Domingo séptimo después de Pascua
LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
(Solemnidad)

 

1. BIENVENIDA

Guía:
Todos los humanos buscamos la superación, mejor nivel de vida para nosotros mismos y para los nuestros y la maduración de nuestra persona. Sin embargo, nos enfrentamos, con frecuencia, a dificultades, retos, tensiones y a nuestra inconstancia para lograrlo. Pero, a pesar de todo… tratamos de elevarnos.
De esto nos habla la solemnidad y tema de la ascensión del Señor Jesús a la gloria del Padre, terminada su presencia visible junto a sus primeros discípulos.
El autor de los Hechos de los apóstoles refiere los últimos momentos de Jesús junto a sus apóstoles antes de su ascensión a la gloria.
En su carta a los cristianos de Efeso, san Pablo habla del triunfo y glorificación de Cristo como si se tratara de sucesos visibles e históricos, a la vez que pide a Dios sabiduría y capacidad de reflexión para que los cristianos puedan comprender su vocación.
El evangelio presenta a Jesús despidiéndose de sus discípulos y explicándoles que su partida favorecerá su compromiso, una vez que ellos reciban al Espíritu Santo.
Que esta eucaristía nos lleve a superarnos en la tierra para que podamos alcanzar al Señor de la gloria, después de recorrer nuestro camino en esta vida.

2. LITURGIA DE LA PALABRA

Primera lectura (Hechos 1,1-11)
La ascensión de Jesús al cielo no es huida o renuncia a la tierra. Es motivo para que los cristianos preparen y aceleren su retorno definitivo. La de ellos ocurrirá cuando dejen testimonio en la tierra realizando su compromiso con el evangelio.

Segunda lectura Hebreos 9,24-28; 10,19-23
Al alcanzar su cielo y la gloria del Padre, Jesús aparece como el sacerdote definitivo que anula el pecado humano y se interesa de la tierra que ha dejado y en la que están los suyos. Sólo quien ama y espera, confía en poder salir de ella, pero para renovarla.

Evangelio - Lucas 24,46-53
Si los cristianos pretenden ser los seguidores y testigos de Jesús, deben anunciar que su muerte y glorificación responden al plan de Dios. Y aunque marcada con la cruz, su vida cristiana debe ser alegre, motivo de bendición para todos y señal de su esperanza.

3. ORACIÓN DE LOS FIELES

Celebrante:
Padre Dios, que con la ascensión de Cristo hasta tu gloria has querido mostrarlo como el Señor y el Principio y Fin de la creación: escucha nuestras oraciones y ayúdanos a colaborar en tu proyecto.

Guía:
Pidamos / Señor Jesús, llévanos hasta el Padre.
- Por la Iglesia de Cristo: para que ccoon sus obras dé testimonio de la vida eterna y hable de ella a cuantos aman el bien y la paz. Pidamos…
- Por los creyentes de otras religioneess: para que animados por la esperanza de otra vida vivan con coherencia en la tierra. Pidamos…
- Por los hombres ricos: para que no aallmacenen dinero que no les servirá en la tumba, sino con él beneficien a los necesitados. Pidamos…
- Por todos los deportistas: para que nno consideren sus actividades sólo como ruta que los lleva al éxito y pone sobre los demás, sino como esfuerzo que los hace dignos, humanos y modelos para otros, Pidamos...
- Por quien vive sin anhelo ni consuelloo: para que encuentre en la ascensión de Jesús motivo para vivir con esperanza. Pidamos…
- Por nosotros que celebramos la ascennssión de Jesús: para que trabajemos con alegría y fortaleza en la tierra antes de ir al cielo. Pidamos…
- (Otras intenciones. Pidamos

Celebrante:
Señor Dios, que al glorificar a tu Hijo nos has mostrado la vida que nos espera cerca de ti, escucha estas súplicas que te dirigimos y déjanos vivir, desde ahora, el consuelo de tu misericordia. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

4. EXHORTACIÓN FINAL

Guía:
Hemos terminado nuestra celebración eucarística en esta solemnidad de la Ascensión de Cristo a la gloria del Padre. Que sepamos transmitir a cuantos se crucen en nuestro camino, esa gloria que esperamos siendo fieles al evangelio.
Cristo no está ausente de la tierra; sin embargo, ha querido dejarnos a nosotros como su imagen y presencia visibles en medio de los demás.
Que no asumamos la verdad de la ascensión de Jesús y la nuestra como un piadoso deseo o sueño que podría cumplirse, sino como una seguridad que está por cumplirse luego que demos nuestro testimonio cristiano en esta vida y en esta tierra.

5. SUGERENCIAS PARA MEDITAR

La solemnidad de la ascensión de Jesús conmemora el fin de su misión visible en la tierra y su exaltación a la gloria del padre, como nos transmiten varios textos del Nuevo Testamento (Hech 1,6-11; Lc 24,51; Mc 16,19, Ef 4,8-10; Flp 2,9-11). El mensaje de la fiesta se mueve en varias direcciones: indica el triunfo de Jesús sobre las peripecias y limitaciones terrenas; señala el retorno de Cristo a la gloria del Padre como antecedente y muestra del que ocurrirá para los creyentes; manifiesta su señorío sobre la historia y la creación; muestra el inicio de la nueva vida junto a Dios; e invita al cristiano a superar lo caduco y aspirar y buscar lo otro, lo definitivo y permanente del más allá desde el más acá. Aunque la Iglesia celebra en secuencia los eventos de la muerte, resurrección y ascensión (glorificación) de Cristo, en realidad los propone simplemente como aspectos complementarios del único misterio pascual. Esto es lo que dicen las lecturas de hoy.
Hechos de los apóstoles no acentúa el alejarse de Jesús de la tierra sino el compromiso de una comunidad que debe difundir su mensaje mientras él no sea visible en Jerusalén o en cualquier lugar de la tierra. En otras palabras, la misión de los cristianos consiste en hacer visible y presente a Jesús en donde, físicamente, no estuvo (primera lectura).
Por una parte, la Carta a los Efesios presenta a Pablo orando a Dios para que ilumine a los creyentes y los asegure en su fe. No se trata de dar información a la cabeza, sino de enseñarles a cuidar el corazón y la intención, la decisión y el compromiso. Por la otra, la Carta a los hebreos presenta la ascensión de Jesús como rito sacerdotal: Cristo entra a la gloria del Padre gracias a su sacrificio entre los hombres. En consecuencia, si los creyentes quieren seguirlo por ese camino, deben imitarlo con su testimonio, conciencia y convicción, confiando llegar hasta él, pues así lo ha prometido (segundas lecturas).
Los evangelistas terminan sus respectivos evangelios asegurando a los apóstoles que Jesús los comisiona a continuar su obra y a repetir sus señales. Ahora toca a ellos cuidar los intereses de Dios y reflejar su fidelidad al Emmanuel, siendo activos en el mundo y seguros de su presencia (Mateo y Marcos). En cambio, Lucas describe lo indescriptible en forma de compromiso. Los seguidores de Jesús no tienen tiempo de ver cómo quedó el cielo después de la ascensión de Jesús, sino de volver a la ciudad humana, ser alegres, alabar a Dios y anunciar a todos los hombres que, gracias a Cristo, Dios concede la conversión y el perdón de los pecados para recibir la salvación (evangelio).
Así pues la ascensión de Jesús a la gloria recuerda dos cosas fundamentales a la comunidad cristiana: que la plenitud de vida se consigue solamente después de la existencia terrena; y que la promesa de esa vida nueva por alcanzar no es ilusión, ni sueño ni utopía, sino una realidad que ha iniciado ya en la persona de cada uno de los cristianos. En otras palabras, la ascensión se comprende a medida que el cristiano deja de mirar el espacio intentando hallar el agujero por donde Jesús entró al Cielo o por donde él mismo "podría treparse" a la gloria. La ascensión hace volver al cristiano al lugar en donde se encuentran los hombres; lo invita a trabajar entre ellos y lo convence de ser presencia activa de Cristo mientras no llegue su propio retorno al Padre.
La Ascensión inicia ahora como preparación del mañana. En su momento, Cristo se encargará de darnos la perfección e incluirnos en su vida eterna como nos ha prometido.


© Derechos Reservados. Esta es una versión electrónica del Libro "Solemnidades y Fiestas de la Litúrgia" del Lic. A. Tomás Parra Sánchez, la cual, ha sido realizada por el IAFOBI con permiso del Editor. Ediciones DABAR, México 2001. Prohibida su reproducción.


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