Celtas y Druidas La información que se cuenta sobre los celtas es muy incompleta. Como se ha visto, se habían extendido por la mayor parte de la Europa occidental. En sus formas iniciales de organización social los celtas no tenían un cuerpo sacerdotal, eran los jefes de familia quienes estaban investidos del poder espiritual del sacerdote. El druidismo, venido de orioente, asignó luego a los oficiantes funciones civiles y religiosas, dotándoloos de un poder tal que culminaron por erigirse en el obstáculo mas tenaz a la dominiación romana. Desde tiempos remotos, afincándose en la Galia y penetrando en Armórica y en las islas de Bretaña, el druidismo abrio alli sus colegios sacerdotales y sus santuarios misteriosos. Reclutados entre las familias nobles, los aspirantes al sacerdocio debían pasar de quince a veinte años de retiro en los bosques sagrados o en las islas santas del océano para adquirir la ciencia poética y recitativa. Los novicios debían memorizar miles de versos y juraban guardar el secreto de su saber bajo terribles juramentos. El cuerpo religioso estaba constituido por tres órdenes puestas bajo la autoridad del Gran Druida. Una superior y dos inferiores que comprendían a los ovates, que se ocupaban de magia y predecían el futuro observando el vuelo de los pájaros o examinando las entrañas de las victimas de los sacrificios. También atendían a los enfermos e intervenían en cuestiones de justicia. Otro estamento de el cuerpo religioso estaba constituido por los bardos, poetas heróicos, místicos e historiadores que se acompañaban de una especie de lira para constatar tradiciones o alcanzar exitosamente el conjuro sagrado. Para obtener una mejor comprensión de los ritos de estos pueblos es preciso adentrarse en la más grande ceremonia druida. Revestidos de ropajes blancos y luciendo collares de oro, los druidas dirigían la procesión hacia el gran templo de los Carnutes en el bosque sagrado. Los ovates llevaban en la mano derecha la varita de avellano o sauce empujando delante de sí a dos novillos blancos. Los bardos encapuchados les seguían, cantando sus himnos. Un heraldo de armas, también vestido de blanco, empuñaba el caduceo. El Gran druida marcaba el roble, de menos de treinta años de edad, al pie del cual había sido levantado el altar rústico. Tres ancianos sacerdotes llevaban uno el pan, otro el vino y el restante una vara en cuya extremidad estaba esculpida la mano de la justicia de marfil. Antes de los ritos sacrificiales se cortaba el muérdago con el podón de oro, se lo recogía debajo del árbol en un mantel blanco y de inmediato era repartido entre los concurrentes, que lo llevaban colgado al cuello a modo de talismán. La planta adorada representaba la supervivencia, puesto que es la única que resplandece en el invierno. La fiesta se inspiraba en la inmortalidad del alma y tenía lugar en nuestro mes de diciembre, el sexto día de la luna. Además de la veneración que se prodigaba al muérdago por la razón apuntada, el simbolismo se extendía por los ramilletes de a tres que suele ofrecer la planta. El número tres tenía representación escencial entre los druidas; el dogma exigía que el tres abarcase el universo: consideraba 3 circulos de existencia, 3 órdenes de jerarquía sacerdotal, 3 clases en la nación gala, 3 rangos en la caballería. Se cree que los druidas comían las bellotas de la encina para adquirir sus poderes adivinatorios. También atribuían influencia desiciva a la luna sobre el crecimiento de las plantas, y en un buen grado sobre hombres y animales. En situaciones de extremo peligro se encendían hogueras sagradas durante los solsticios, a las que eran arrojadas las víctimas dentro de un enorme maniquí de madera. Era una forma de aplacar al dios solar Belen y engañar a Belisana, diosa-luna, o suplicar a un dios llamado "El Espantoso", de quien se esperaba en un arrebato de furia desplomara sobre el mundo la bóveda celeste. "Horrorizado, vi dos enormes figuras de mimbre - un hombre y una mujer -, a juzgar por la masa de hierbas y zarzas que pretendían sugerir el cabello y las ropas - construidas por entero a base de troncos, mimbres y cuerdas, y llenas de arriba a abajo con los cuerpos amarrados de los condenados, que se debatían y lanzaban gritos de súplica. Me quedé mudo contemplando aquellos dos gigantes monstruosos. Era incontable el número de cuerpos amarradosa ellos; las víactimas estaban encerradas en el interior hueco de piernas enormes, en los torsos, en los brazos e incluso en sus manos; hasta en sus inmensas cabezas sin rostro y en forma de jaula, coronadas de flores y hojas de hiedra. Las dos figuras vibraban como si fueran a caerse e cualquier momento, pero yo sabía que estaban firmemente sostenidas por aquellas sólidas aspas. Parecían asomarse sobre el bosque lejano y, en torno a sus pies, se amontonaban los hatos de leña menuda y de grandes ramas empapadas en brea que pronto servirían para prenderles fuego ......." de "La historia de Marius" en el libro Lestat el Vampiro de Anne Rice La muerte presentaba poco para aquellas gentes que creían en la preexistencia del alma y su supervivencia y consideraban al mundo un lugar transitorio al que se llegaba a cumplir un inexorable destino. <