AÑO VIII
NÚMERO 406
DOMINGO 25/04/1999
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Trueque
VIVIR SIN DINERO

Historias de gente que supo lidiar contra la desocupación y encontro en el intercambio un modo de vida ético y salodario.

Es un monstruo ciego, una bestia cargada de ausencias que convierte el murmullo en estériles silencios: el ser en la nada, la esperanza en vigilia y el fervor en una mueca desesperada. La desocupación no sólo engulle cuerpos, familias enteras, bienes contantes: ante todo, devora las almas.

Sin embargo, también están los soñadores. Esos espíritus argentinos que todos los días desafían el mundo y, con la seguridad de tener algo de justicia de su parte, amenazan a los peores monstruos con una sencilla sabiduría.

Y lo mejor de todo es que la bestia no contaba con eso. Ya se sabe: las bestias, en general, poseen escasa imaginación. Aunque sus garras no son nada despreciables. Para la consultora Orlando Ferreres y Asociados, la desocupación alcanzará el 15,5 por ciento en mayo de este año. Para Alpha será del 15,4 por ciento. Para la Fundación Andina será del 15 por ciento. Y para el CEMA -de donde proviene el ministro de Economía Roque Fernández- llegará al 13,5 por ciento.

Un dramático bingo trazado por cálculos, probabilidades y vidas. Pequeñas y grandes vidas argentinas. Gente sin trabajo que cuando asumió Raúl Alfonsín en 1983 llegaba al 3,9 por ciento; recibió a Carlos Menem con un 8,1 por ciento y a su segundo gobierno con un récord histórico del 18,6 por ciento de desocupación y un 11 por ciento de subocupación.

Números, sólo eso. ¿Qué otra cosa significa un cuerpo con una gangrena del 30 por ciento? Es -también- un 70 por ciento de probabilidades de salvarse. Y hacia allí apuntan esas gentes que hicieron del trueque una forma de vida.

Mirta sabe que es así: un incendio arrasó con su quiosquito y la dejó con tres hijos y la fantasía de "próspera comerciante" en llamas. Y Mirta también cuenta que la búsqueda desesperada la arrastró a un extraño lugar que, si bien cuenta con la bendición ideológica y suficientemente moderna de Alvin Toffler, se parece tanto al pasado que da un poco de congoja: "El club del trueque" se llama ese espacio que reúne sólo en la Argentina a 120.000 personas. Se creó en nuestro país en 1995, tiene una página en Internet llamada visitweb.com/trueque y representantes en todas las provincias.

"A veces llevo verduras, comidas, cosas de limpieza y las cambio por otros productos de igual valor o por papeles de crédito. Y de esa manera voy juntando créditos hasta que pueda comprar cosas más caras -sostiene Mirta, quien acumula las monedas que recibe su hija mayor por su trabajo en una remisería-. Con ese dinero viajo, voy, vengo, y cambio, cambio, cambio... Hay gente que hasta se va de vacaciones gracias al trueque."

Ése es el caso de Cristina: "Desde hace siete meses la base del sostén de mi familia es el trueque. Mi marido trabajó para el Correo once años, pero luego lo echaron y, sin embargo, con él desocupado pudimos ir de vacaciones a Córdoba y a Misiones. Es que hay hoteles que reciben créditos y hay sociedades de trueque en todo el país. Con las changas de mi marido nos pagamos los pasajes y lo único que tuve que hacer fue lavar los platos algunas noches en Misiones. Gracias al trueque comemos, nos vestimos, vamos de vacaciones y no nos endeudamos", dice Cristina, que confiesa no haber leído en su vida a Toffler. De todas formas, con su praxis le está haciendo honor al autor de La tercera ola, que aseguró que casos como el suyo son "una vuelta a los orígenes, a la revalorización y a la reconceptualización de la vida misma".

¿Serán una tribu? ¿Una secta pagana? ¿un grupo de extremistas? La verdad es que no lo parecen. Semejan sí, gentes normales tiranizadas por un mundo que no las incluye. Un planeta en donde 500 empresas controlan el 35 por ciento del producto bruto mundial. Quizá sea por eso que decidieron construir uno propio.

¿Y cómo fue?

"Un día, estaba viendo el programa de Mariano Grondona y noté que había un grupo de personas que tenían una postura mucho más realista y optimista frente a la desocupación que la que suelen tener los sindicalistas y los políticos. Entonces me acerqué adonde convocaban y me encontré ‰ con un grupo humano muy cálido que me recibió con mucho afecto y me permitió concretar mis sueños y mis habilidades. Con una amiga pude poner en marcha un emprendimiento de cosmética y ahora ambas vivimos de eso. Para juntar los pesitos que necesitamos para el transporte y el pago de servicios, ofrecemos una pequeña parte de nuestros productos al mercado formal", dice Mariana, de 50 años y la sonrisa de lado a lado.

"El Club del trueque forma parte de una red de autoayuda empresarial donde el objetivo no es el lucro, sino la calidad de vida." Desde las páginas de eirilink.com/trueque, Eduardo Troncoso responde algunos interrogantes, aunque todas las respuestas parecen ser pocas ante el inesperado fenómeno de un mundo sin dinero, en donde se pueden comprar o vender cosas sin meter la mano en el bolsillo. La plata es reemplazada por una herramienta de intercambio -un papel- llamada "créditos", "nodine" , el cual es generado por cada miembro a través del propio trabajo (ver recuadro, pág. 30). Su valor inicial suele ser equivalente a la moneda de mercado, pero, claro, sólo tiene valor dentro de los clubes de trueque, en los que no sólo pueden encontrarse bienes sino también servicios: capacitación, ideas y hasta servicios médicos. De todo puede haber allí, en esa red que tiene como principios básicos la confianza, la reciprocidad, el sentido común y el no lucro. "Siempre decimos que droga y prostitución nunca tendremos, pero de lo demás tenemos de todo", le dijo Nelson Fernández al diario Río Negro. Fernández forma parte del "Globito azul", de Viedma. "Quien viene pone su valor, pero si alguien tasa el producto más caro que afuera, la gente no le compra y solito la tiene que bajar", dice Fernández con una lógica economicista irreprochable.

"En el mundo moderno las personas se vuelven cada vez menos autosuficientes y más dependientes, y si bien se puede afirmar que tienen un nivel de educación más elevado que cualquier generación pasada, lo cierto es que no pueden hacer nada sin ayuda de otros", afirma Horacio Covas, creador -junto a Carlos De Sanzo- del primer club argentino. Esos hombres rechazan que el trueque sea regresivo o utópico y dicen que la suya "es una modalidad actual que emplean países y empresas. Desde los clubes liberamos a los pequeños y medianos ‰ productores de la impotencia, el sometimiento y la frustración causados por la falta de circulante".

Un freudiano más o menos clásico diría que la identidad de las personas se basa en dos actividades: una es la amorosa -que la produce la familia-, que es la identidad privada. La otra es el trabajo, que le otorga a la persona la identidad social. "Cuando una persona pierde el trabajo, no sólo pierde el salario sino también el rol profesional, sea cual fuere su ocupación u oficio. Él hacía eso, eso era lo que lo mantenía ocupado varias horas de su tiempo. El desocupado es un hombre que perdió la mitad de su identidad. Es un rengo psicológico", dice el psicólogo Alfredo Moffat, mientras le agrega a su definición escolástica una cantidad enorme de dolores: "Ese rengo pierde la noción del tiempo, tiene una sensación de infinito; empieza a perder el valor de su tiempo y el del ajeno; pierde el rol de proveedor dentro de su familia y por lo tanto pierde poder; tiene una sensación de inferioridad; al no encontrar trabajo se siente frustrado, pierde el grupo de pertenencia, sus compañeros de trabajo..."

¿Es como el infierno?

Es mortal. El proyecto de vida de la familia está basado en el salario. Entonces, de un día para otro el desocupado siente que se queda sin futuro y eso se transmite a toda la familia.

Al amor…

El individuo se degrada. Inclusive a nivel físico. La angustia y la impotencia pueden manifestarse en enfermedades de tipo nervioso: impotencia sexual, úlceras. Alcoholismo para liberarse de la angustia...

Y la desocupación avanza. Produce rengos a cada paso. Hasta que se encontró con estas gentes que dicen que no, que le hacen frente a la renguera, que tienen la solidaridad como bastón.

Aunque no sólo los desocupados acuden a los clubes. Marcela Narváez tiene 35 años y es soltera: "Soy docente, y como empleada municipal recibo limosnas a cambio de mi trabajo. La adquisición económica más valiosa que pude hacer en los 12 años de trabajo fue un cochecito viejo que se me rompe cada dos por tres. El motivo primitivo que me impulsó a repartir mi tiempo entre mis alumnos y el trueque fue que de esa ‰ manera podía disponer de un servicio mecánico accesible. Mi trabajo dentro del club es dar clases de apoyo a aquellos chicos que tienen problemas de aprendizaje. Además hago souvenirs de goma. Con el tiempo me fui dando cuenta de que esta economía de intercambio me permite vivir mucho más tranquila que la economía formal, que se está cayendo a pedazos". "El Club del trueque" también tiene su red de salud, compuesta por 50 profesionales. Juan Carlos Bruno es uno de ellos: "Me entusiasmó la idea de prestar mis servicios como psicoanalista, no sólo por una cuestión solidaria, sino porque además descubrí en este sistema una forma alternativa de trabajo. El intercambio te hace tomar conciencia del valor real que tiene todo aquello que ofrecés al mercado. Es como que te sentís más útil y menos degradado. Reparto mi tiempo entre el club y mi consultorio privado, que en honor a la verdad me trae más pérdidas que ganancias".

¿Pero todo funciona armónicamente en ese mundo, nunca un sí o un no? Los mayores problemas se manifiestan con la gente que tiene alguna expectativa de ganar dinero o conseguir empleo formal. Si bien es cierto que en la Red se encuentra ocupación, también es cierto que es uno quien la genera, no el Nodo (el lugar de encuentro). Con esa ocupación se generan créditos, que ‰ permiten adquirir productos o servicios en la red, con el consiguiente ahorro de dinero. Pero además el Club también asesora a sus miembros sobre cómo mejorar sus productos o cómo cambiarlos por otros de más demanda, y ofrece capacitación para lograr ese objetivo. "Estar en el sistema de trueque equivale a negociar bajo pautas éticas. Y como todo sistema basado en la confianza y la reciprocidad puede ocurrir que algún miembro se sienta tentado por el tipo de red no vinculante a eludir los compromisos asumidos, por ejemplo, no cumplir con lo pactado, falsificar o emitir valores sin respaldo -sostiene Eduardo Troncoso, quien también es consejero internacional para el País Vasco y España de la Red Global de Clubes de Trueque-. La sanción ética que recibiría por esa defraudación le llegará en forma inmediata y multiplicada por el mismo concepto de red que pretende defraudar. Pero además, quien falle adrede en los compromisos o utilice el sistema para especular puede ser retirado de las listas." El que falle entonces será desterrado a su misma tierra, que en este caso puede convertirse en la peor de las prisiones: allí quedará sólo, a merced de la desocupación, la bestia que este año pretende regresar con todo y convertir a miles de argentinos en una mueca de la impotencia l

el shopping

A través del trueque se puede encontrar casi todo. Desde campos -Finca excelente de 30 ha en Mendoza, San Rafael por similar en la provincia de BuenosAires", anuncia Mariano Rodríguez Muñoz desde la bolsa de trueque en Internet www.lukasnet.com/pyme/trueque- o música en formato MP3 en "la página de Carlitos" www.geocities.cpm/snsetstrip/studio/2999/mp3. En definitiva, casi todo entra en ese gran shopping del "no dinero": trabajo, enseñanza, mobiliario, decoración, animales, plantas, autos, bicicletas, camiones, tractores, barcos, hobbies, viajes, excursiones, masajes y juguetes. Y hasta impuestos: en la localidad de Plottier, en Neuquén, la Intendencia recibe por las deudas municipales desde pan hasta ladrillos.

bolsa de trueque

Foco de la semana, nuevo periódico semanal, incluye entre sus páginas un espacio dedicado al trueque llamado "Bolsa de trueque". La sección cuenta con varios rubros (artesanías, capacitación, gastronomía, servicios para el hogar, salud, profesionales, servicios) y se puede publicar allí un aviso gratis mediante un cupón. Para mayor información dirigirse a Teletrueque, Zeballos 398, Bernal, Buenos Aires, código postal 1876. También puede hacer su consulta al teléfono (011) 4252-0333 o por e-mail a teletrueque@abaconet.com.ar.

el no dinero

El sistema de trueque se cimenta en los "créditos", que en la Capital consisten en un cartón de diez por cinco centímetros avalado por las firmas y los sellos de los coordinadores locales. Las reglas permiten canjear directamente -una gallina por dos manteles- o recibir créditos que luego serán usados para otros trueques. Según las pautas del Club, los "créditos" no requieren de respaldo ni son sustitutos de un valor o bien anterior; no son un medio ni una promesa de pago, no tienen dueño, se distribuyen equitativamente entre todos los integrantes reconocidos, no producen interés ni comisiones, no están sometidos al libre juego de la oferta y la demanda y no se trata de mercancías ni de medios de intercambio, sino de facilitadores de la reciprocidad entre los usuarios y, además, no son acumulables.