Socialismo de baja intensidad

Por Mariana Hernández
mariannehz@hotmail.com

Domingo 29 de mayo de 2005
Recomiendo a los lectores regresar de tanto en tanto a este texto, pues está siendo renovado a medida que se van produciendo nuevos datos y nuevos razonamientos.

Ver Índice de artículos

Fuera de Venezuela y Cuba, en América Latina, a lo más, lo que hay es lo que llamaré, no sin ironía, socialismo de baja intensidad, o sea, colaboración de clases.

Las acciones de la Argentina, el Brasil, Chile y el Uruguay, parecen propias de gobiernos burgueses porque son gobiernos burgueses. Claro, no son Bush porque tienen un ingrediente que no tiene el Gorila Mayor: pacto de clases. Bush manda solo y sólo con la burguesía y solo y sólo con la pequeña fracción más rapaz de la burguesía mundial (esto incluye la burguesía española vinculada con el Opus Dei y con las fracciones más reaccionarias de la burguesía latinoamericana, también vinculada con el Opus).

La historia de la socialdemocracia demuestra que en el parejerismo de clases entre la burguesía y las clases explotadas, quien manda es la burguesía porque ella detenta el control despótico sobre los medios de producción y de comunicación, que en estos tiempos son claves para el control del poder, como se vio en el Chile de Salvador Allende y como se está viendo en esta Venezuela de Hugo Chávez. Quien paga la orquesta pone la música. En ese juego está la humanidad desde hace como cien años: promesa de socialismo con rostro humano que termina en capitalismo de rostro inhumano. Lo vivimos en Venezuela con Acción Democrática. No necesito dar más detalles.

Pero lo podemos ver también en esos países que nombré: los gobiernos lanzan políticas sociales endebles y que en algunos casos dan risa. Digo, cuando lanzan políticas sociales y no permiten la privatización de las aguas como en el Uruguay de Tabaré o la tala de la Amazonia como en el Brasil de Lula. A sus Presidentes pusilánimes les da vergüenza fotografiarse con Fidel y con Chávez. Aceptan la visita de Condoleezza Rice y de Donald Rumsfeld para que los extorsione contra Venezuela. Por algo Condi y Rummy no vienen a Venezuela ni van a Cuba. Van a donde saben que tienen interlocutores flexibles, ablandables, convencibles. No lograron mucho, al menos en el plano de lo visible, que es siempre el plano más peligroso de la política porque es el espacio que nos dejan ver mientras por debajo se cuecen otras habas —las que importan.

Tienen suficiente materia como para preocuparse: Chávez ha logrado varios triunfos, no sólo dentro de su país, con nueve elecciones seguidas ganadas, un golpe, un paro patronal, una guarimba y una invasión de paramilitares, todos derrotados ignominiosamente. Una de las elecciones ganadas fue el Referendo del año pasado, el golpe más noble recibido por la oposición, del que no se recuperará al menos en una generación. No dan síntoma alguno ni de recuperación ni de rectificación y ambas condiciones se entredeterminan. No conocen otro oficio que el de la malandrería y así no se hace política ahora en Venezuela —ahí está una clave sobre la que volveré líneas abajo. Con razón el vicepresidente Rangel dice que “a la oposición sólo le queda Bush”.

Pero las ganancias son también en el exterior: los Estados Unidos cometieron la grave torpeza de medirse con Venezuela en la OEA y perdieron. Venezuela monta Telesur, obliga a Álvaro Uribe, el niño mimado de Washington, a venir a humillarse en Caracas, a pedir perdón por la metida de pata de lo de Rodrigo Granda. Se incorpora el Mercosur para hacer contrapeso a esa fábrica de miseria que es el TLC Canadá-EU-México y la amenaza del ALCA. Teje una trama mundial con Rusia, Francia, la China, Irán y ahora también La India. Con las burguesías de esos países, se entiende, aunque tenga buenas relaciones con el Partido Comunista francés y otros movimientos populares, como los cocaleros de Evo Morales y otros.

Salvo en el vecindario ruso, hastiado de décadas de stalinismo, hay vientos que soplan en dirección contraria a la de Washington. Jacques Chirac tiene que prácticamente suplicar a los franceses votar “sí” por la Constitución Europea y acaba de perder vilmente hoy mismo. A dondequiera que va Chávez, las multitudes lo aclaman, incluso en La India. Berlusconi se debilita en Italia. Inglaterra estará perdida para esos vientos por más de una generación. En España el Partido Popular está cada vez más débil. En Portugal hay un gobierno socialdemócrata.

Lo que pasa en Venezuela puede ser el germen de un cambio radical en la práctica política. Uno ve los políticos de otros países y ve la misma manipulación grosera; en cambio uno ve a Chávez y ve una campechanía que a los otros mete miedo. El discurso de Tabaré Vásquez al tomar posesión parecía (porque era) el discurso de un político burgués. Ni siquiera un guiño para los pobres uruguayos de “aquí estoy, panas; estas palabras huecas las digo por puro formalismo”. No, fue puro formalismo. Lo siento por los uruguayos que desde el Maracanazo no tenían razones para llenar las calles para celebrar algo.

No se trata de infantilismo ni de fiebre juvenil esta convicción que tengo, a pesar de mis añitos corticos, sino de una observación serena: habrá que transitar ese camino del reformismo burgués para caer en cuenta de que el camino del socialismo es otro. Venezuela también pacta con los burgueses, que ahora van mansitos al palacio presidencial en pos de los dólares que tiene el gobierno, pero este les impone condiciones para esas concesiones: participación de los trabajadores y otras más.

El obstáculo mayor del proyecto venezolano son muchos de sus cuadros medios, que no entienden ni un ápice de lo que Chávez predica. Muchos están en la misma malandrería de la oposición. No todos, a Dios gracias, porque hay los que sí entienden de qué se trata. Pero los que no entienden andan exhibiendo obscenamente su poder, con escoltas multitudinarias, que ni Chávez, alardeando de su poder como ni siquiera lo hicieron los adecos y los copeyanos. Haciendo negocios obscenos para enriquecerse. Eso lo sabe Chávez y eso es imposible de combatir en el contexto actual del Estado venezolano.

Hoy no hubo Aló, Presidente, José Vicente Rangel explicó ayer que Chávez es humano. ¿Una crisis de abatimiento ante tanta malandrería chavista? La piedra de tranca de todo esto es que los explotados venezolanos no aceptan más malandrería, que es el único oficio que algunos saben o conciben hacer, por eso la oposición tiene un 83% de rechazo según sus encuestadoras.

La tarea primordial de Chávez es precisamente derrotar la malandrería de su propia gente y él sabe poco de eso (ver Los ex hombres del presidente)


Es posible reproducir este texto en cualquier lugar y enviarlo a quien se desee siempre que se haga sin introducirle alteraciones y señalando dirección electrónica de origen.