Tomás Moro (1478/1535).
"Un hombre puede perder la cabeza fácilmente, y, sin embargo, no sucederle por esto ningún mal."
Sir Thomas More nació el 6 de febrero de 1478 en Cheapside (Londres), lugar donde dos siglos y medio antes naciera Santo Tomás Becket. Su padre fue el Caballero John More, abogado y juez, y su madre murió cuando Tomás tenía cuatro años. De pequeño fue al colegio de Saint Anthony para entrar después de paje al servicio del cardenal Morton, quien recomendó su ingreso en Oxford, donde estudió literatura y filosofía.
De vuelta en Londres, a los 16 años empezó sus estudios de derecho en New Inn, siendo admitido como Barrister en Lincoln´s Inn en 1501. Ese mismo año asistió a un acontecimiento que marcaría su vida: la boda entre Catalina, hija de los Reyes Católicos, y Arturo, heredero de Enrique VII de Inglaterra. Moro acabó sus estudios en la Cartuja de Londres, donde participó en las prácticas de los religiosos como huésped, y comprobó que no tenía vocación de monje.
En esta época participó en los círculos humanistas y conoció a célebres hombres de letras. Uno de ellos fue William Grocin, quien le introdujo en el estudio de la lengua griega. Más influyente en Moro fue John Colet, su director espiritual, con quien se interesó por los estudios clásicos y por los Padres de la Iglesia, principalmente por San Agustín.
En 1501 fue elegido miembro del Parlamento, casándose al año siguiente con Jane Colt, quien murió en 1511 con cuatro hijos, a los que Moro interesó en el estudio. Posteriormente se casó con Alicia Middleton y formó una gran familia, recordada por Erasmo de Rotterdam en sus escritos con gran afecto. Éste dedicó a Moro su Elogio de la locura.
Tras ocupar distintos cargos públicos ocupó el cargo de Under-Sheriff de Londres, teniendo un enorme prestigio por sus conocimientos legales y como negociador en asuntos oficiales y comerciales. A pesar de su gran actividad profesional y política siempre dedicó tiempo a sus prácticas religiosas y a estudios literarios e históricos.
Aunque Tomás Moro ya había publicado diversos escritos, no fue hasta 1513 cuando publicó su Historia del Rey Ricardo III, y sería durante su estancia en Flandes cuando escribiera en latín su pieza maestra: Utopía, que rápidamente se imprimió en toda Europa, convirtiéndose en obra cumbre de la literatura y del pensamiento.
Entre tanto Enrique VIII sucedió a su padre, Enrique VII , quien antes de morir obtuvo una bula de dispensa del papa Julio II para que Enrique pudiera casarse con Catalina de Aragón, ahora viuda de su hermano mayor Arturo. La boda fue el 11 de junio de 1509. El nuevo rey fue coronado el 28 de ese mismo mes y consiguió que Moro entrase a su servicio tras mediar con el cardenal Wolsey.
En 1517 fue nombrado miembro del Consejo del Rey, teniendo que renunciar a sus otros cargos. En la Corte se ganó el aprecio de los reyes, de los que obtuvo cada vez más confianza. En distintas etapas se le nombró Caballero, Speaker de la Cámara de los Comunes, Canciller del Ducado de Lancaster y High Steward de las Universidades de Oxford y Cambridge.
En 1521 ayudó a Enrique VIII a publicar su Assertio Septem Sacramentorum y en 1528 se dedicó a escribir en inglés libros de divulgación en contra de las herejías obra de Tyndale y Lutero. Publicó en 1529 su Diálogo acerca de las herejías, al que siguieron muchos más trabajos.
En 1529 sucedió como Canciller a Wolsey, quien había sido destituido por oponerse al propósito de Enrique VIII de anular su matrimonio con Catalina para poderse casar con Ana Bolena. Tomás Moro contestó claramente al rey su desacuerdo en el asunto del divorcio, aunque como laico creyó no deber entrometerse en un asunto que estimó competencia de las autoridades eclesiásticas.
El Parlamento pronto se doblegó al poder real y en 1533 sirvió como instrumento para forzar al clero a presentar un acta de sumisión por el que delegó en el rey la potestad legislativa en materia eclesiástica. Ante esta situación Moro presentó su dimisión como Canciller, lo que le supuso la pérdida de privilegios y cargos, además de la incomprensión por parte de su familia.
Así Moro siguió escribiendo contra las herejías y publicó su Apology en 1533, donde expresó: cuesta menos y se hace antes el escribir herejías que el contestarlas adecuadamente. Ese año el papa Clemente VII declaró inválida la boda entre Enrique VIII y Ana Bolena al considerar improcedente la anulación del anterior matrimonio con Catalina que había dictado el arzobispo de Canterbury Cranmer.
Ante la declaración del Papa, el Parlamento aprobó el Acta de Sucesión otorgando un poder total al rey sobre sus súbditos. Así a Moro le pidió presentarse a jurar el Acta el 13 de abril de 1534. Éste aceptó los derechos de sucesión que fijaran el Parlamento y el rey, pero se negó a aceptar algo que fuera contra la autoridad del papa, como era la unión del rey con Ana Bolena.
Durante cuatro días estuvo custodiado por el abad de Westminster, obstinado en desoír los consejos y amenazas de amigos y enemigos, para ser encarcelado en la Torre de Londres. Allí estuvo quince meses, escribiendo varias obras espirituales con las que se preparó para el martirio. Sufrió además la incomprensión de su familia, que vio cómo los obispos y doctores del reino habían aceptado el matrimonio del rey.
El 1 de julio de 1535 fue acusado de traidor por negarse a atribuir al rey su justo título de jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra. En el juicio se hizo cargo de su propia defensa pero fue ejecutado el 6 de julio. Su cabeza se colocó a la entrada del puente de Londres y tras ser recuperada por su hija Margarita, fue sepultada en San Dunstand, hoy día iglesia protestante. Su cuerpo primero fue enterrado en el recinto de la Torre para luego ser arrojado a una fosa común donde fue imposible localizarlo. Allí reposan los restos de Tomás Moro junto con los de San Juan Fisher e irónicamente con los de Ana Bolena y Cronwell.
Tras su muerte Erasmo definió a Moro como el más santo de los hombres que vivieron en Inglaterra. Tres siglos después, el 29 de diciembre de 1886, el papa León XIII le beatificó. En el cuarto centenario de su muerte se promovió un proceso de canonización y finalmente el 9 de mayo de 1935 Pío XI declaró santos a Tomás Moro y Juan Fisher.
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