EL INFIERNO, según José Luis Martín
 

No es que hubiera vivido lo suficiente. Nunca es suficiente. Pero como ya había empezado con achaques, decidí tomarme unas vacaciones y fantasmear un rato por ahí.

Le dije a mi hermano Groucho  que oye, Julius, que a ver si me puedes guardar la vez en el estanco y persigues alguna chica de mi parte mientras estoy un poco así como ido... y que no, que no te dejo la bocina, que seguro que la necesito, que si no a ver cómo me voy a explicar.
El se quedó un poco tal que así  consolándose con Consuelo  (que no está mal... ¿no?)
Y yo me fuí tan ricamente dando un garbeo hasta el Infierno y ... bueenoooo..., me lo pasé fenomenal. Era muy divertido.

Pero me echaron porque dijeron que ya está bien, que no haces más que perseguir a las chicas del jefe y eres un revolvedor y nunca vamos a hacer carrera contigo y así nunca vas a ser un  diablo  como Dios manda.

Así que me puse un poco triste, suspiré (bueno, sólo fueron un par de suspiros) y... ¡qué Diablos!... me dije: pero, bueno, ¡si el Infierno no existe!..., ¿qué hago yo aquí?. Y, además, como dice mi hermano Groucho, ¿cómo voy a aceptar pertenecer a un club donde aceptan a gente como yo?.

En fin, que decidí dimitir del Infierno y de mí mismo, cogí mi cepillo de dientes,
mi  diván   mis  libros   y   mi  arpa  y...

 
 

Ir al  a purgar, como los caracoles  Purgatorio

 
¿Quieres mandarme una postal de este sitio? ¿Huír y volver al Menú?Volver al Menú Ver cosas de Harpo HARPO cuenta sus cosas