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CARTOGRAFÍA LINGÜÍSTICA DE EXTREMADURA: METODOLOGÍA

José Antonio González Salgado

(Cartografía lingüística de Extremadura. Origen y distribución del léxico extremeño, vol. I, págs. 132-207)

 

Nota previa

Selección de puntos de encuesta

Cuestionario

Informantes

Encuesta

Transcripción fonética

Ordenación y clasificación del material: cartografía

Notas

 

1. NOTA PREVIA

Algunas modalidades lingüísticas españolas aún no han sido estudiadas con la profundidad que para su conocimiento se requiere. Entre ellas se encuentra el extremeño, del que conocemos noticias aisladas en monografías o descripciones generales que no han permanecido ajenas al paso del tiempo.

Con la publicación del Atlas Lingüístico de Extremadura, que todos esperamos impacientes, ese vacío en los estudios dialectales de nuestra región quedará definitivamente relleno. Extremadura se equiparará, en lo que al conocimiento de las variedades populares se refiere, a comunidades como Andalucía, Aragón, Canarias, Cantabria o Castilla-León, que cuentan con su propio atlas lingüístico, en algunos casos desde hace varias décadas.

Mi trabajo, denominado Cartografía lingüística de Extremadura, no pretende ser más que un complemento a lo que el atlas lingüístico nos puede llegar a ofrecer. La comparación entre ambos estudios puede arrojar resultados interesantes desde distintos puntos de vista, además de que la selección de localidades presentada en ambas muestras cartográficas permitirá que Extremadura pase a ser, de la región quizá lingüísticamente peor conocida, a una de las que contienen mayor número de núcleos rurales investigados en función del número total de municipios.

La mayor parte de las páginas que aquí se presentan proceden de mi tesis doctoral (1), dirigida por el Dr. Mariano de Andrés Gutiérrez, que fue leída en la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid el 18 de octubre de 2000. El Tribunal que la juzgó, presidido por el Dr. Manuel Alvar López (Real Academia Española de la Lengua), e integrado además por los Dres. José Luis Girón Alconchel (Universidad Complutense), Antonio Salvador Plans (Universidad de Extremadura), José Álvaro Porto Dapena (Universidad de La Coruña) y Ramón Morillo-Velarde Pérez (Universidad de Córdoba), le concedió la calificación de Sobresaliente cum laude (2).

El trabajo original consta de cuatro volúmenes estructurados de la siguiente forma: en el primer volumen se exponen las directrices teóricas y metodológicas de la investigación; los volúmenes segundo y tercero constituyen la muestra cartográfica, completada con láminas de dibujos y con una selección de más de 300 fotografías; el cuarto volumen contiene el estudio lingüístico de los mapas y las conclusiones más sobresalientes desde las perspectivas fonética y léxica.

 

2. SELECCIÓN DE PUNTOS DE ENCUESTA

No existe un criterio de aplicación matemática para seleccionar puntos de encuesta. A priori, cualquier localidad de una región puede ser objeto de investigación. Pero estudiar todas las comunidades lingüísticas de un territorio es prácticamente imposible, además de innecesario (3). Las encuestas no sólo multiplicarían el material, complicando la cartografía, sino que, además, en el momento de delimitar isoglosas, nos encontraríamos con que lo recopilado se podría haber generalizado en menos puntos.

Algunos investigadores han tratado de sintetizar la elección de localidades según distintos criterios. Montes Giraldo (1970: 86-88) establece los siguientes factores:

a) Que las localidades estén más o menos uniformemente distribuidas en todo el territorio.

b) Que la localidad sea lo suficientemente antigua para que tenga una tradición lingüística común.

c) Que tenga un mínimo de autonomía o vida propia.

d) Que haya posibilidades de acceso a la localidad.

Sólo es posible delimitar una buena red de puntos, como un buen cuestionario, al terminar la investigación, o, al menos, mientras ésta se lleva a cabo.

Antes de comenzar las encuestas realizamos una selección de 74 localidades distribuidas de la siguiente forma: 35 en la provincia de Cáceres, 36 en Badajoz y 3 en el Norte de Andalucía. Pero ya desde el primer momento nos dimos cuenta de los problemas que acarreaba tal selección, por lo que hubo que buscar una alternativa (4). Definitivamente, la red quedó integrada por 58 puntos (30 en Cáceres y 28 en Badajoz) (5) y nos ceñimos exclusivamente al territorio administrativo extremeño.

Otro aspecto que conviene tener presente es que la selección no ha sido, salvo excepciones, inamovible. De hecho, en alguna ocasión, se han producido —por distintos motivos— desplazamientos en las localidades. Por ejemplo, pensábamos recoger, en el cuadrante Noroccidental de la provincia de Cáceres, el habla de Valverde del Fresno, pero debido a la intensa castellanización a la que se ha visto sometido el pueblo, preferimos realizar la encuesta en Eljas, núcleo bastante más conservador que Valverde a causa de su geografía y número de habitantes.

Los criterios que hemos seguido para formalizar la red de puntos son los siguientes:

1. Distribución geográfica: Sin duda es el criterio más importante, ya que hemos pretendido que haya una distribución homogénea en el territorio, sin grandes acumulaciones que dificulten la cartografía ni grandes áreas sin puntos de encuesta, excepto, como es lógico, en los despoblados naturales (6).

2. Presencia de todos los partidos judiciales: Administrativamente, Extremadura está dividida —como el resto de España— en entidades políticas más reducidas: los partidos judiciales. Nuestra intención ha sido investigar al menos una localidad de cada partido, lo que ha dado como resultado una distribución de los núcleos regular desde el punto de vista geográfico. Este procedimiento es el que ya se ha materializado en los trabajos de cartografía lingüística dirigidos por Manuel Alvar (7).

3. Preferencia en el estudio de localidades rurales: Las características de nuestro cuestionario hacían necesario el establecimiento de una red de puntos de marcado carácter rural. Dentro de esta red se ha dado preferencia a los núcleos más pequeños sobre los mayores. Así, hemos preferido para la selección cartográfica Mesas de Ibor a Bohonal de Ibor, Villa del Rey a Brozas, o Cedillo a Alburquerque. Pese a todo, hemos encuestado tres cabezas de partido judicial en la provincia de Cáceres (Logrosán, Montánchez y Garrovillas) y dos en Badajoz (Herrera del Duque y Olivenza).

Otro criterio que también ha influido en la determinación de la red ha sido la exclusión de localidades de nueva creación, muy abundantes en el valle del Guadiana y en la ribera del Tajo, que —interesantes lingüísticamente desde otros puntos de vista— no pueden seleccionarse para un estudio de geografía lingüística (8).

No nos ha preocupado, en líneas generales, el hecho de que algunas localidades ya hayan sido investigadas en el ALPI o en el ALEP. Nuestra red coincide en diez puntos con el primero y en diecinueve con el segundo. En el caso del Sur de Badajoz, así como en la frontera pacense con Portugal, es prácticamente imposible no coincidir con el ALEP, ya que los puntos tienen una situación estratégica.

Las localidades que hemos seleccionado como objeto de estudio, con el número que aparecerá en el cartografiado, son las siguientes: (Ir al mapa de localidades)

CÁCERES

Cc 100 Casar de Palomero

Cc 101 Eljas

Cc 102 Ahigal

Cc 103 Guijo de Galisteo

Cc 104 Casas de don Gómez

Cc 200 Segura de Toro

Cc 201 Robledillo de la Vera

Cc 202 Malpartida de Plasencia

Cc 300 Portaje

Cc 301 Ceclavín

Cc 302 Garrovillas

Cc 303 Villa del Rey

Cc 304 Cedillo

Cc 305 Monroy

Cc 306 Membrío

Cc 400 Casatejada

Cc 401 Serradilla

Cc 402 Mesas de Ibor

Cc 403 Torrejón el Rubio

Cc 404 Villar del Pedroso

Cc 405 Deleitosa

Cc 406 Santa Marta de Magasca

Cc 500 Aliseda

Cc 501 Torremocha

Cc 502 Montánchez

Cc 600 Alía

Cc 601 Berzocana

Cc 602 Madroñera

Cc 603 Logrosán

Cc 604 Escurial

BADAJOZ

Ba 100 La Codosera

Ba 101 Puebla de Obando

Ba 102 Mirandilla

Ba 103 Lobón

Ba 104 Alanje

Ba 200 Helechosa de los Montes

Ba 201 Herrera del Duque

Ba 202 Orellana de la Sierra

Ba 203 Medellín

Ba 204 Baterno

Ba 205 Campanario

Ba 206 Zarza Capilla

Ba 300 Corte de Peleas

Ba 301 Olivenza

Ba 302 Almendral

Ba 303 Fuente del Maestre

Ba 304 Cheles

Ba 400 Benquerencia de la Serena

Ba 401 Puebla de la Reina

Ba 402 Retamal de LLerena

Ba 403 Peraleda del Zaucejo

Ba 500 Valle de Santa Ana

Ba 501 Valencia de Mombuey

Ba 502 Higuera la Real

Ba 503 Calera de León

Ba 600 Usagre

Ba 601 Malcocinado

Ba 602 Puebla del Maestre

Además, en el verano de 1992 hicimos nueve encuestas piloto —de las que trataremos más adelante— en la zona central de la provincia de Cáceres. Los puntos que en aquella ocasión se entrevistaron fueron: Santa Cruz de la Sierra, Aldeacentenera, Plasenzuela, Benquerencia, Santa Ana, Alcuéscar, Montánchez, Escurial y Madroñera (9).

También —durante la realización de las encuestas definitivas— se han intercalado otras encuestas complementarias en distintos puntos de Extremadura. Estos puntos han sido: Pinofranqueado, Caminomorisco, Casas del Monte, Casar de Cáceres y Bohonal de Ibor, en la provincia de Cáceres; y Magacela, en la de Badajoz.

 

3. CUESTIONARIO

El cuestionario utilizado está integrado —salvo en el apartado de fonética— por conceptos pertenecientes al mundo rural. De los cuestionarios usados en los distintos atlas lingüísticos, hemos escogido las partes relativas a las faenas agrícolas y actividades ganaderas, por considerar que son las más representativas para caracterizar la región desde el punto de vista etnolingüístico. Además, la experiencia de otros atlas nos demuestra que es ésta la parcela más estudiada, siendo casi inexistentes los trabajos realizados sobre otros campos (vida doméstica, partes del cuerpo humano, oficios, etc.). Por otra parte, muchas de las realidades investigadas están a punto de desaparecer, o ya lo han hecho, por lo que consideramos urgente la recogida de lo que aún existiera o se recordara (10).

El cuestionario está redactado tomando como base el del ALEA, pero también se han consultado los de otros atlas (ALEANR, ALEP, ALECMan). En una primera redacción contenía 350 preguntas —posteriormente ampliadas a 400— que se aplicó en nueve pueblos de la provincia de Cáceres durante el verano de 1992 (encuestas piloto). La conclusión teórica de esas encuestas se concretó en la insuficiencia del cuestionario planteado, así como en la necesidad de adecuar la formulación de la pregunta al ámbito de la encuesta. Con la experiencia de esas nueve entrevistas se redactó el cuestionario definitivo, que se compone de 567 preguntas y está estructurado de la siguiente forma:

AGRICULTURA

1. El campo. Generalidades (1-27)

2. Cereales. La siega (28-83)

3. Regadío (84-102)

4. Maíz (103-108)

5. Legumbres. La bellota (109-114)

6. Heno y guadaña (115-122)

7. Instrumentos de labranza (123-134)

8. El yugo (135-148)

9. El arado (149-173)

10. El carro (174-194)

11. El aparejo (195-205)

INDUSTRIAS RELACIONADAS CON LA AGRICULTURA

1. Viticultura y fabricación del vino (206-242)

2. Aceituna y fabricación del aceite (243-261)

3. Fabricación del pan (262-288)

4. Carboneras (289-297)

5. El corcho (298-302)

GANADERÍA. VIDA PASTORIL. ANIMALES DOMÉSTICOS

1. Pastoreo (303-326)

2. Ganado vacuno (327-346)

3. Ganado ovino (347-368)

4. Ganado caprino (369-375)

5. Fabricación del queso (376-383)

6. Ganado porcino. La matanza (384-409)

7. Ganado caballar (410-435)

8. Gallinas (436-447)

9. Palomas (448-451)

10. Conejos (452-455)

11. Gatos y perros (456-462)

12. Abejas. La colmena (463-472)

ACTITUDES SOCIOLINGÜÍSTICAS (473-480)

FONÉTICA

Fonética vocálica.

1. Vocales tónicas (481-495)

2. Vocales átonas e iniciales (496-500)

3. Diptongos (501-513)

4. Hiato (514-522)

Fonética consonántica.

1. F-, G-, J-, iniciales (523-526)

2. L-, N- iniciales. Grupos -LL-, -NN-, -RR- (527-535)

3. Grupos iniciales (536-540)

4. S- inicial latina (541)

5. Consonantes interiores (542-551)

6. S ante palabra siguiente (552-558)

7. Tratamiento de -it-, -ll-, -j-, -x- (559-563)

8. Consonantes finales (564-567)

Las preguntas recogidas bajo el rótulo de ACTITUDES SOCIOLINGÜÍSTICAS, poseen —en el marco de la encuesta— un valor práctico, ya que permiten el paso de cuestiones bien conocidas por los informantes (agricultura, ganadería) a otras sin una conexión lógica con lo anterior (fonética). Estas preguntas favorecían el análisis de la fonética de nuestros informantes sin que existiera una perturbación en la estructura de la encuesta (11).

Las preguntas del cuestionario responden casi en su totalidad al tipo de preguntas indirectas denominadas por E. Dieth y H. Orton como NAMING, es decir, preguntas que buscan la respuesta por medio de una perífrasis (Chambers y Trudgill, 1994:46-49).

Conviene hacer constar también que el número total de preguntas realizadas a los informantes es bastante superior al de cuestiones recogidas en el cuestionario, ya que muchas de aquéllas se desglosan en varias preguntas que recogen aspectos concretos. Así, por ejemplo, al preguntar por las aguaderas, también lo hacíamos por el material de que están construidas y por el número de cántaros que contienen; al preguntar por el nombre genérico del cencerro, lo hacíamos también por los nombres del más grande y del más pequeño; al preguntar por las coyundas, el frontil, la collera o el ataharre, también lo hacíamos por el material de elaboración; al preguntar por la gavilla, lo hacíamos por el número de manojos, etc. De la misma forma, otras cuestiones han sido recogidas sin que aparecieran expresamente formuladas en el cuestionario, en especial cuando la encuesta se efectuaba a un sujeto muy consciente del interés de nuestro estudio (12).

Por otra parte, algunos de los conceptos presentes en el cuestionario no han dado lugar a un mapa. Algunos, cuando existía un interés léxico, han pasado a formar parte de las informaciones adicionales que acompañan a ciertos mapas, o se han habilitado láminas especiales para recoger el léxico en listas de palabras.

 

4. INFORMANTES

La selección de los informantes —como la de la red de puntos— ha estado determinada por el tipo de cuestionario utilizado. Al tratarse casi exclusivamente de términos de agricultura y ganadería tradicionales, se ha hecho necesaria la colaboración de personas que conocieran a la perfección dichos campos. No eran útiles, por ese motivo, personas excesivamente jóvenes ni otras, aunque fueran mayores, que no hubieran trabajado en esos sectores. En líneas generales, nuestros informantes pueden ser catalogados, utilizando la terminología de Chambers y Trudgill (1994:56-59), como NORM´S (nonmobile, older, rural males), que, por otra parte, suelen ser los habituales en trabajos de este tipo.

Hemos seguido el criterio del informante único, aunque siempre que nos ha sido posible —o cuando las circunstancias lo requerían— se han utilizado informantes secundarios.

La mujer nunca ha sido seleccionada como informante principal. Aun así, cuando en el ámbito de la encuesta se encontraba una mujer, no desaprovechábamos la ocasión para recoger sus testimonios, sobre todo para observar la fonética.

Las características generales que hemos buscado en nuestros informantes han sido las siguientes:

1. Nativos de la localidad.

2. Con edades comprendidas entre los 60 y los 80 años.

3. Analfabetos o con escasa instrucción.

4. Agricultores o de profesión relacionada con el campo.

5. Con ascendentes y cónyuge nativos de la localidad.

6. Personas poco viajeras y que no hayan residido fuera del término municipal durante mucho tiempo.

7. Con dentadura completa.

8. Personas con buen carácter, de inteligencia natural, sin problemas graves de salud, simpáticas y comprensivas.

El sistema puesto en práctica para acceder a los informantes ha tenido pocas variaciones: tras llegar a la localidad, nos entrevistábamos con algún representante local (alcalde, secretario), al que explicábamos el objeto de nuestra visita y pedíamos colaboración para que nos ofreciera una persona con las características antes señaladas y un lugar en el que poder realizar la encuesta (13). Si la persona recomendada no era la más indicada para nuestros objetivos, optábamos por alguna de las siguientes soluciones:

a) Si el informante incumplía gravemente alguno de los requisitos, se le hacía una parte de la encuesta para ganar su confianza y pedirle luego que nos presentara a otro vecino.

b) Si el informante se negaba a prestar su colaboración, volvíamos a recabar la ayuda de los responsables municipales.

En cualquier caso, lo que —desde nuestro punto de vista— no es recomendable, a no ser que sea absolutamente necesario, es acceder directamente a los informantes, ya que entonces el grado de desconfianza, e incluso de rechazo, es manifiesto.

Los principales problemas con los que hemos tropezado en la selección del informante han sido los siguientes:

1. Informantes influidos por normas lingüísticas ajenas a la variedad local (14).

2. Informantes que aparentemente no muestran influencias externas, pero que han residido fuera del municipio o han viajado con asiduidad (15).

3. Informantes con un nivel cultural apreciable o, a pesar de carecer de estudios oficiales, valorados positivamente por la comunidad. Son los denominados cronistas del municipio, «sabios locales» que conocen la historia del pueblo y las costumbres; en algún caso, incluso se han preocupado de elaborar listas de palabras en el habla popular. Quizá estos sean los más peligrosos para nuestros intereses, ya que pueden pasar desapercibidos si camuflan su forma de hablar para dar una sensación rústica (16).

De cualquier forma, los Ayuntamientos suelen ofrecer buenos informantes, si antes se les advierte de los requisitos que deben reunir.

 

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NOTAS

(1) El título original de la tesis es Cartografía lingüística de Extremadura. Origen y distribución del léxico extremeño.

(2) A todos ellos les agradezco sus comentarios y observaciones, que han contribuido notablemente a mejorar el resultado final de este estudio.

(3) Aunque hay lugares en los que se ha hecho, como en el Atlas Lingüístico de los Pirineos Orientales (ALPO).

(4) Había zonas en las que sería imposible cartografiar los datos debido a la acumulación de puntos.

(5) El hecho de que en Cáceres se hayan investigado más puntos que en Badajoz se debe al mayor número de municipios de la provincia alto-extremeña. Cáceres cuenta con 218 ayuntamientos, frente a los 162 que tiene Badajoz.

(6) Aliseda (Cc 500) es un núcleo que debe estar presente en cualquier selección como consecuencia de su posición geográfica.

(7) Para la elaboración de la red de puntos del ALECMan, Pilar García Mouton y Francisco Moreno Fernández han recurrido a otra entidad subprovincial denominada «área de dominación» socio-económica y cultural o «comarca funcional» (Véase García Moutón y Moreno Fernández, 1988:1164).

(8) Los núcleos visitados más modernos son Cedillo (Cc 304) y Corte de Peleas (Ba 300), y ambos cuentan con más de 200 años de historia.

(9) Posteriormente, ya en la selección definitiva de localidades, se repitieron las encuestas en Montánchez (Cc 502) y Escurial (Cc 604), con los mismos informantes, y en Madroñera (Cc 602), con otro distinto.

(10) Las preguntas relativas a las partes del carro han supuesto un verdadero calvario en muchas localidades, ya que la mayoría de los informantes no recordaban los nombres. Nos han dado la voz espinas para la denominación de los ‘radios’, los ‘varales’ eran confundidos con los ‘puentes’, etc.; por lo que no es de extrañar que en esos mapas existan lagunas importantes. Por otra parte, la abundancia de formas verbales en pretérito imperfecto de indicativo, en la transcripción de los informes del sujeto, revela que tales cuestiones son consideradas arcaicas.

(11) Salvo excepciones, a los informantes no se les explicaba con exactitud el verdadero motivo de nuestra visita. Aprovechando las características del cuestionario, se les hacía ver que se trataba de una encuesta para recoger información sobre agricultura y ganadería tradicionales, aunque sí recalcábamos que nuestro interés se centraba en conocer los nombres de las realidades por las que preguntábamos, tal como se conocieran en la localidad. Acceder a un núcleo rural para realizar una encuesta de agricultura no extraña a nadie, pero descubrir desde el primer momento que nuestro objeto es recoger el habla de la localidad produce desconcierto, muchas veces no sólo entre los informantes, sino, incluso, entre las autoridades municipales.

(12) Para realizar las primeras encuestas nos ayudamos de un cuestionario auxiliar en el que llevábamos anotadas las preguntas, para, de este modo, formularlas de idéntica manera en todos los puntos. Lógicamente, con el paso del tiempo, el uso de este cuestionario dejó de ser necesario. Sobre este asunto véase Montes Giraldo (1987:99).

(13) Los únicos municipios en los que se probaron otros sistemas fueron Escurial (informante proporcionado por el párroco), Madroñera (informante conocido de antemano al ser el encuestador natural de esta localidad), Aliseda y Campanario (informantes seleccionados por el investigador en el lugar habitual de reunión de los jubilados).

(14) En el Ayuntamiento de Malcocinado (Ba 601) se nos recomendó a un sujeto que en el desarrollo de la encuesta mostraba una fonética peculiar (presentaba una -l final de tipo velar). Al aparecer, durante el interrogatorio, términos agrícolas catalanes aprovechamos para preguntarle por su vinculación con aquellas tierras, resultando que pasaba largas temporadas en Barcelona con uno de sus hijos. Por respeto a este sujeto se le hizo completa la primera parte de la encuesta (agricultura), pero los materiales allegados son completamente inservibles, y hubo que repetirla con otro informante.

(15) En Berzocana (Cc 601), nuestro primer informante había residido varios años en Madrid, por lo que, aunque conservaba los rasgos autóctonos, preferimos repetir la encuesta con otro sujeto, de mayor edad que el anterior, pero cumplidor de todas las características señaladas.

(16) En Casatejada (Cc 400), las autoridades no comprendieron nuestros intereses y nos ofrecieron un informante con un nivel cultural superior (era perito agrónomo); tras mantener una corta, pero provechosa conversación con él, conseguimos que nos relacionara con uno de sus peones, el cual resultó ser un informante excepcional. Algo parecido ocurrió en Ahigal (Cc 102), donde los responsables municipales nos recomendaron a una persona muy interesada en la cultura popular, con conocimientos teóricos sobre agricultura tradicional, folclore e incluso dialectología. Esta persona fue el hilo conductor que nos puso en contacto con dos informantes ejemplares.

(17) Hemos encontrado mayor comprensión hacia nuestro estudio y menor deseo de autocontrol en informantes de localidades que conservan aún muy diferenciadas sus características lingüísticas. En Eljas (Cc 101), Serradilla (Cc 401), Garrovillas (Cc 302), Cedillo (Cc 304) o Cheles (Ba 304), todos los sujetos mostraron, desde el principio, una predisposición ejemplar.

(18) La aplicación del cuestionario fonético no ha ocasionado —en líneas generales— grandes problemas; a esas alturas de la entrevista, nos habíamos ganado la confianza del encuestado y, aunque a veces no se entendieran las razones por las que se preguntaban cuestiones tan absurdas, los informantes contestaban con agrado e interés.

(19) El período de encuestas se ha prolongado durante dos años. Comenzaron el 5 de septiembre de 1995, en Deleitosa (Cc 405), y finalizaron el 2 de julio de 1997 en Olivenza (Ba 301). Aunque los puntos no se han investigado en zig-zag, como se recomienda en algún manual de geografía lingüística, el calendario de entrevistas se fijaba alternando núcleos cacereños con pacenses, o —dentro de la misma provincia— núcleos de distintos cuadrantes geográficos; cada fin de semana se elegían, en Madrid, las dos localidades que se visitarían la semana siguiente.

(20) Veamos dos ejemplos significativos: En Casas de don Gómez (Cc 104), nuestro sujeto, el primer día nos respondió sierra grande a la pregunta del ‘tronzador’, y nos dijo que entre el aparejo y el lomo de la caballería se colocaban unos trapos. Al día siguiente, tras informarse con sus vecinos, nos aseguró que al ‘tronzador’ le llaman sierro, y que entre el aparejo y el lomo se pone el suaero. En Cheles (Ba 304), el segundo día, nuestro informante nos proporcionó tres respuestas a otras tantas preguntas que el día anterior había dejado sin contestar: ‘vaina del garbanzo’, ‘aguijada’ y ‘caballón’.

(21) Aquí entra en juego el conocimiento que el explorador posea de la región estudiada y de su modalidad lingüística, ya que si puede usar ciertas expresiones sentidas como propias por los nativos, estos se sentirán menos tentados a camuflar su fonética y harán de su elocución un vehículo natural para transmitir la información requerida.

(22) Tales fueron los casos de Ceclavín (Cc 301) y Corte de Peleas (Ba 300), aunque la intervención de mujeres se produjo cuando ya estaban prácticamente finalizadas las encuestas, por lo que el perjuicio fue mínimo.

(23) La experiencia nos ha hecho ver que el lugar en el que se recogen los datos es un factor secundario en la investigación dialectal; lo importante es que el informante se encuentre cómodo en ese lugar y, por encima de todo, que el sujeto cumpla las características esenciales.

(24) Sólo en contadas ocasiones hemos recurrido a un tercer informante.

(25) Manuel Alvar denomina a este tipo de encuesta reiterada (sujetos distintos con idéntico interrogatorio) y reserva el nombre de múltiple para la encuesta en la que participan distintos informantes en diferentes interrogatorios (Alvar, 1959).

(26) Cuatro informantes en Logrosán (Cc 603) y tres en Campanario (Ba 205).

(27) En la alta Extremadura se tuvo especial cuidado en la transcripción de las vocales finales y de los sonidos en los que tradicionalmente se ha mantenido la pronunciación sonora: /o/® [u]; /e/® [i]; /s/® [z]; /q /® [d].

(28) Para la grabación se han utilizado los equipos PANASSONIC RQ-L 305 y AIWA TP-560. El soporte de audio lo forman cintas de bandas de cromo TDK CDIngII. La utilización de aparatos magnetofónicos no ha representado ningún obstáculo para el desarrollo de la encuesta. Los informantes los han acogido con naturalidad e indiferencia.

(29) Véase M. Alvar (1970).

(30) La situación exacta de cada pueblo en su representación cartográfica se corresponde con la segunda letra de la sigla utilizada. En Cáceres se sitúa exactamente en la segunda ‘c’; en Badajoz en la ‘a’. No se han producido desplazamientos para favorecer la cartografía, excepto en el caso de Portaje (desplazado unos milímetros al sur) y Casas de don Gómez (desplazado unos milímetros al norte).

(31) Para la consulta de distintas tipologías, véase Coseriu (1977:112-113), Montes Giraldo (1987:106), Chambers y Trudgill (1994:51-56), Alvar (1961-1973:nota preliminar).

BIBLIOGRAFÍA

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