Ese mi Chava Flores

¿Nombre de pila?: Salvador Flores Rivera, alias "Chava Flores".

¿Lugar y fecha de nacimiento?: Naciste el 14 de enero de 1920 en una de las calles de La Soledad, allá por el rumbo de La Merced de la Ciudad de México.

¿Domicilios?: Viviste en todos los barrios que en ese tiempo formaban la ciudad, e inclusive en otros que se salían de ella: Peralvillo, Doctores, Roma, Romita, Juárez, Cuauhtémoc, El Carmen, Santa María la Ribera, Santa María la Redonda, San Rafael, Tacubaya, Coyoacán, etcétera.

¿Profesiones?: A todo le hiciste para sobrevivir: cosiste corbatas, cobraste facturas, abriste una tienda en la avenida Madero, vendiste retratos y calcetines, administraste una ferretería, instalaste una salchichonería, editaste una revista y, por último, pusiste alma, vida y buen humor en componer canciones.

¿Frase célebre favorita?: "Yo, como dijo Cuco Sánchez originalmente: si he sabido ni nazo".

Un día de 1951, tan "bruja" como siempre, y a pocos días de quedar desempleado de tu propio negocio como editor del Album de Oro de la Canción, le dijiste con desparpajo a un amigo: "Me voy a dedicar a componer canciones". Tu cuate abrió tamaña bocota. "¿Escribir canciones, vivir de la inspiración, salir de pobre siguiendo la errática autopista de la música?".

¡Ay Chava, romántico insoluto: de veras que me estrujates todito el corazón! Ecuánime seguiste al pie de la letra tu propio consejo:

Manito,
trabaja como puedas
que chambear no es un delito

Pero eso sí, llegaron las canciones. ¡A temblar, solemnes! La tertulia, Dos horas de balazos, Los quince años de Espergencia, Voy en el metro, El cumpleaños de Escolapia, Sábado Distrito Federal, Tú lo serás, El gato viudo, La taquiza, Los pulques de Apan, Mi chorro de voz, Los Gorrones, Ingrata pérjida, Vino la Reforma, El Retrato de Manuela, Tomando té, Pobre Tom, La interesada, Cerró sus ojitos Cleto, Pichicuás, Vámonos al parque Céfira, La chilindrina, Peso sobre peso (mejor conocida como La Bartola), y un centenar de creaciones más, que el tiempo ha convertido en clásicas del cancionero popular mexicano.

¿A qué le tiras cuando sueñas, Chava Flores? ¿A retratarnos; a caricaturizar nuestras contradicciones, hábitos y utopías; a reírte de nosotros, poniéndonos frente de esos espejos deformes que magnifican nuestros defectos y virtudes como mexicanos y especialmente como chilangos? Tu mismo nos respondiste:

Yo no canto pa’ que usted
se conmueva de mis penas;
sólo canto por placer
en las malas y en las buenas

Hay quien afirma que ya es demasiado lo que se ha dicho y escrito acerca de Chava Flores. ¡No es justu! ¿Por qué no, mejor: es demasiado poco?

Sí, te ensalzamos hasta el delirio; nos morimos de la risa con tus canciones; te damos palmaditas al hombro mientras coreamos: "Si yo te bajara el sol quemadota que te dabas, ¡habas!" Te aplicamos el microscopio en las universidades como eslabón perdido de la música mexicana; te asesinamos sin juicio previo con el trillado fusil de "cronista musical de la ciudad" o te colgamos el ridículo sambenito de "poeta del folclor urbano".

Pero ¿te entendemos realmente? ¡Te apreciamos como el ser humano que luchó hasta el último de sus días por no venderse a cambio de un plato de lentejas?

¿Hemos leído esa agridulce crónica de tu propia existencia llamada Relatos de mi barrio? ¿Sabemos que además de este libro dejaste otros textos inéditos de rica prosa coloquial, donde lo mismo usaste un estilo irónico, mordaz, irreverente, que un tono cariñoso, juguetón y hasta paternal?

Aún del Chava Compositor, ¿recordamos que no sólo escribiste temas cómicos sino hermosas canciones de tipo amoroso, como Cachito de retrato, En tu estuche de recuerdos y Cuando me busquen tus ojos? ¿O albures musicales tan ingeniosos como La tienda de mi pueblo, Herculano y El chico temido de la vecindad? O bellas nostalgias capitalinas como Mi México de ayer, donde rematas con esta acertada copla:

Hoy mi México es bello
como nunca lo fue;
pero cuando era niño
tenía mi México un no sé qué.

Podríamos hablar de otra faceta tuya: la cinematografía, sobre todo de La esquina de mi barrio, la única de tus seis películas en la que llevaste el papel estelar, al lado del gran Armando Soto la Marina, "El Chicote". Sin embargo, en tus pocas incursiones por la pantalla jamás proyectaste (o si se prefiere: ningún director supo conducirte para que proyectaras) esas cualidades espontáneas de comunicación con el público que lograbas en tus canciones y conciertos.

En cambio, hay un rubro de tu personalidad que sería injusto pasar de largo: el Chava Flores hogareño, el hijo de familia pobre que pasó su infancia en vecindades, el padre de una numerosa prole que hoy se preocupa por difundir tu legado literario-musical, el hombre que luchó contra la adversidad con una sonrisa y una consigna: "Si yo nací cosechando tempestades, ¿qué me duran aigrecitos de alta mar?".

Formaste tu hogar a golpe de sueños durante el más de medio siglo que tuviste a la ciudad de México por querencia. Luego buscaste el descanso fuera de la metrópoli, en la tranquilidad de Morelia, Michoacán. Pero nunca dejaste de pregonar que México entero, desde "las áridas llanuras de la América del Norte" hasta "los domingos y los jueves en el parque principal" de cualquier rincón provinciano, era tu casa:

En México el hombre que pasa
se siente en su casa
o quizá mejor.
En México el hombre es hermano,
se da al ser humano
un trato de honor.
Pues México es una casita
preciosa y bonita
donde vive Dios.

¿Recuerdas aquella frase muy tuya de: "El que hace canciones no gana, pero cómo se divierte"? Me imagino que la tenías en la mente cuando, un 6 de enero cualquiera, sin un centavo para llevarles juguetes a tus hijas, no te quedó otra salida que regalarles un Cuento de hadas en forma de canción, aquella que dice:

Como el rey era pobre ganaba
treinta míseros pesos al mes;
por supuesto que no le alcanzaba
para darse una vida de rey.

Un día escribiste en un artículo: "Los compositores servimos para brindar nuestros sueños a las personas que no saben soñar". Y lo cumpliste a plenitud, Chava Flores. Porque ni aun el 5 de agosto de 1987, cuando te sacaron con los tenis por delante, dejaste de ser el forjador de sueños como este: "Si volviera a nacer quisiera ser el mismo, pero rico; nomás para ver que se siente".

Enrique Rivas Paniagua

Publicado en Escala, órgano de difusión de Aeroméxico


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