
El partido
más esperado terminó en la batalla no deseada. La barra brava de
River chocó con la Policía durante 18 minutos. Hubo 26 heridos (15
hinchas y 11 policías) y 23 detenidos.
Era espectacular
el marco. Como nunca, en el fútbol de verano se habían juntado 30
mil personas para ver el clásico. Lejos quedaban las 23.423 entradas
vendidas en los otros cinco encuentros juntos. El marco estaba.
El clima también, porque todo era folclore, calor y color. Pero,
sorpresiva e irracionalmente, la fiesta se transformó en guerra.
A los 20 minutos del primer tiempo se desató una batalla entre gran
parte de la barrabrava de River y la Policía. Durante 18 minutos
hubo gases lacrimógenos, balas de goma y represión de parte de la
Policía. Y piedrazos, restos de tres puestos de venta de gaseosas
y panchos y hamburguesas usados como proyectiles y mucho odio de
parte de los hinchas. Todo duró 18 minutos (en los que desde los
parlantes se insistía convocando al público a quedarse porque el
partido iba a seguir) y cuando el humo de los gases se disipó, quedó
el campo arrasado y muchas preguntas flotando, la mayoría sin respuesta.
¿Qué pasó? ¿Por qué pasó? Un colaborador de la sala de videos donde
se controlan las cámaras del estadio aseguró desde el anonimato
que Javier Castrilli le reclamó a la Policía que retirara una bandera
(tendría 5 metros por 4) ubicada en el propio corazón de la barra
de River. Otro colaborador del organismo de seguridad de la provincia
aseguraba que Castrilli no pidió nada y cuando todo se calmó habría
murmurado: "Me lo hicieron a propósito." Luego en la conferencia
de prensa Castrilli aclaró el límite de sus facultades y la Policía
reconoció errores. Lo cierto, además, es que la Policía actuó bajo
una orden y no hay muchos que pudieran darla. Lo cierto es que esa
batalla parecía no terminar nunca, con testigos atónitos: la multitud
que colmaba el resto del estadio marplatense. De esa multitud se
separaban padres llevándose a sus pequeños hijos. Ya no querían
quedarse allí. Y se separaba esa mujer buscando a su hijita de 3
años, perdida en la popular de River. Ya cuando comenzaba el segundo
tiempo desde los altavoces se convocaba a los padres a que fueran
a retirar a 12 chicos perdidos en el desorden y las corridas. Parecía
mentira. Si todo estaba controlado, según se decía. Ya desde temprano,
en los accesos de la tribuna de Boca, todos los controles tenían
los identikit de los hinchas que tienen prohibido el acceso a los
estadios por decisión de la Justicia. El fútbol de verano supuestamente
estaba preparado para afrontar su primera noche en serio... Aun
con los riesgos que siempre hay en un Boca-River. Se sabía que el
estadio iba a estar a pleno. Tanto que el sábado ya se habían vendido
18.000 localidades. Y ayer al mediodía se agotaron las populares
de Boca y una hora antes del choque no había más populares de River.
Cuatrocientos policías controlaron los accesos a Mar del Plata desde
el sábado. Y otros seiscientos se apostaron en el estadio y sus
alrededores, para sumar un operativo de mil efectivos. Pero no hubo
caso. Volvió a ganar la violencia.
LA
VIOLENCIA DE SIEMPRE: EL JEFE DEL OPERATIVO, DERALDO LUZIAGA, DICE
QUE ACTUO SIN MALA INTENCION "Sí, yo di la orden"
El
comisario admite que se comunicó desde la otra tribuna con quien
custodiaba a la hinchada de River para que retiraran la bandera
de la discordia. El comisario inspector Deraldo Omar Luziaga, fue
quien dio la orden de retirar la bandera de la popular de River.
Por ese motivo, quedó como el gran responsable de los incidentes
ocurridos en el estadio Mundialista. Dentro de las esferas policiales
y políticas, además de haber dado esa orden "sin motivo suficiente",
a Luziaga se lo responsabiliza también por no haber armado un rápido
operativo para rescatar al grupo de Infantería que quedó en medio
de la barra brava de River y de no haber asumido inmediatamente
su error.
—¿Por
qué dio la orden? —Yo estaba dentro del campo de juego, a unos metros
de la hinchada de Boca, retirando algunas banderas, y veía a varios
hinchas exaltados que nos avisaban que había una bandera de Boca
en la popular de River. Cuando yo vi esa bandera, me comuniqué con
la persona encargada de la otra tribuna, el comisario inspector
D''Amico, y le dí la orden para que la retirara.
—¿Considera
que la medida fue apresurada? Iban apenas 20 minutos... —Sí, lo
pensé y también vi que estaba bastante tranquila la situación y
como tantas veces lo hemos hecho, le dije al otro jefe de sector
que tratara de retirarla.
—¿Está
arrepentido de su decisión? —Estaría arrepentido si hubiese actuado
con mala intención. Al contrario, la Policía trata de mantener el
orden y de que no ocurran estos lamentables incidentes.
—¿No
cree que más que preocupación por sacar la bandera, el personal
debió haberse encargado de que esa bandera no haya ingresado? —Sin
dudas. Ese es el trabajo que se realiza en la zona de acceso al
estadio. A veces los elementos no ingresan por la hinchada. Pueden
filtrarse por otro lado.
—Se
escucharon muchas bombas de estruendo en la hinchada de Boca, ¿Cómo
puede ser que esos explosivos estuvieran dentro de la cancha? —Esas
bombas son muy pequeñas y desde afuera del estadio pueden ser arrojadas
hacia adentro sin ser advertidas.
—¿Se
siente solo o respaldado? —Nunca estuve sin respaldo de mis superiores
y no lo voy a estar ahora. Se verá en definitiva después el grado
de responsabilidad de cada uno.
—¿Por
qué siguió el partido? —Se reanudó porque ya había cesado el inconveniente
en ese sector. Creo que fue prudente no haber retirado las hinchadas
en esa situación.
—¿Volvería
a dar la orden de retirar la bandera? —Esperaría hasta el entretiempo.
—¿No
la sacaría a los 20 minutos? —No, no.
"Crónica
de una noche de Violencia"
Un
fiel testimonio de lo que pasó escrito por Martín, simplemente un
hincha indignado como todos lo estamos.
Llegué
al estadio unos 30 minutos antes de las 22. Me sorprendió que el
playón de acceso estuviese dividido para ambas parcialidades por
una valla, increíblemente la Policía de Provincia de Bs. As. había
descubierto que el hecho de que ambas parcialidades hagan las filas
de ingreso una al lado de otra traía aparejada la posibilidad de
que se produjeran incidentes. Al seguir caminando pude observar
que el cuerpo de Infantería cortaba la fila para dejar pasar a la
gente por tandas. Obviamente, como era de esperarse, para cortar
la fila utilizaban todas las técnicas de "arreo de ganado" existentes
excepto los buenos modales. Para completar la imagen unmiembro del
cuerpo de infantería estaba parado sobre una paltaforma más elevada
con su arma dispuesta a disparar gases lacrimógenos en cualquier
momento que se le presentase la "gran oportunidad". Esta última
imagen terminó de recordarme una película de la Segunda Guerra Mundial
basada en el escape de un grupo de judíos de un campo de concentración.
Al instante identifiqué a este sujeto con el guardia alemán de una
torre del campo. En fin, creí hasta ese momento que era pura idea
mía.... Al pasar el cacheo me encontré con algo insólito. Llevaba
una bandera que siempre llevo a todos lados, que dice mi nombre
MARTIN, como única leyenda agresiva y en contra de la paz, y la
ley. El policía que me revisó me hizo leerle lo que decía y pude
observar que evaluaba qué tan agresiva era la palabra MARTIN en
un gesto de su cara, para cerrar el colmo, me permitió ingresar
mi bandera pero con la condición que le saque los piolines que ésta
tenía para ser atada, acción que cumplí a su lado y guardando los
piolines en mi bolsillo, para luego poder pasar (total incoherencia).
Después de eso me pregunté qué tipo de arma representaban los pobres
piolines. A los 15 minutos de colgar mi bandera en la platea descubierta,
personal policial me hizo sacarla, obedeciendo una orden del marginado
comisario Deraldo Luziaga que se encontraba dentro del campo de
juego. Pude identificar a éste después de que salió en todos los
medios. Mientras tanto banderas de Boca, entre ellas la de San Justo,
seguían colgadas flamantes en la baranda de la platea del mundialista.
No son la reglas parejas para todos? Encima, la bandera de Boca
era el doble que la mía, y que todas las de River que hicieron sacar.
Después de eso todo lo que ya sabemos, la guardia de infantería,
clara exposición de la ineficiencia de estos animales que se hacen
llamar "Policías Bonaerenses" lanzando gases y balas de goma en
plena tribuna al segundo de empezar a reprimir, para sacar una simple
bandera que no cumplía con las medidas reglamentarias, ya que al
solicitarle a los hinchas que no mostrasen la bandera de Boca de
"Munro" lo hicieron. En general se debe recurrir a esto después
de un buen rato de que los incidentes no cesen. Consecuencia, hinchas
desaforados, y con mucha bronca, como todos los que estábamos en
el estadio ese día, que se tomaron revancha "echando" a la policía
de la tribuna y siguiendo una guerra al mejor estilo Vietnam en
al playón de acceso detrás de la misma. Acto seguido, la ineficiente
policía lanzó nuevamente gases desde fuera del estadio que cayeron
a un costado de la popular y la platea, donde había niños, abuelas,
abuelos, madres y padres. Es verdad, un niño de 5 o 6 años perdido
representa un peligro latente que hay que reprimir con balazos y
gases, como ese que se encontraba al lado mío y había perdido a
su tío (al que gracias a Dios después encontramos en la popular)
como tantos otros, y que lloraban desconsolados (era desgarrador
ver este espectáculo). Colmo de todo esto: la falta de unicidad
de criterio de la policía. Por ejemplo, me pueden hacer problemas
a mí para entrar con mi pequeña bandera mientras que la otra hinchada
puede entrar con banderas largas y de otros clubes. Esto se observa
a menudo en los estadios bonarenses. Por ejemplo vayan a un partido
de la B y van a ver cuántas banderas "antireglamentarias" hay. El
mismo policía que un Domingo te deja ingresar la bandera, al Domingo
siguiente quizás si no tiene ganas no te la deja ingresar. Esto
es una clara falta de desorganización y en definitiva también incita
a la violencia, porque a quién voy a matar con mi bandera? Más colmo.
Ver la cara de los policías al reprimir. Disfrutan el poder de tener
un arma en la mano y reprimir a la gente, niños, niñas, padres,
madres, etc. Se creen todopoderosos sobre los caballos o pegando
palazos, o disparando un arma. Disfrutan el hecho de tratarte mal,
como me sucedión en la cancha de Lanús en Diciembre pasado y como
otras tantas veces. Conclusión, así no vamos a ningún lado. Estoy
en contra de la violencia en el fútbol, pero las actitudes policiales
terminan generando violencia en contra de los efectivos en, hasta
hinchas como yo, que queremos la paz en las canchas. Te da bronca
que te traten mal, que te "arreen como ganado" en lugar de facilitarte
el acceso al estadio. Que un Domingo puedas pasar con tu bandera
y que al siguiente no porque no. Que te trate como delincuente al
hacer el cacheo. Que te repriman así porque sí como en el Superclásico
del 3-0 el año pasado en la Boca. Que las leyes no sean parejas
para todos. Que no sepan prevenir antes que reprimir. Que te insulten
mientras te hacen el cacheo esperando tu reacción para reprimir
como me pasó a mí y a tantos otros hinchas, incluso le pasó hasta
a amigos míos hinchas de otros equipos, en la cancha de Chacarita.
Que sean o parezcan tan ineficientes para desterrar la violencia
de los estadios. Que entren en una tribuna y te repriman si vos
lo único que querés es ver un partido de fútbol y alentar a tu equipo.
Hay que hacer una distinción que es un claro indicador de la actitud
de la policía. La hinchada de Boca al ver los incidentes que se
producían con los hinchas de River amagó a salir para ayudarlos
y defenderlos. Finalmente dejaron un hueco en la tribuna solidarizándose
con la gente de River, hecho que la parcilidad millonaria aplaudió.
Abandoné el estadio en el entretiempo, ya que partía mi micro rumbo
a Bs. As. y no había podido conseguir otro pasaje más allá de las
0.20 y debido a que corría el riesgo si había más incidentes de
perder el micro y no poder ir a trabajar al día siguiente, pero
créanme que el clima que se respiraba en el estadio no era de una
fiesta del fútbol como un superclásico, sino más bien que parecía
una ciudad después de un bombardeo en plena guerra, desolación,
tristeza, llantos, etc. A esa altura lo que menos me importaba era
lo futbolístico en sí. Poco me importaba el resultado, alguna jugada
de Aimar o el Burrito o algún lujo de Saviola. Pensé que me estaban
cargando al escuchar al otro día las declaraciones incoherentes
de Gallego, el jefe de policía, y tantos otros. También pensé que
me estaban cargando cuando la voz del estadio en el medio de tremenda
batalla campal decía que no se vayan porque el partido iba a seguir,
claro había que vender toda la publicidad del entretiempo y del
segundo tiempo. Malditos empresarios. Ellos contaban su dinero mientras
otros contaban que habían salvado su vida en la sala de un hospital.
También me sorprendió que los jugadores continuaran jugando y que
al salir nuevamente a la cancha hicieran oídos sordos a quienes
les pedíamos que se retiraran desde lo más bajo de la platea a gritos.
En fin, espero que esta barbarie algún día se termine, y que los
policías reflexionen acerca de su accionar. Será mucho pedir? Saludos
a todos, Martín
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Momentos
de una noche de barbarie (por un periodista)

La
cabeza se asoma al playón superior de la tribuna de River, mientras
el cuerpo hace equilibrio en una puerta de alambre. La primera
imagen que recibe el cronista es grotesca. Cuatro policías corren
arrastrando a sus ovejeros alemanes para no sucumbir a la horda
desenfrenada. ¿Quién dijo que sólo vuelan las aves? Piedras, chapas,
lo que venga se desplaza por el espacio aéreo de la tribuna Norte
del estadio José María Minella. Al fondo se ven dos ambulancias.
Adelante se plantan los más pesados. "Mirá, ése es el Turco, el
jefe de la barra", señala uno con su brazo derecho. Una mujer
le baja el índice para no delatar al flaco de remera blanca y
suéter en la cara. Una baldosa se rompe en diez futuros objetos
voladores identificados. Se va la Policía y quedan los caídos
en combate. Se llevan a Julio Tapia, el policía más golpeado,
con un cuello ortopédico. Minutos antes estuvo a punto de ser
decapitado por un animal. "¿Está grave? ¿No? Bueno, mejor", se
alivia un hincha. ¿Dónde estará su arma reglamentaria? "...con
una nueve milímetros por la calle Juan B. Justo", se le escucha
decir a un guardia de Infantería. Uno de los 12 que entraron a
sacar la bandera de la discordia. Primero a palazos, después con
gases lacrimógenos y al final con balas de goma. Una pintura del
terror. Un pibe camina con la mano derecha ensangrentada. Es León,
que dice: "Me cayó una chapa. Me pasaron los gases ahí nomás y
yo no cazaba un fulbo (sic)". Un pelilargo rubio grita: "Yo ya
perdí un dedo, no quiero perder otro". Parejas jóvenes se van
con hijos en brazos. Un nene sonríe. Habrá pensado con inocencia
que recién habían terminado los fuegos artificiales. Los hinchas
se apilan en los costados. Otros pasan por una escalera caracol
a la platea cubierta alta. "Viejooo", grita un pibe desde arriba.
Peor la pasa esa madre adolescente que no logra saber dónde está
su hija de tres años. Todo queda registrado en las ocho cámaras
del estadio. Pero la memoria también almacena la barbarie.
LOS
HINCHAS DE RIVER PROTESTAN

Más
de lo mismo, la Policía causó una batalla campal por una bandera
Inentendible. Incomprensible, estupido, demente...no hay palabras
para describir el accionar de las autoridades. ¿Algún día van
a entender que las banderas son parte de la fiesta del fútbol?...
no pierdan más tiempo prohibiéndolas. Ocúpense de
que en las populares no haya cuchillos y armas. Heridos e imágenes
espantosas fueron causadas por este capricho del Juez Victor Perrota
y de Javier Castrilli. Vergonzosa la represión policial
POLICÍA
REPRESORA Reprimern
sin discriminación, espantando a la familia de las canchas, basta
ya!!! Inentendible. Desastrozo el procedimiento. Vergonzosa la
actitud de dirigentes y jugadores de River que hicieron la vista
gorda y siguieron jugando un "amistoso de verano" cuando sus hinchas
estaban en medio de una batalla campal con la policía. Donde chicos,
chicas y familias enteras de todo el país que fueron a ver el
partido tragaban y sufrían esos gases lacrimógenos. Los
jugadores en vez de acercarse a la tribuna y pedir calma como
lo hacen el 99% de los equipos con sus hinchas, no les importó
nada y se fueron hacia el vestuario como si se tratara de una
situación totalmente ajena. Eso sí, cuando volaron un par
de butacas al campo de juego el partido se suspendió en el acto,
pero cuando en la tribuna todo era descontrol y pánico no. ¿Qué
pasa señores dirigentes y señores empresarios de la televisión?
Sólo les importa facturar...¿no? ¿Qué se va a hacer con el irresponsable
festejo del carnicero Barihjo, eso acaso eso no es provocar aún
más violencia, señores del inexistente tribunal de Disciplina?
Los hinchas estamos mal con esto que pasó. Día a día la gente
tiene más temor de acercarse a los estadios y con este incidente
otros miles de hinchas no pisarán más una cancha de fútbol en
sus vidas. Gracias Perrota, gracias Castrilli, gracias "Yutas",
por espantar a la gente de las canchas y por hacer todas las reglas
al revés.
Agradecimientos
a www.ultras-atleti.com
por facilitarnos la voz de los hinchas. Otra fuente Clarin.
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