Patricia Colino. Madrid.
La casualidad ha querido que Santa Rita (patrona de los imposibles) sea patrona de la ciudad en la que la semana que viene la Unión Europea tiene que negociar su reforma institucional para adaptarse a las necesidades de una Europa ampliada a 27 miembros. La sombra de fracaso se alarga conforme se acerca la cita prevista en Niza.
Uno de los aspectos que más ahonda las diferencias entre los estados miembros sigue siendo el de las mayorías cualificadas. En la actualidad, las decisiones que se adoptan sobre más de 70 cuestiones incluidas en el Tratado de Amsterdam se deciden por unanimidad, lo que significa que los Quince tienen derecho a veto. Pero ante una Europa ampliada, la Comisión pretende que la mayoría cualificada sea norma de funcionamiento.
Los estados se resisten, sobre todo en los aspectos más espinosos como la fiscalidad, Seguridad Social, inmigración o política comercial. Fuentes diplomáticas españolas afirmaron ayer que las resistencias españolas se refieren no sólo a la cohesión económica y social, el asunto más delicado para España, sino a fiscalidad, política comercial, fronteras exteriores (por el contencioso con Gibraltar) y medio ambiente (por la política del agua). Las mismas fuentes explicaron que en fiscalidad, España estaría dispuesta a aceptar la mayoría cualificada en la lucha contra el fraude y la fiscalidad indirecta, pero se reserva en impuestos directos. En Seguridad Social, podría aceptarse en algunos aspectos, pero sería inviable en otros como la fijación del salario mínimo interprofesional. En este sentido, los diplomáticos explicaron que una armonización del salario restaría hasta seis puntos de PIB.
También están alejadas las posiciones en el reparto de votos que debe tener cada país en el Consejo de Ministros, el asunto más espinoso de la cumbre por las diferencias entre Francia y Alemania. En la actualidad, los cuatro grandes suman 40 votos, los 10 pequeños 39 y España, el más grande de los pequeños o el más pequeño de los grandes tiene ocho votos. Aquí, el objetivo español es tener un peso equivalente, a efectos de minoría de minoría de bloqueo, al de los cuatro grandes y que se tenga en cuenta la población. Para conseguirlo estaría dispuesta a perder un comisario, pero siempre y cuando la reponderación de votos en el Consejo le sea favorable.
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