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Despierta, tiemblo al mirarte; dormida, me atrevo a verte; por eso alma de mi alma yo velo mientras duermes. Despierta, ríes, y al reír, tus labios inquietos me parecen relámpagos de grana que serpentean sobre un cielo de nieve. Dormida, los extremos de tu boca pliegan una leve sonrisa, suave como el rastro luminoso que deja un sol que muere... ¡Duerme!. Despierta, miras, y al mirar, tus ojos húmedos resplandecen como la onda azul, en cuya cresta chispeante el sol hiere. A través de tus párpados, dormida, tranquilo filgor vierten, cual derrama de luz templado raya de lámpara transparente... ¡Duermes!. Despiertas, hablas y al hablar, vibrantes tus palabras parecen lluvia de perlas que en dorada copa derrama a torrentes. Dormida, en el murmullo de tu aliento acompasado y tenue, escucho yo un poema que en mi alma enamorada entiende... ¡Duerme! Sobre el corazón la mano he puesto, porque no suele su latido, y de la noche turbe la calma solemne. De tu balcón las persianas cerré ya, porque no entre el resplandor enojoso de la aurora y te despierte...¡Duerme! |
Rima de Gustavo Adolfo Bécquer. Cortesía de Eternal_Galaxia |
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