| El mate

Es tan difícil imaginar a un argentino que no tome mate, como pedirle que
no coma asado o le diga no al dulce de leche. Desde antes de la llegada de
los españoles a América, los nativos de estas tierras ya consumían lo que
ellos llamaban CAAMATE, palabra que surge de la conjunción de un
vocablo guaraní y otro quechua. Caa: yerba y Mati: pequeña calabaza en
la que se bebe la infusión.
Posteriormente el mate se convirtió en compañero inseparable del hombre
de campo. Cimarrón, amargo, verde, fue su fiel amigo en las travesías por
las pampas, en los momentos de soledad y los de alegría. Con el paso de
los años logró conquistar su espacio en las ciudades y hoy tomar mate es
práctica habitual en todo el territorio de Argentina, Uruguay, Paraguay y
sur de Brasil. El hábito sigue siendo un hecho ignorado en el resto del
mundo, algo que se ve sólo de vez en cuando de la mano de los turistas
rioplatenses, que salen a desandar caminos con su equipo bajo el brazo.
De todos, y si bien la cultura oficial se restringe a esta parte de
América del Sur, algunos países como los árabes, lo han ido incorporando
con el paso del tiempo.
Según el lugar, el momento o con quién se ha de tomar el mate, este
adquiere diversos significados. Puede ser un alimento, o tan sólo el
compañero de horas lerdas. Es también un elemento de comunión en un
grupo de amigos y el símbolo de la bienvenida para el viajero que es
recibido con un mate calentito en la puerta de la casa.
Margarita Barretto en su libro El Mate. Su historia y cultura, agrega algo
al respecto:
Tomar mate no es la misma cosa que tomar un café o un vaso de vino.
Tomar mate requiere de un clima, un tiempo, un ambiente espiritual
definido. No se toma mate en cualquier parte o con cualquiera. (...)
No se toma con cualquiera porque, detrás del aparentemente simple acto
de tomar un té (el mate también es una infusión) de forma diferente, hay
toda una simbología, una trama de significados de comunión y amistad.
¿Cómo se ceba el mate?
Un poco de historia
El idioma del mate

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