Celebrante: En el nombre del Padre... (y saludo)
Guía:
"El que se exalta
será humillado!". Son palabras de
Jesús que todos recordamos, pero que con mucha dificultad aceptamos,
aunque ya forman parte del lenguaje común.
Al escucharlas y reflexionarlas un poco, sabemos lo que pretendía
decir Jesús, tratando de remover nuestra ceguera, pero
¡que
difícil es dejar de ser ciegos y, cuánto más
aprender a ser sabios!
Las lecturas que nos ofrece la Liturgia de la Palabra dominical subrayan,
tajantemente, el lugar que toca a los cristianos en el mundo:
"¡el
último!".
Con ocasión de una fiesta a la que se le invita, Jesús señala
que mientras todos buscan los mejores lugares, obrar al revés tiene
el propósito de revelar que la sabiduría está en dar
no en quitar; y que la vida vale si se entrega, como él entregó
la suya.
Al escoger para los suyos el "último lugar", Jesús
no los quería denigrar, sino hacerles un favor: permitirles descubrir
que no hay lugares primeros o de primera, ni segundos o de segunda, sino
que lo importante es ser, estar, participar, vivir y convivir.
Que nuestra meditación sobre la palabra divina de hoy no sea ocasión
para distinguir al vago del piadoso ni al benefactor del limosnero, sino
un remedio para ser iguales todos ante los hombres, entre nosotros... y
a la hora de querer acercarnos a Dios.
2. LITURGIA DE LA PALABRA
Primera lectura (Eclesiástico o
Sirácide 3,19?21.30?31)
En un mundo marcado por la competencia para alcanzar los mejores lugares,
Ben Sira sugiere al creyente que mientras más grande él sea
o se sienta, más pequeño debe mostrarse. Esto es claro para
el prudente y sensato, mientras que para el orgulloso no lo es, puesto que
su corazón ya está contaminado de grandeza.
Segunda lectura (Hebreos 12,18?19.22?24)
Mientras los creyentes de la antigua alianza hablaban de Dios como de Alguien
que se hallaba oculto y se revelaba en el fuego, en la oscuridad y en la
tempestad, los de la nueva saben que pueden llegar directamente a El y a
otras realidades divinas a través Cristo, el único Mediador.
Evangelio (Lc 14,1.7?14)
Mientras los hombres se mueven al son del interés y de la paga, Jesús
propone, como parte del evangelio, no buscar el primer lugar sino el último.
Mientras el filósofo podría "ponerle peros" a esta
lógica, la fe sugiere a los cristianos ocupar el lugar de servidores.
3. ORACIÓN DE LOS FIELES
Celebrante:
Señor Dios que nos quieres ver unidos junto a ti: anímanos
a conformar esa comunidad de servidores que tu Hijo anunció y que
hoy y aquí nos proponemos realizar, orando por todos nuestros hermanos.
Guía: Oremos / Señor, enséñanos
a vivir en comunidad.
- Por la Iglesia, comunidad de creyenttes y modelo de vida humana en el mundo:
para que sepa mostrar a los hombres el rostro amable de Dios. Oremos
- Por nuestros ministros, el Papa, loss Obispos, los sacerdotes y los diáconos:
para que asuman su vida ministerial como servicio, sin acentuar aspectos
de mando o roles de primacía en la Iglesia. Oremos...
- Por las asociaciones de la Iglesia: para que vivan generosamente su ministerio
de culto, de caridad y de compromiso misionero sin euforia y como servicio
a los más necesitados. Oremos
- Por los novios que se preparan para el matrimonio: para que aprendan y
sepan vivir y manifestar su afecto sin precipitación y como testimonio
de fe. Oremos
- Por los cristianos alejados de las pprácticas religiosas: para que
entiendan que la vida de fe no les quita nada, sino les permite estar y
convivir en una comunidad misionera. Oremos
- Por todos los que formamos esta comuunidad: para que en nuestra experiencia
al formar parte de ella abunden los servidores y no los que se sirvan a
sí mismos o se hagan servir de los demás. Oremos...
- Otras intenciones. Oremos...<
Celebrante
Padre que nos haces vivir en fraternidad, permítenos experimentar
que en ella no hay últimos lugares sino ocasiones diversas para servir
a los hermanos, como nos enseñó tu Hijo Jesús. Quien
contigo vive y reina por los siglos de los siglos. - AMÉN
4. EXHORTACIÓN FINAL
Guía:
Hermanos: cada domingo celebramos la resurrección de Jesús
y por ello lo llamamos no sólo día del Señor, sino
también día de la comunidad.
Al retirarnos de esta asamblea creyente, hagamos que esta verdad sea una
convicción que nos dure a lo largo de toda la semana y procuremos
que todas nuestras acciones sean respuesta a la palabra que el evangelio
nos ha transmitido.
Que "ocupar el último lugar" no sea simplemente ponernos
a la cola, sino que se vuelva actos solidarios y de educación desde
el educado ceder el asiento a los mayores y a los enfermos en el autobús
hasta tener paciencia al vecino con su radio voluminosa, tolerar el retardo
del autobús y lavar el baño
¡que cuesta a todos,
aunque todos lo usan
!
De este modo, resucitar con Jesús no sólo será celebración
erudita y ritual sino también animación y vida a los grupos
en que participamos y convivencia servicial al estilo de la recomendación
de Jesús.
Celebrante: En el nombre del padre... (y despedida)
5. SUGERENCIAS PARA MEDITAR
Conseguir triunfo, éxito y primeros
lugares están en la mente de todos. Ser el segundo en la fila o el
que llega después y, peor, aún, el último, no tiene
sentido y valdría más no participar en la competencia que
"hacer el ridículo". En pocas palabras: "O eres bueno
o mejor no te metas ni lo intentes"... opinan muchos contemporáneos
nuestros, aún entre la gente piadosa y creyente. Tal parece, que
la "competencia" en el ser y el hacer se han vuelto uno de los
paradigmas fundamentales de la cultura contemporánea.
En este vigésimo segundo domingo del tiempo ordinario, la liturgia
ofrece como tema de reflexión "el fin de una sociedad en lucha"
y, en su lugar, nos propone otra nueva en la que (contra la visión
anterior) el último de la fila es la figura principal.
El Libro del Eclesiástico, también conocido como Sirácide,
propone un contraste entre la sencillez y el orgullo. La sabiduría
de los creyentes comienza en lo insignificante y en lo poco, ya que ahí
se revela Dios a los humildes, a quienes muestra su misericordia (primera
lectura).
La Carta a los hebreos sigue la misma línea al explicar que Dios
se acerca y manifiesta al hombre no en el ruido ni en la atmósfera
sofisticada y exclusiva de nuestras "noches de gala o de estrellas",
sino en las personas ordinarias y comunes como lo fue Jesús, el Mediador
de la nueva alianza (segunda lectura).
Por último, con ocasión de una fiesta en que participó,
Jesús señala la manera cristiana de vivir en un tipo nuevo
y diverso de sociedad. Mientras todos se desvelan y gastan dinero, energías
y vida en hacerse notar, en que se les vea y coloque en los primeros sitios,
él aclara primeramente que:
- la fiesta no sirve para espiar, sinoo para convivir;
- en una fiesta no hay últimos lugares (evangelio).
Para explicarlo, Jesús propone ejemplos, que, tomados a la letra,
parecen irreales y no tener sentido: ¿se hace una fiesta para invitar
a los pobres y a gente desconocida; y no a los amigos ni a los parientes...?
La primera parece una bonita teoría; la segunda, descortesía
y hasta... majadería.
Para comprender las moralejas Jesús hay que partir de un motivo o
tema clásico: "el menor", y del enfoque que el evangelista
Lucas dio a esta enseñanza.
Mientras en las experiencias humanas, el sentido común lleva a considerar
"lo grande" como apetecible y meritorio, en el campo de la fe,
las cosas proceden de otro modo: la sabiduría de Dios no está
en las aristocracias que seleccionan a los mejor dotados y masifican a todos
los demás (primera lectura y evangelio), ni en el ruido o la apariencia
(segunda lectura), sino en la sensatez que da saberse en el último
lugar.
"Lo menor" a los ojos de los hombres, lo contradictorio, poco
usual y no ordinario, es lo mayor en la perspectiva de Dios y su forma común
de proceder.
Ensalzarse, antes de tiempo o desde la perspectiva humana... ya tiene su
paga y ya ha conseguido su objetivo: hacerse notar, obtener aceptación
y honra. Con todo, le falta la opinión de Dios.
A final de cuentas, Jesús enseña que su comunidad:
o no sigue el estilo de las humanas, sino el de Dios;
o no se limita a unos cuantos (buenos, ricos, grandes y sanos), sino está
abierta a todos;
o no es un instrumento que apoya divisiones, grados o rangos entre los humanos
y que, con el pretexto de organizarlos, distancia más a los unos
de los otros;
o sino que es el modo y lugar específicos en que Dios une, integra,
acerca, recibe y acoge a todos sus hijos.
Si las enseñanzas de Jesús parecieron incongruentes a sus
contemporáneos suyos, a los modernos...pueden parecerles imposibles.
La función del evangelio es precisamente la de provocar respuestas
a favor o en contra. Y cada uno debe tener lista la suya.
©
Derechos Reservados. Esta es una versión electrónica del Libro
"Celebrar y Vivir la Palabra IV (Año C)" del Lic. A. Tomás
Parra Sánchez, la cual, ha sido realizada por el IAFOBI con permiso del Editor. Ediciones DABAR, México 2001. Prohibida
su reproducción.