A
principios del año 1927, don Antonino Mastellone, aceptando el ofrecimiento
del Sr. Trapani, arriba a General Rodríguez, donde al poco tiempo
de instalado, llama a su hermano José, pues efectivamente, de acuerdo
a lo previsto por el Sr. Trapani, observa que las perspectivas eran
favorables.
La
mencionada propiedad era el chalet de la avenida España que hasta
hace poco tiempo atrás perteneció a Antonio Cafiero y adquirida
recientemente por la empresa.Allí se instalaron los hermanos Mastellone
iniciando una pequeña fábrica destinada a la elaboración de muzzarella,
ricotta y provolone, tipo de productos no demasiado difundidos hasta
entonces entre el gusto criollo.
Al
poco tiempo y llevado ya por su espíritu visionario, don Antonino
se mudó a una casa más amplia, propiedad de los Sacco, ubicada en
la calle Circunvalación Norte (llamada desde 1928 Hipólito Yrigoyen)
y Av. San Martín.
En
esa propiedad existió anteriormente un almacén de ramos generales,
el cual perteneció sucesivamente a los Sacco, a Ramón y Pilar Lavallén
y a José Malvino. El local, de mayores dimensiones que el anterior,
permitió a don Antonino vislumbrar un mejor futuro para su actividad.
Furgón
Fiat 614, modelo 1932. Primer vehículo adquirido por
Dn. Antonino Mastellone
Instalado
don Antonino en su nueva fábrica y dedicado con plenitud a la actividad
quesera junto a su hermano José, puso en conocmiento de sus padres,
residentes en Italia, de la marcha de la empresa; al tiempo que
les solicitaba el envío de moldes o canastitas para la elaboración
de la cuajada, recipientes que entonces se importaban de aquel país.
Las vasijas, enviadas por encomienda fueron recibidas en Capital
Federal por la familia de don Mateo Aiello.
Allí
y por esa circunstancia, don Antonino conoció a Teresa, hija del
dueño de casa y cuya honestidad y espíritu laborioso conocía a través
delas cartas que su madre le escribía desde la Península. Entre
los jóvenes Antonino y Teresa se inició pronto un noviazgo que culminó
al poco tiempo con el matrimonio de ambos, celebrado el 29 de octubre
de 1929 en la Basílica de Santa María de los Buenos Aires, habiendo
actuado de padrinos José De Blasio y María Aiello.
Esta
unión marcó una verdadera bisagra en la vida de La Serenísima: Doña
Teresa puso desde entonces, toda esa vital potencia y empuje tan
característico del espíritu italiano. A partir de esa fecha y junto
al espíritu inquieto y visionario de don Antonino, estará inconmovible
el amor, la comprensión y la fe de su compañera recorriendo juntos
el camino del futuro de la empresa. Sobre todo, es preciso destacar
el acendrado espíritu católico y su férrea y sólida creencia en
Dios.
Creencia
y respeto que primero impusiera en su nuevo hogar, transmitiéndolo
luego a su descendencia. Por tal motivo, no obstante los antecedentes
de la fábrica hasta aquí consignados, oficialmente se considera
la fecha de la unión matrimonial de Antonino Mastellone y Teresa
Aiello como inicio de La Serenísima.
1931
- Frente a la Basílica de Luján, Teresa Aiello y en
sus brazos, su primogénito y futuro presidente de La Serenísima,
Pascual Mastellone
NACIMIENTO
DE PASCUAL MASTELLONE
El
actual presidente del directorio de La Serenísima, Sr. Pascual Mastellone,
nació en la vieja casa de los Sacco, el 7 de agosto de 1930. Al
año de su nacimiento, su padre adquirió una propiedad al BancoSupervielle
de Buenos Aires en la Av. España, la compra se concretó en pago
totalmente en cuotas de 25 pesos moneda nacional mensuales.
Dicho
banco había construído allí varios chalets, que constituían en aquella
época el barrio residencial de General Rodríguez. En el mencionado
chalet, Mastellone construyó una pieza de material de cuatro por
cuatro, de ladrillos asentados en barrio, donde instaló la fábrica.
Esta pieza quedaba dentro del predio que actualmente ocupa la planta,
a la altura -frente a frente- de la propiedad particular del Sr.
Mastellone.
LA
FAMILIA UNIDA
A fines de 1930 el hermano de don Antonino, José Mastellone, vuelve
al lugar de su nacimiento, Massa Lubrense, para contraer matrimonio
con la novia que había dejado al venir al país en 1927, llamada
Rosa Romano, regresando posteriormente al trabajo en la empresa
de su hermano en General Rodríguez. Como la empresa láctea no rendía
para el sustento de ambas familias, José decide instalarse por su
cuenta, contando con el aval de su hermano y de su cuñada.
Estos
ayudan a instalarse al joven matrimonio compuesto por José Mastellone
y Rosa Romano, en el local de la vieja casa de los Sacco, donde
había funcionado tiempo antes el pequeño emprendimiento de Antonino,
prestándole todo tipo de colaboración. José continuará en dicho
local hasta el año 1953, fecha en que adquiere una propiedad a don
Segundo Zavagna, ubicada en la calle Intendente Manny y Joly. En
1932 se incorpora a la quesería de Antonino Mastellone, José De
Blasio, amigo de la infancia de los Mastellone en Italia.
En
mayo de 1933 también lo hace Pascual Mastellone, hermano menor de
Antonino y a quien éste hace venir desde Italia. Mientras la empresa
del matrimonio de Antonino y Teresa crecía, crecía también la familia.
El 11 de noviembre de 1931 nació una pequeña que falleció poco después.
El 14 de noviembre de 1932 nació Rosa Raquel; el 23 de abril de
1934 Mateo Benito quien falleció el 29 de agosto de 1968 y cuya
pérdida causó honda consternación no solo en la familia Mastellone
sino que se extendió al pueblo todo. El 3 de marzo de 1936 nació
Victorio Bruno, el 15 de abril de 1939 otro varón, José, vino a
alegrar este hogar que volvió a colmarse de dicha al nacer Raquel
Ana el 7 de marzo de 1944.
1952
- El joven equipo de La Serenisima, de izq. a der: Salvador De Blasio,
Victorio, Mateo Benito y Pascual Mastellone, a su lado Mario y Liberato
Gargiulo.
LA
EMPRESA
Los
comienzos fueron duros para la incipiente empresa. A pesar de
que don Antonino poseía conocimientos técnicos sobre preparación
de quesos, se carecía de medios modernos para elaborar los productos
y para efectuar su posterior distribución, ya que la venta constituye,
sin duda, le factor fundamental del éxito de toda empresa.
En
un principio, los productos elaborados por los hermanos Mastellone
se vendían casa por casa. Especialmente entre los connacionales
y algunos comercios, que recién empezaba a expender productos
casi desconocidos en la dieta de los argentinos de por aquel entonces.
Para ello tuvieron que realizar el gran sacrificio de transportar
por tren los numerosos y pesados bultos hasta la estación de Once,
para luego distribuir, a pie o en tranvía, a través de los ya
populosos barrios porteños, esos productos elaborados a 52 kilómetros
de Plaza de Mayo.
El
esfuerzo realizado durante todos estos años, sin mengua en la
energía, entusiasmo y voluntad de la familia, ampliando pacientemente
el mercado, rindió sus primeros frutos. En el año 1935, se logró
adquirir un primer vehículo de repartto para la fábrica. Fue un
furgón Fiat 614, modelo 1932, cuyo primer conductor fue su hermano
Pascual y se constituyó en el primer eslabón de una flota de distribución
que por su número y capacidad de carga sería una de las
mayores de la República Argentina.
No obstante y en razón de que el camión Fiat tenía un motor más
chico que el que traía el modelo, su rendimiento tenía muchos
altibajos, pues, además de la señalada falencia técnica, había
que agregar el exigente trato que se le daba y la sobrecarga que
habitualmente transportaba. Como anécdota cabe agregar que era
una escena cotidiana aquella del reparto, donde por ejemplo, había
que llegar desde La Boca hasta las pizzerías de la calle Corrientes
y al subir la cuesta de Paseo Colón, el Fiat llegaba hasta la
mitad solamente, habiéndolo que empujar para completarla.
En
1935 se adquirió un camión Chevrolet cero kilómetro, importado,
con freno hidráulico; siendo el primer camión de ese tipo que
entraba al país, abonando la suma de tres mil pesos moneda nacional
incluyendo su carrocería. Los hermanos Mastellone orgullosos de
su compra, la comentaron a Daniel Musso, famoso corredor de autos
y éste consideró que lo pagado constituía una estafa, comprometiéndose
a conseguir el mismo camión e igual modelo mucho más barato; así
lo hizo: lo trajo de la ciudad de Luján por cincuenta pesos moneda
nacional menos.
En
1938 se agrega otra unidad de la misma marca que la anterior,
también cero kilómetro, comprada en tres mil quinientos pesos
moneda nacional, con su carrocería completa. Fue también en 1938
cuando don Antonino llama para incorporarse al trabajo activo
de la fábrica a su hermano Miguel, quien arriba al país el 10
de octubre de 1938 y se incorpora de inmediato al trabajo, pasando
a encargarse de la distribución de los productos acompañando a
su hermano Pascual durante tres años consecutivos.
Victorio
Bruno Mastellone, prestando servicio en el Cuerpo de Granaderos
a Caballo «Gral. San Martín» junto a su madre,
año 1957
PASCUAL
Emprendimiento
familiar, los hijos varones fueron desde temprana edad vinculados
al quehacer de la fábrica. Su hijo primogénito, Pascual a la edad
de 13 años comenzó a acompañar a su tío en el reparto, recorriendo
los caminos de Morón, Liniers, entrando en Buenos Aires por Av.
del Trabajo hasta Constitución, para llegar luego a las pizzerías
de la calle Corrientes, donde colocaban sus productos, ya popularizados
en el gusto de los argentinos, por otra parte de fortísima influencia
y raigambre itálica; los negocios del ramo los reclamaban desde
La Boca, Barracas, San Telmo, Flores y Villa Urquiza, hasta donde
llegaban el joven Pascual y su tío en el camión Chevrolet modelo
1938.
Al
respecto y a manera de anécdota, Pascual Mastellone en más de
una oportunidad comentó que su padre le pagaba sueldo desde los
siete años, siendo su importe de 10 pesos mensuales, aunque nunca
los vio, porque su padre le afirmaba que se los ponía en la libreta
de ahorros, suponiendo Pascual que esos ahorros estarán desparramados
en algún lugar de la fábrica o guardados en alguna libreta del
Nuevo Banco Italiano.
LA FABRICA
La
actividad de la distribución del producto elaborado requería una
agotadora tarea previa. Desde el sótano que don Antonino había
hecho construir en la fábrica y en el cual había instalado una
pequeña cámara de 3x3, había que subir a través de una escalera
todo el producto almacenado, luego empaquetar la ricotta y cargar
el camión. Cada jornada era agotadora.
El
único día que se llegaba más temprano de vuelta era el domingo.
Las tareas de reparto comenzaban a las 4 de la madrugada y terminaban
a las diez de la noche. La actividad en la planta no resultaba
más aliviada.
Había
que esperar que madurara la cuajada en los tachos -para después
trabajarla y hacerla muzzarella- lo que tardaba distintos tiempos
según la temperatura ambiente. Los obreros que entonces trabajaban
en la fábrica y que mientras se efectuaba la maduración se encontraban
en las inmediaciones, ya fuere dedicados a un fugaz descanso o
distracción, debían concurrir de inmediato, pues eran avisados
por medio de un silbato colocado enla caldera. De tal manera,
estaban «full time» pendientes del trabajo en la fábrica, para
poder cumplir con el mismo en forma adecuada. Por entonces, comienzan
a hacer su aporte a la fábrica, personas ajenas al grupo familiar
las cuales volcaron su ayuda para esa fuente de trabajo que crecía.
Entre
ellos "Miguel Angel", don Fioravanti Sartori, instalando el sistema
eléctrico y cañerías; Dn. Oscar Malvino, quien siendo empleado
del Banco Hipotecario Nacional, atendía la contabilidad de la
empresa y Dn. Santiago Simonetti en tareas de albañilería.