Sillas Vacias Ante Mesas Vacias
"Rostros fantasmas a las ventanas,
sombras fantasmas por las paredes,
sillas vacias ante mesas vacias,
ahora mis amigos ya no se reunirán más."

Los Miserables, Musical de Broadway


 

Son solamente sillas. Reunidas en un círculo alrededor de mesas viejas. Algunas están raspadas, la madera vieja y despintada. Si miras bajo la última a la derecha, la del almuadón viejo y desgastado, podrás encontrar una pequeña palabra raspada en ella. Yamucha.

De cuando todos solían acostarse en el suelo y hablar hasta las horas sacras de la noche, observando como las sombras crecían, largas y profundas. Sus voces bajas, hablaban de la vida. De cosas comunes. Preocupaciones simples y domésticas: el automovil que no pudieron arreglar, la grama que han decidido no podar, las cartas a viejos amigos que aun no han contestado.

Noches silenciosas y profundas. Noches durante las cuales yo podía simplemente acostarme sobre el piso de madera, los olores del océano, en su suave va y ven afuera, flotando alrededor de mi, añoñándome a un descanso de paz mientras escuchaba sus voces, profundas y dulces. No había necesidad de ser nadie en esos momentos. Cada uno de nosotros era sublime. Todos podíamos ser humanos.

Y habían raspado ese nombre bajo la silla porque ninguno de ellos le pudo ganar en aquel juego de cartas que habían alargado hasta mucho más alla de todo un día. El juego monumental de cartas que lo había convertido a él en un heroe.

Ahora su silla, este diario de madera, este trofeo a miembro número uno del Club No Proclamado de Solteros de la Casa Kame, solo se encuentra junto a su mesa. Esperando un nuevo juego de cartas. Una nueva noche eterna, coloreada por el humo gris de cigarillos comprados a un precio barrato antes de venir a jugar, y las piesas rojas organizadas en montañitas altas en la esquina del jugador con suerte y estrallas plateadas guiñando con sueño en el aire tranquilo de la noche.

Había un retrato fijado a una pizarrilla de anuncios detrás de la mesa. Un retrato viejo. Todoas estaban parados frente al edificio Budokai. La figura más alta tenía una toalla alrededor de sus hombros. Su sonrisa era cansada pero sincera. A su lado, con cara de perdido, un joven se tomaba de manos con una peli-negra bonita en un traje de corte chino. Dos muchachos de corta estatura, que parecían casi niños, estaban parados a la parte de alfrente, levantando sus pulgares en signo de victoria. El segundo muchacho, a la izquierda, tenía una sonrisa que se extendía de lado a lado. Detrás de ellos un joven con una cicatriz en su cara tenía sus brazos alrededor de una novia flaca y risueña. Una joven rubia a su lado le daba una sonrisa dura, casi malevola, a la cámara. Al lado de ella un viejo con una camisa hawaiiana alzaba a un hombre-cerdo en un gaban nuevo y con listas. Un gato volador flotaba sobre ellos con una sonrisa amplia. Todos estaban tan felices.

Recuerdo cuando fijaron un retrato nuevo a la pizarrilla. Todos estaban en el retrato nuevamente, sentados en y alrededor de un mattress alborotado puesto en el suelo; sonriendo a la cámara. Yo estaba recostado contra la pared, con una almuada puesta detrás de mi. Miraba hacia la cámara con una expreción que era una mexcla de cansancio, desconfianza y paz total. Recuerdo porque me veía asi. Había regresado por la segunda vez, y no podía comprender la felicidad de esas personas. De esos viejos amigos.

Ese retrato no está ahi ahora. No hay ningun retrato en la pizarrilla. Las sillas estan vacias. No habra nadie que se sentara en ellas. Las personas que sonrien en esos retratos viejos no estan aquí ahora. En cierto modo nunca estuviero aquí.

Pertenecen a un pasado que espero nuca se convierta en el futuro en el cual vivo. Son los amigos que hice. Los amigos que deje atrás.

En un mundo lleno de luz y de promesa, para regresar a una existencia rota y cansada.

Sin embargo, sus sillas permanecen aquí. Estas sillas son mucho más viejas que aun el más viejo entre ellos fue. Se reunieron en su círculo silencioso mucho antes de que esos buenos amigos se reunieran y permanecerán aquí hasta que un nuevo grupo de amigos se reunan alrededor de su mesa. A jugar cartas y reir, tirar chistes de doble sentido y molestarse como solo pueden los mejores amigos, haciando sonrojar a un muchacho demasiado modesto y ayudándolo a despejar sus preocupaciones.

Esperarán, vacias. Las campeonas de un millar de memorias. Monumentos a los heroes olvidados de este mundo. Vacias ante mis ojos. Ojos llenos de lágrimas.

Trato de pararlas con mis manos, pero admitir a su existencia solo logra que vengan com más fuerza. Rodando por mis cachetes, su sabor a sal.

Esos amigos nunca regresarán a mi. Estoy solo aquí, con sus sillas vacias y su mesa vacia por compañia. Les permití guardar mi retrato porque quería que me recordaran siempre. Yo no traje nada que me recordara a ellos.

Fue solamente hoy, cuando vine a la Casa Kame, cerrada y abandonada por años, que descubrí estas sillas y su mesa. Todo permanecía exactamente como era veinte años atrás. Recordándome a los días que vivi como uno de ellos. Dios sabe que no fueron días felices.

Pero no estaba solo en esos entonces. No era uno solo contra la presencia de sus espíritus.

Lentamente, permito que mi cabeza caiga en mis manos. Por un momento todo mi cuerpo tiembla con mis sollosos. Lloro hasta que estoy demasiado cansado para llorar más, hasta que he derramado todas la lágrimas que puedo derramar por ahora. Mi corazón esta pesado y mi pecho sube y baja dolorosamente con cada aliento. Me toma mucho tiempo antes de que pueda calmarme.

Con las lágrimas aun humedas en mis cachetes levanto una mano lentamente para tocar la madera desgastada de la silla más cercana a mi. La acaricio con mis dedos suavemente. Puedo sentir todas las astillas, los clavos fuera de lugar, el salitre acumulado a travez de años de una vida cerca del mar. La madera es suave bajo mi piel. Toma la poco resolución que me queda para no llorar de nuevo.

Sillas vacias ante una mesa vacia. Aquí yo vi a mis amigos hablar de vivir y sobrevivir. Se levantaron de aquí para ir a peliar. Porque yo se los había pedido. Porque un trapo de muchacho se había presentado ante ellos un día con las ezperansas de avizarles contra la pesadilla que era su mundo, el mundo de ellos si no hacían nada. Con las ezperansas de que si él hacía eso ellos no tendrían que sufrir lo que él sufrio.

Para que él pudiera regresar a su mundo de pesadillas. Y extrañarlos a ellos. Los amigos de mi madre. Las personas que había idolizado por tanto tiempo, ahora mucho más que heroes y legendas si no verdaderas personas. Verdaderos amigos.

Dejo que mi brazo caiga a mi lado. Pesadamente, sin querer hacer lo que hago, muevo la vista de esas sillas. Comienzo a caminar hacia la puerta lentamente, escuchando el eco mis pasos reflejarse por el espacio vacio. Tratando de no mirar hacia atrás.

Si lo hago, si miro hacia atrás, vere esas sillas dibujadas contra las sombras de la casa. Como solian estar cuando mis amigos aun estaban aquí conmigo. O cuando yo estaba aun con ellos. Ya no importa de que manera haya sido. Hoy son solamente sillas vacias ante una mesa vacia.

Ya mis amigos no estan aquí. Todos murieron, años atrás. Solo me quedan sus almas, envolviendome en su silencio. No puedo hacer nada más que permitir que me encuentren. Que me den consuelo.

Me he asegurado que sus muertes no fueran en vano. He destruido a los Jinzouningen y tomado venganza por las almas de mis amigos. Solo puedo esperar que sus almas permanescan conmigo siempre. Para secar mis lágrimas y deshacer mis miedos con risa. Mis amigos. Casi puedo oir sus voces ahora, llamandome afuera a el sol para que descanse, dándome aliento y envolviéndome en el calor de su abrazo.

Me causa tristeza saber que nunca los vere de nuevo. Mia es una tristeza muy profunda para poner en palabras. Se que aun ahora estoy llorando por ustedes. Aunque me lo he prohibido.

Per mis lágrimas no son lágrimas de dolor ahora. Yo se, desde lo más profundo de mi alma, que esta sillas no estan verdaderamente vacias. Yo se que, mientras yo viva, su memoria vivirá en mi.

Mientras este yo aquí estas sillas no permanecerán vacias para siempre.

Mis amigos. Me encuentro solo aquí.

Solo. Pero siempre con ustedes.
 
 
 

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© Noviembre 1996 Team Bonet. Traducción © 9 de abril de 1998 Team Bonet. Debes preguntarle a los miembros de Team Bonet si quieres esta historia en tu página. Gracias por leer, eh?