1. BIENVENIDA
Celebrante: En el nombre del padre... (y saludo)
Guía:
Sentirse elegidos - novia, portero, secretaria o presidente - suele darnos
un tinte y toque de exclusividad, distinción, ventaja, elitismo y
vanagloria. Pero
¿por qué yo?
La Liturgia de la Palabra de hoy señala que Dios nos ha invitado
a todos a participar en su pueblo y de su mesa. Algunos están ya
sentados, otros no se atreven a hacerlo; pero todos han recibido su invitación
a participar en esta fiesta que la Escritura presenta como banquete y fiesta
en familia.
Con todo, hace falta estar dispuestos a participar. La Escritura nos propone
tres modos de hacerlo:
- El profeta Isaías habla de unn banquete en Jerusalén: ocurrirá
al final y acudirán hombres de toda la tierra y el Señor escogerá,
de entre ellos, a sus ministros;
- La corrección es buena, afirmma la Carta a los hebreos. Al recibirse,
puede causar dolor; pero, a la larga, bienestar y agradecimiento, puesto
que
"Dios corrige a quienes ama";
- Jesús aclara que todo invitaddo a su comunidad debe entrar por "una
puerta muy estrecha", puesto que su llamada es invitación a
prestar un servicio y no premio, prestigio o motivo de presunción.
Dios nos ha reunido a los cristianos para llevar a cabo esta misión.
Que ser cristianos nos motive e involucre en un compromiso real, maduro
y coherente
aunque nuestro paso deba transitar por esa "puerta
estrecha".
2. LITURGIA DE LA PALABRA
Primera Lectura (Isaías 66,18-21)
La unión y la paz entre los pueblos no sólo es un ideal y
una meta que buscamos en la fe, sino también en la experiencia humana,
como tal. Isaías anuncia que ese tiempo está por llegar. Dios
ha enviado sus mensajeros por todas partes para formar una sola comunidad.
Será más fácil llegar, si la política no anda
por su lado y la religión... por el suyo.
Segunda lectura (Hebreos 12,5-7.11-13)
Correcciones, reprimendas y exhortaciones causan tristeza y también
enojo; sin embargo, tienen una función pedagógica. Los cristianos
no deben temerlas o considerarlas una desgracia o señal de rechazo,
sino un instrumento de purificación y motivo evidente de la preocupación
de Dios por sus hijos.
Evangelio (Lucas 13,22-30)
En muchas ocasiones, los cristianos nos sentimos "los elegidos",
únicos invitados al cielo. Jesús nos previene: hay otros que
pueden ganarnos el lugar. Llamarse cristiano no es una garantía que
da derecho o la seguridad de recibir salvación. Esta es un don divino...
pero está para quien es constante en la bondad.
3. ORACIÓN DE LOS FIELES
Celebrante:
Hermanas y hermanos, el Señor nos ha invitado a formar su pueblo.
Respondamos con agradecimiento a su invitación, unidos en comunidad,
pidiendo la ayuda divina para que realice su misión en el mundo.
Guía: Pidamos con fe / Señor,
reúne y salva a tu pueblo.
- Por la Iglesia de Cristo, convocada para dar el único mensaje de
salvación: para que aprenda y sepa difundir el evangelio sin vergüenza
ni cansancio. Pidamos con fe
- Por los cristianos que viven en minooría en países de tradición
no cristiana: para que sientan la cercanía de sus hermanos católicos,
ortodoxos y protestantes y no se desmoralicen. Pidamos con fe
- Por las organizaciones internacionalles: para que pongan su primer interés
en los pueblos pobres para lo que fueron creadas, sin tener que pedir permiso
a los grandes y poderosos. Pidamos con fe
- Por nuestra diócesis y parroqquias: para que tomen en cuenta a cuantos
viven en sus límites geográficos y no sólo a quienes
participan en su culto y asociaciones. Pidamos con fe
- Por los centros de formación cristiana en nuestra diócesis:
para que dirigentes y maestros se ocupen en dar conocimiento, formar y transformar
a sus estudiantes con su testimonio de caridad y esperanza. Pidamos con
fe...
- Por quienes estamos aquí en ooración: para que aceptemos
con apertura la crítica y corrección por nuestra forma limitada
de ser Iglesia. Pidamos con fe
- Otras intenciones. Pidamos con feѭ
Celebrante:
Dios nuestro, Fundador de la familia humana: despierta nuestra conciencia
adormilada en su seguridad y muévenos para responderte como pueblo
fiel y creyente, misionero de la verdad y de la paz. Por Cristo nuestro
Señor. - AMÉN.
4. EXHORTACIÓN FINAL
Guía:
Concluir una celebración eucarística no debe ser motivo para
descansar o para mostrar satisfacción por "haber cumplido con
la Iglesia", sino el inicio de un compromiso.
A partir de ahora podemos mostrar nuestras iniciativas, nuestro carácter,
capacidad y empeño para edificar la comunidad de Jesús.
No se nos ha invitado para quedarnos sentados y ver cómo trabajan
los demás, sino se nos ha hecho saber que de nosotros depende que
esta comunidad, evidencia de lo que son las demás, sea laboriosa,
fiel, ordenada y modelo para otras.
Quizá nuestros compañeros de trabajo son lentos, poco diestros,
indecisos y neófitos mostrar su empeño. Pero lo realmente
importante es que colaboremos sin el enfado de los aburridos y con la alegría
de los animosos en la tarea de la Iglesia, nuestra familia y única
barca en que todos nosotros debemos navegar.
Celebrante: En el nombre del Padre... (y despedida)
5. SUGERENCIAS PARA MEDITAR
Las empresas más eficientes de la
actualidad se distinguen por una gran organización y el empeño
que sus dirigentes, colaboradores y trabajadores demuestran. El giro popular
"ponerse la camiseta" resume bien ese empeño y sus actitudes
principales.
Por otra parte..."dondequiera se cuecen habas", reza otro dicho.
Con él se pretende decir que "no todo lo que brilla es oro"
y que aún ahí en donde "todo parece color de rosa",
hay cosas oscuras y muchas otras están "de color de hormiga".
Formar comunidad no es asunto fácil; menos aún, mantenerla
unida, puesto que: a unos no les parece la disciplina general; a otros,
les incomoda la forma en que se lleva a cabo; algunos más protestan
por no participar; otros, quieren hacerlo, pero a su modo; y muchos quieren
que se les deje en paz o simplemente... no quieren participar.
La liturgia en este vigésimo primer domingo del Tiempo ordinario
anuncia alegre que todos hemos sido invitados al reino de Dios y, por lo
mismo, no hay "apartados" o "lugares exclusivos" para
unos y huecos para los "colados".
El profeta Isaías anuncia el fin del "exclusivismo religioso"
de Israel: Dios no ha invitado sólo a este pueblo a formar su comunidad,
sino que lo han sido todos los pueblos de la tierra. Si Israel tuvo algo
en especial, fue convertirse en un pueblo "filtro", esto es: prestar
un servicio a los demás pueblos al anunciarles, "en vivo"
y en concreto, la misericordia de Dios (primera lectura).
La Carta a los hebreos sugiere que los dirigentes de una comunidad no pueden
ejercer su autoridad a base de prepotencia o con el reinado del terror,
sino motivarla con medidas que faciliten la recuperación e integración
de todos, aunque haya malestar momentáneo o no todo resulte lisonjero.
Más bien, habrá que robustecer a los cansados y vacilantes
con tal que nadie tropiece y todos se alivien (segunda lectura).
Jesús insiste sobre los peligros y empeño del camino (vida),
llamando la atención, sobre todo, de quienes se creen o sienten los
elegidos, escogidos, seleccionados o " mejores". Su nombre (hermanos
o cristianos) no les da el derecho de que se sientan ya asegurados o los
únicos, puesto que para recibir la salvación hay que ser invitados
por Dios y pasar por una "puerta estrecha" que conduce hasta el
reinado de Dios. En palabras modernas, Jesús asegura que el orgullo
religioso no cobija a nadie. Y si en algo van a distinguirse los cristianos
no es en ser más, sino en volverse servidores (evangelio).
Ante Dios y en la fe... no hay lugares primeros o apartados. Los cristianos
deberíamos saberlo a la perfección. En consecuencia, a la
hora de anunciar el evangelio de Jesús y de formar comunidad, el
interés primero debe estar en invitar, como Jesús, a la participación
y a la alegría, a la fiesta (banquete de Isaías) y a la unidad.
De este modo, no es la diferencia de origen (raza, capacidad, género
o posesiones) lo que nos distingue, sino la única meta a la que todos
hemos sido convocados: la fiesta del reino de Dios, a la que gratuitamente
hemos sido invitados.
Por su parte, las comparaciones de Jesús son todavía más
fuertes: la seguridad de llegar a la salvación no la da el parentesco
con Jesús, una tradición religiosa o el conocimiento del mismo
mensajero de Dios, el Cristo, y ni siquiera la insistencia para que el dueño
de la fiesta abra... sino el criterio de "la puerta estrecha".
La advertencia final del evangelio pone los pelos de punta a cualquiera:
habrá invitados de todas partes al reinado de Dios. Quizá
los devotos lleguen a decir de ellos que "no tienen vela en el entierro";
y, sin embargo, desde el punto de vista de Dios... ¡las cosas podrían
resultar al revés!
©
Derechos Reservados. Esta es una versión electrónica del Libro
"Celebrar y Vivir la Palabra IV (Año C)" del Lic. A. Tomás
Parra Sánchez, la cual, ha sido realizada por el IAFOBI con permiso del Editor. Ediciones DABAR, México 2001. Prohibida
su reproducción.