Ese mismo año emprende su labor docente impartiendo clases de gaita y tambor en Trubia, Sariego y Gijón, siendo uno de los primeros maestros de gaita en introducir una metodología específica para el estudio de estos instrumentos, combinándolo con otras fórmulas más tradicionales de enseñanza. Sus alumnos gijoneses integrarían la primera formación de la
Banda de Gaites NOEGA que debutaría en Gijón en 1993 bajo su dirección. Paralelamente, participa en la fundación de la Banda de Gaites LA SALLE de la Felguera y la Banda de Gaites ALITAR de Bruselas.

A lo largo de estos años asesora, en su calidad de gaitero, a su padre, el reconocido artesano de gaitas asturianas,
Alberto Fernández Velasco, en la mejora de las cualidades tímbricas y tonales del instrumento, llegando a alcanzar unos espléndidos resultados que merecieron los elogios de gaiteros y constructores en años posteriores.

En el año 1990 colabora con algunos de los principales gaiteros de la nueva generación en la creación de la primera asociación de intérpretes y simpatizantes del instrumento, a la que se denominó "Conceyu de Gaiteros d'Asturies" y de la que sería presidente entre 1994 y 1997. Un año más tarde recibe, al igual que otros de esos gaiteros, la acreditación como Maestro Gaitero por parte de la administración regional, tras superar unas
pruebas de capacitación en el Conservatorio Superior de Música "Eduardo Martínez Torner" de Oviedo.



En 1993, participa como gaitero solista en un evento que marca un antes y un después para la historia de la gaita asturiana, siendo la primera vez que el instrumento protagoniza una pieza sinfónica, acompañada de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias -OSPA-, y bajo la batuta del maestro Antón García Abril. La ocasión se hacía aún más especial por coincidir con la puesta de largo de la gaita cromática, prototipo instrumental creado por el artesano Alberto Fernández Velasco.