EL COLOR DE
LA NATURALEZA
Sobre una mesa adornada con
claveles rojos, un café humeante evoca paisajes tropicales
mientras tonifica el cuerpo y alma de los tertuliantes. El café y el
clavel son aromas del campos colombiano que viajan por el
mundo evocando amor y poesía,
lucidez en el discurso, respiro en la fatiga o simplemente una
tibia compañía.
Una sortija, unos
pendientes, un collar, o una corona de un lejano reino, lucen el
verde esmeralda, color de las entrañas y de la piel que tapiza
la fértil campiña de la heroica tierra boyacense.

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En la mano tierra y esmeraldas
Una mano tendida a
la amistad con otros pueblos, porta el verde color de la
esmeralda y la fértil tierra que abona el campo
colombiano. Es la esperanza de un pueblo que se proyecta
al futuro, que pide justicia, paz y libertad.
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Pare la tierra guayabas,
papayas, yuca, coco, plátanos, naranjas, limones, caña, maíz,
papas, moras, aguacates, maracuyás, canela, arroz, trigo,
cebada, tomates, cebollas y mil especies y especias más. Pacen
los ganados en amplias llanuras, nadan los peces en mares, lagos
y ríos. Carbón, oro, petróleo, hierro, salen de las minas.
Tumba de un hombre.
En la
fotografía una muestra de la estatuaria monolítica, en
el parque arqueológico San Agustín (Huila) al sur del
país.
Colombia
es un estado con una población orgullosa de su ancestro
indígena. Grandes y ricos yacimientos arqueológicos
perduran, a pesar del expolio de la conquista, y el
descuido y desidia de algunos gobiernos nacionales.
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La Buhardilla.
