La noche había sido bastante extrema. Al llegar a su casa notó que su ropa estaba impregnada de olor a cigarrillo y a humedad. Su boca estaba pastosa y sabía a una mezcla de bebidas alcohólicas difícil de recordar o descifrar. Se sentía en una especie de mareo provocada por diversos factores, tales como el sueño, el alcohol, el poco oxígeno que llegaba al cerebro después de haber respirado tanta atmósfera acigarrada. Rutinariamente, guiado por una especie de piloto automático que había ido desarrollándose a lo largo de muchas noches, se desvistió y se acostó en la cama a esperar que suceda lo que tuviera que suceder. ¿Encontraría a Beatriz en el abismo infinito en el que yace? Caer para siempre para encontrarse con lo que se busca en la absurda vigilia es un intento decepcionante. Fácilmente se olvida de estas inquisiciones por la multiplicidad de voces que se cruzan en algún punto de su cerebro. Poeta ¿estás solo?