosotros!
Apóstoles que echasteis en el mundo
de la Iglesia el cimiento poderoso,
al que es de la verdad depositario
¡rogadle por nosotros!
Mártires que ganasteis vuestras palmas
en la arena del circo, en sangre rojo,
al que os dio fortaleza en los tormentos
¡rogadle por nosotros!
Vírgenes semejantes a azucenas
que el verano vistió de nieve y oro,
al que es fuente de vida y hermosura
¡rogadle por nosotros!
Monjes que de la vida en el combate
pedisteis paz al claustro silencioso
al que es iris de calma en las tormentas
¡rogadle por nosotros!
Doctores cuyas plumas nos legaron
de virtud y saber, rico tesoro,
al que es raudal de ciencia inextinguible
¡rogadle por nosotros!
¡Soldados de ejército de Cristo!
¡Santos y Santas todos!
Rogadle que perdone nuestras culpas
¡a aquel que vive y reina entre vosotros!

Lejos y entre los árboles
de la intrincada selva
¿No ves algo que brilla
y llora? Es una estrella.
Ya se la ve más próxima,
como a través de un tul,
de una ermita en el pórtico
brillar. Es una luz.
De la carrera rápida
el término está aquí.
Desilusión. No es lámpara ni estrella
la luz que hemos seguido; es un candil.

Es un sueño la vida,
pero un sueño febril que dura un punto;
cuando de él se despierta,
se ve que todo es vanidad y humo...
¡Ojalá fuera un sueño
muy largo y muy profundo;
un sueño que durara hasta la muerte!...
Yo soñaría con mi amor y el tuyo.

Solitario, triste y mudo
hállase aquel cementerio;
sus habitantes no lloran...
¡Qué felices son los muertos!

Amor eterno
Podrá nublarse el sol eternamente;
podrá secarse en un instante el mar;
podrá romperse el eje de la tierra
como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón,
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.

A Casta
Tu aliento es el aliento de las flores,
tu voz es de los cisnes la armonía;
es tu mirada el esplendor del día
y el color de la rosa es tu color.
Tu prestas nueva vida y esperanza
a un corazón para el amor ya muerto,
tu creces de mi vida en el desierto
como crece en un páramo la flor.

La gota de rocío
La gota de rocío que en el cáliz
duerme de la blanquísima azucena,
es el palacio de cristal en donde
vive el genio feliz de la pureza.
Él la da su misterio y poesía,
él su aroma balsámico le presta;
¡ay de la flor si de la luz al beso
se evapora esa perla!

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