Pimientos bien pelados.
Para que te sea más fácil retirar la piel de los pimientos enteros con las manos una vez asados, mételos en una bolsa de plástico o envuélvelos en un papel de periódico durante diez minutos aproximadamente.
Limpiar el pescado.
Hazlo siempre bajo el chorro de agua fría no demasiado fuerte para que no se deshaga, tanto por dentro como por fuera. Nunca lo dejes en remojo y sécalo muy bien, utilizando después un papel absorbente.
Freir pescado sin olor.
Para paliar el olor que se extiende por la casa cuando se frién algunos pescados, especialmente sardinas y boquerones, puedes untar estos con limón, o pasarlos por agua con leche antes de freirlos. Además de oler menos, ganarán en sabor.
Quesos aromáticos.
Para que recupere todo su aroma, saca el quesode la nevera media hora antes de consumirlo. Ten en cuenta que el excesivo frío altera considerablemente el olor y sabor característico de este tipo de alimento.
Morcillas en su punto.
Pínchalas con un tenedor para evitar que se revienten cuando las frías enteras. Si están troceadas, pásalas por harina. Si las quieres consumir ligeras de grasas, lo mejor es que las hagas en el microondas o en el horno convencional, sin añadir ningún tipo de grasa adicional.
Conservar patatas.
Si cortas patatas para tortilla con uno o dos días de antelación, o bien te han sobrado, guárdalas en un recipiente bien tapado, mezcladas con huevo batido. Así no se secarán. Otra solución es meterlas en un recipiente hermético bien cubiertas con agua fría salada, y dejarlas en la nevera.
Verduras hervidas en leche.
Hay ciertas verduras como la patata, la zanahoria o la endibia, que mejoran sorprendentemente su sabor hervidas en leche en lugar de hacerlo en agua. Además, adquieren una textura mucho más suave y aunmentan su valor nutritivo.
Salsa para espaguetis.
No tires los trocitos de queso que te van quedando en la nevera. Cuando tengas varios, haz una salsa mezclándolos todos con nata líquida o leche, y abundante albahaca. De esta manera, tus espaguetis quedarán exquisitos por muy poco dinero.
Paliar el exceso de sal.
Cuando te pases con la sal en un guiso, añade inmediatamente antes de terminar la cocción, una rodaja de patata. En dos o tres minutos, la patata absorberá la sal sobrante y el guiso estará a punto para comer.
Presentación de cócteles.
Los bordes de las copas de cóctel quedarán más bonitos si los mojas ligeramente con un poco de agua o zumo y luego los pasas por un plato con azúcar blanca.
Mételas en la nevera hasta servirlas.
Aprovechar las verduras que sobran.
Si te ha sobrado algún tipo de verdura cocida, mézclala con unas patatas también cocidas, algunas alcaparras, pimiento rojo, huevos duros y una buena vinagreta. Tendrás una estupenda ensalada. Si están demasiado blandas para hacer una ensalada, mézclalas con huevos y leche y confecciona con toda la mezcla un pastel de verdura.
Reconocer el pescado fresco.
Si quieres saber el grado de frescura de un pescado, al ir a comprarlo, fijate en los ojos, deben ser brillantes, saltones y redondeados. Otro dato es observar si presenta la piel lisa y con brillo, así como el interior de las agallas, que deben tener siempre un color rojo brillante muy oscuro.
Lechuga crujiente.
Si quieres que la lechuga pierda su aspecto mustio y esté más crujiente a la hora de hacer la ensalada, mételea en un recipiente con agua fría y añade el zumo de medio limón por cada lechuga. Luego, déjala reposar una media hora en un lugar fresco. Escúrrela bien y ya estará lista para prepararla.
Guardar la pasta.
La pasta fresca hecha en casa debe consumirse el mismo día que se hace pero, si no es así, te aguantará hasta tres días si metes la masa recién preparada en el frigorífico bien envuelta en papel transparente.
Limón en gotas.
Si sólo necesitas un par de gotas de limón, introduce una aguja fina por uno de sus extremos y exprime a través del agujero las gotas necesarias. Es un truco estupendo y te servirá para varias veces.
Vino blanco frío.
Servir el vino blanco a la temperatura adecuada es fundamental para el éxito de cualquier comida o cena. Para asegurarte de que está en su punto de consumo, ábrelo 1 hora antes de servirlo. Luego, tápalo de nuevo y mételo en la nevera para alcanzar la temperatura requerida.
Aprovecha el pan.
Por la noche, coloca el pan viejo cortado en cuadraditos en una ensaladera llena de leche y espolvoréalo con azúcar. A la mañana siguiente, añade cuatro huevos enteros, mezcla bien, agrega unas pasas, echa todo en una fuente untada con mantequilla y colócalo en el horno caliente 30 minutos. Sírvelo caliente o frío. Es un postre delicioso.
Quesos con sabor.
Si los guardas en una caja hermética, algunos quesos fuertes alteran rápidamente su sabor. Puedes evitarlo sujetando, con un poco de cinta adhesiva, una rama de tomillo en la parte interna de la tapa de la caj.
Demasiado vinagre.
Si te has pasado con el vinagre en la ensalada, sólo tienes que poner entre los ingredientes una bola de miga de pan que absorberá todo el exceso. Después agrégale un poquito más de aceite de oliva y, por su puesto, se prudente con la sal.
Asar carne.
Para asar un trozo grande de carne en el horno, debes ponerlo a temperatura media para que se vaya haciendo lentamente y se cueza bien por dentro. Si el trozo es pequeño, el horno debe estar caliente, para que se haga rápidamente y, así, no corres el riesgo de que llegue a quemarse.
Mahonesa sin ´salmonella´.
Para evitar el peligro de salmonella que acecha a la mahonesa, sobre todo en verano, sustituye el huevo por un poco de leche. Puedes utilizar la cantidad que desees, pero piensa que las proporciones con los otros ingredientes no varían.