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En más de un rodaje se comió palabras de su diálogo,
y se lo hacían repetir una y otra vez siempre con el mismo resultado,
entonces el director de la película en la más cruda de las desesperaciones
le retiraba esas líneas de su diálogo.
Cooper no se las comía por que no fuese capad de decirlas, era una
táctica, si al director de la película le hubiera dicho que
esas líneas del diálogo eran superfluas, o eran una soberbia
estupided, no le habrían hecho ni el más mínimo caso,
e incluso podría haberse llegado a la confrontación entre las
ideas del actor y del director.
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Durante el rodaje de sus películas, la interpretación
de Gary Cooper parecía anodina. Sólo cuando se positivaban
las escenas filmadas el día anterior, el director de turno se daba
cuenta asombrado que Cooper reinaba en cada uno de los planos, su parsimonioso
modo de hablar y su económica expresividad, marcaron la diferencia
entre él y los demás actores que por aquella época pisaban
Hollywood.
Carole Lombard llegó a decir de él: En cualquier conversación,
cuando Coop comienza a abrir la boca, empieza el día siguiente.
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Su modo de andar también era muy peculiar, una secuela de
un accidente automovilístico le obligaba a ello.
Tras el accidente los médicos le recomendaron para su recuperación
que montase a caballo.
De esta manera Gary Cooper se convirtió en un consumado jinete, algo
que le vendría muy bien años más tarde para la realización
de westerns memorables como:
El Virginiano, Buffalo Bill, El Forastero, El Caballero
del Oeste, El árbol del ahorcado, Veracruz, o la
obra maestra del genero Solo ante el peligro, que se convirtió
en una metáfora referente a la caza de brujas que en aquellos años
tenía lugar en los Estados Unidos.
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