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Satán Claus


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SATáN CLAUS.
por: Héctor Ugalde (UCH)

  La enorme figura roja le miraba con sus ojos de fuego mientras que con
un dedo lo señalaba acusadoramente, con una gruesa voz le dijo: "¡Tú!
¡Tú eres muy malo!". Al oir una siniestra risa ensordecedora su cuerpo
comenzó a temblar de miedo.

  Despertó bañado en sudor...

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  El psiquiatra, con acento alemán, le repetía:
- Muy intterressantte. Ssu kkasso serr muy intterressantte.
- Se que le parece un caso muy interesante, doctor Fraud, ¡pero lo que
  yo quiero es dejar de tener esas espantosas pesadillas!
- Intterressantte. Ssu kkasso serr muy intterressantte.
- ¡He recurrido a todo: exorcismo y brujería!, ¡y ahora cinco años de
  psicoanálisis no me han servido de nada!
- Ssu kkasso serr muy intterressantte. La foentte de un 99.8% de los
  ttrraumass inbbarriablementte sse orriginan en la infanssia ssin embarrgo
  he hurrgado en su mentte porr hippnóssiss perro algo bblokkea ssuss
  rrekkuerrdoss.
- ¿Qué otra cosa puedo hacer?
- Le rrekkomiendo bbissittarr ssu puebblo nattal. ¡Bbusskke ssu niñess!
  ¡Al menoss le sserbbirrá de bbakkassioness!
- ¡Está bien! ¡Seguiré su consejo!
- No olbbide bbenirr a bberrme desspuéss. Ssu kkasso sserr muy intterressantte.
  ¡Podrría ssalirr pubblikkado en el Sselekkssioness!
  Son quinientos besos, base a bagar a la cajas.
  (parece ser que además de alemán, el psiquiatra tenía un 7.5% de árabe)

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  El pueblo era bonito, pero le parecía extraño. Extraño, porque aunque
algunos lugares le parecían familiares, el recuerdo era difuso. Era como
si sus ojos vieran fotografías enfocadas de los recuerdos borrosos de su
mente.

  Caminó sin rumbo por las calles con adornos navideños, e
inconscientemente comenzó a seguir a la gente que parecía ir toda al
mismo lugar: la plaza del pueblo.

  Ya había una multitud reunida alrededor de una explanada, al
acercarse, creyó atisbar una figura roja trayéndole recuerdos del
demonio de sus pesadillas. ¡su corazón le palpitó con fuerza! Con algo
de temor se acercó aún más.

  Los recuerdos eran más nítidos. Recuerdos de otros niños formados
igual que estos, pero con una diferencia: estos niños sonreían.

  De pronto, una de las caras de las personas cercanas le pareció
familiar.

- ¡Margarita!
  La joven volteó, le miró, pero no le reconoció.
- ¡Soy Manuel!
  La muchacha frunció el ceño. Seguía sin reconocerle.
- ¡Manuel Campos!
  Cómo si el nombre oprimiera un botón de encendido, su cara se iluminó.
- ¡Manolito!
  Pero al ver la cara del hombre que había sido "Manolito", cambió a:
- ¡Manuel! ¿Qué te has hecho? ¿Cómo te ha ido?
- Pues bien, ya ves, aquí de vacaciones.
- ¡Qué bien!... pero ¡Espera! ¡Ya va a subir Santa Claus!

  ­Santa Claus! ­Claro! Esa costumbre antigua que ya s¢lo en su pueblo
y quiz s en algunos otros continuaba.

  Estuvieron observando cómo los niños poco a poco iban pasando a
platicar con Santa Claus, bromeando, riendo y recibiendo sus regalos.
  Margarita sonreía, luego volteó a ver a Manuel, y le dijo:

- Recuerdas cuándo de niños, el viejo Samuel se disfrazaba de Santa
  Claus, cómo leía en voz alta para que todos escucharán todo lo malo
  que habíamos hecho en el año, y cómo nos metía miedo gritándonos con
  su vocerrón: ¡ERES MALO! ¡MUY MALO!
  Manuel asintió, ¡Margarita no tenía idea de cómo lo recordaba!
  Margarita se puso seria.
- No quisiera decirlo, pero ¡Qué bueno que murió!
- ¡Ha de haber sido después de que me fuí a la ciudad!
- Humm... Me parece que sí.

  Margarita volvió a sonreir.

- Pero eso era antes, ahora resaltamos las cosas buenas que hizo el niño
  y premiamos sólo lo bueno. Es un enfoque positivo.
- ¡Ya lo creo!

  Margarita y Manuel siguieron contentos, disfrutando al ver la
felicidad de esos niños en Navidad.

  Al final del día, una vez exorcizado el gordo demonio de sus
pesadillas, Manuel se fue a dormir tranquilo.

- ¡Por fin voy a descansar!

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  Esa noche tuvo su primer sueño de los tres demonios montados en tres
monstruos.

                                  FIN


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