Mari quita su vestido
todo lleno de lunares,
se posa sobre tus dedos
y vuela hacia otros lugares.

De cierto animal di el nombre:
es quien vigila la casa,
quien avisa si alguien pasa,
y es fiel amigo del hombre.

Mi picadura es dañina,
mi cuerpo insignificante,
pero el nectar que yo doy
os lo comeis al instante.

Silbo sin tener silbato,
camino sin tener pies,
serás atontolinado
si no adivinas quién es.

Salta, salta por los montes,
usa las patas de atrás,
su nombre ya queda dicho,
fíjate y lo verás.

Soy un enorme animal,
de nariz descomunal,
y aunque no sepa nadar
tengo un pariente en el mar.

Como un copito de nieve,
en el prado ha pastado,
en invierno mucho pelo,
y en el verano esquilado.

Anido en las torres,
gran cuello tengo,
y todos los años
por San Blas yo vengo.

Mi casa la llevo a cuestas,
tras de mi dejo un sendero,
soy lento de movimientos,
no le gusto al jardinero.

¿Quién hace su casa
en la verde rama
y allí a sus hijos
bien cuida y ama?

El roer es mi trabajo,
el queso mi aperitivo,
y el gato ha sido siempre
mi más terrible enemigo.

Soy mosquetero del mar,
de finísima estocada
y me dedico a pescar
con mi nariz hecha espada.

No lo parezco y soy pez
y en mi forma yo recuerdo
a una pieza de ajedrez.

Tengo alas, soy pequeña,
siempre obedezco a mi reina,
volando de flor en flor
saco de ellas buen licor.

La jaula es su casa,
viste de amarillo
con su canto alegra
a nuestros amigos.