1. BIENVENIDA
Guía:
Todos los humanos buscamos la superación, mejor nivel de vida para
nosotros mismos y para los nuestros y la maduración de nuestra persona.
Sin embargo, nos enfrentamos, con frecuencia, a dificultades, retos, tensiones
y a nuestra inconstancia para lograrlo. Pero, a pesar de todo
tratamos
de elevarnos.
De esto nos habla la solemnidad y tema de la ascensión del Señor
Jesús a la gloria del Padre, terminada su presencia visible junto
a sus primeros discípulos.
El autor de los Hechos de los apóstoles refiere los últimos
momentos de Jesús junto a sus apóstoles antes de su ascensión
a la gloria.
En su carta a los cristianos de Efeso, san Pablo habla del triunfo y glorificación
de Cristo como si se tratara de sucesos visibles e históricos, a
la vez que pide a Dios sabiduría y capacidad de reflexión
para que los cristianos puedan comprender su vocación.
El evangelio presenta a Jesús despidiéndose de sus discípulos
y explicándoles que su partida favorecerá su compromiso, una
vez que ellos reciban al Espíritu Santo.
Que esta eucaristía nos lleve a superarnos en la tierra para que
podamos alcanzar al Señor de la gloria, después de recorrer
nuestro camino en esta vida.
2. LITURGIA DE LA PALABRA
Primera lectura (Hechos 1,1-11)
La ascensión de Jesús al cielo no es huida o renuncia a la
tierra. Es motivo para que los cristianos preparen y aceleren su retorno
definitivo. La de ellos ocurrirá cuando dejen testimonio en la tierra
realizando su compromiso con el evangelio.
Segunda lectura Hebreos 9,24-28; 10,19-23
Al alcanzar su cielo y la gloria del Padre, Jesús aparece como el
sacerdote definitivo que anula el pecado humano y se interesa de la tierra
que ha dejado y en la que están los suyos. Sólo quien ama
y espera, confía en poder salir de ella, pero para renovarla.
Evangelio - Lucas 24,46-53
Si los cristianos pretenden ser los seguidores y testigos de Jesús,
deben anunciar que su muerte y glorificación responden al plan de
Dios. Y aunque marcada con la cruz, su vida cristiana debe ser alegre, motivo
de bendición para todos y señal de su esperanza.
3. ORACIÓN DE LOS FIELES
Celebrante:
Padre Dios, que con la ascensión de Cristo hasta tu gloria has querido
mostrarlo como el Señor y el Principio y Fin de la creación:
escucha nuestras oraciones y ayúdanos a colaborar en tu proyecto.
Guía:
Pidamos / Señor Jesús, llévanos hasta el Padre.
- Por la Iglesia de Cristo: para que ccoon sus obras dé testimonio
de la vida eterna y hable de ella a cuantos aman el bien y la paz. Pidamos
- Por los creyentes de otras religioneess: para que animados por la esperanza
de otra vida vivan con coherencia en la tierra. Pidamos
- Por los hombres ricos: para que no aallmacenen dinero que no les servirá
en la tumba, sino con él beneficien a los necesitados. Pidamos
- Por todos los deportistas: para que nno consideren sus actividades sólo
como ruta que los lleva al éxito y pone sobre los demás, sino
como esfuerzo que los hace dignos, humanos y modelos para otros, Pidamos...
- Por quien vive sin anhelo ni consuelloo: para que encuentre en la ascensión
de Jesús motivo para vivir con esperanza. Pidamos
- Por nosotros que celebramos la ascennssión de Jesús: para
que trabajemos con alegría y fortaleza en la tierra antes de ir al
cielo. Pidamos
- (Otras intenciones. Pidamos/I>
Celebrante:
Señor Dios, que al glorificar a tu Hijo nos has mostrado la vida
que nos espera cerca de ti, escucha estas súplicas que te dirigimos
y déjanos vivir, desde ahora, el consuelo de tu misericordia. Por
Cristo nuestro Señor. Amén.
4. EXHORTACIÓN FINAL
Guía:
Hemos terminado nuestra celebración eucarística en esta solemnidad
de la Ascensión de Cristo a la gloria del Padre. Que sepamos transmitir
a cuantos se crucen en nuestro camino, esa gloria que esperamos siendo fieles
al evangelio.
Cristo no está ausente de la tierra; sin embargo, ha querido dejarnos
a nosotros como su imagen y presencia visibles en medio de los demás.
Que no asumamos la verdad de la ascensión de Jesús y la nuestra
como un piadoso deseo o sueño que podría cumplirse, sino como
una seguridad que está por cumplirse luego que demos nuestro testimonio
cristiano en esta vida y en esta tierra.
5. SUGERENCIAS PARA MEDITAR
La solemnidad de la ascensión
de Jesús conmemora el fin de su misión visible en la tierra
y su exaltación a la gloria del padre, como nos transmiten varios
textos del Nuevo Testamento (Hech 1,6-11; Lc 24,51; Mc 16,19, Ef 4,8-10;
Flp 2,9-11). El mensaje de la fiesta se mueve en varias direcciones: indica
el triunfo de Jesús sobre las peripecias y limitaciones terrenas;
señala el retorno de Cristo a la gloria del Padre como antecedente
y muestra del que ocurrirá para los creyentes; manifiesta su señorío
sobre la historia y la creación; muestra el inicio de la nueva vida
junto a Dios; e invita al cristiano a superar lo caduco y aspirar y buscar
lo otro, lo definitivo y permanente del más allá desde el
más acá. Aunque la Iglesia celebra en secuencia los eventos
de la muerte, resurrección y ascensión (glorificación)
de Cristo, en realidad los propone simplemente como aspectos complementarios
del único misterio pascual. Esto es lo que dicen las lecturas de
hoy.
Hechos de los apóstoles no acentúa el alejarse de Jesús
de la tierra sino el compromiso de una comunidad que debe difundir su mensaje
mientras él no sea visible en Jerusalén o en cualquier lugar
de la tierra. En otras palabras, la misión de los cristianos consiste
en hacer visible y presente a Jesús en donde, físicamente,
no estuvo (primera lectura).
Por una parte, la Carta a los Efesios presenta a Pablo orando a Dios para
que ilumine a los creyentes y los asegure en su fe. No se trata de dar información
a la cabeza, sino de enseñarles a cuidar el corazón y la intención,
la decisión y el compromiso. Por la otra, la Carta a los hebreos
presenta la ascensión de Jesús como rito sacerdotal: Cristo
entra a la gloria del Padre gracias a su sacrificio entre los hombres. En
consecuencia, si los creyentes quieren seguirlo por ese camino, deben imitarlo
con su testimonio, conciencia y convicción, confiando llegar hasta
él, pues así lo ha prometido (segundas lecturas).
Los evangelistas terminan sus respectivos evangelios asegurando a los apóstoles
que Jesús los comisiona a continuar su obra y a repetir sus señales.
Ahora toca a ellos cuidar los intereses de Dios y reflejar su fidelidad
al Emmanuel, siendo activos en el mundo y seguros de su presencia (Mateo
y Marcos). En cambio, Lucas describe lo indescriptible en forma de compromiso.
Los seguidores de Jesús no tienen tiempo de ver cómo quedó
el cielo después de la ascensión de Jesús, sino de
volver a la ciudad humana, ser alegres, alabar a Dios y anunciar a todos
los hombres que, gracias a Cristo, Dios concede la conversión y el
perdón de los pecados para recibir la salvación (evangelio).
Así pues la ascensión de Jesús a la gloria recuerda
dos cosas fundamentales a la comunidad cristiana: que la plenitud de vida
se consigue solamente después de la existencia terrena; y que la
promesa de esa vida nueva por alcanzar no es ilusión, ni sueño
ni utopía, sino una realidad que ha iniciado ya en la persona de
cada uno de los cristianos. En otras palabras, la ascensión se comprende
a medida que el cristiano deja de mirar el espacio intentando hallar el
agujero por donde Jesús entró al Cielo o por donde él
mismo "podría treparse" a la gloria. La ascensión
hace volver al cristiano al lugar en donde se encuentran los hombres; lo
invita a trabajar entre ellos y lo convence de ser presencia activa de Cristo
mientras no llegue su propio retorno al Padre.
La Ascensión inicia ahora como preparación del mañana.
En su momento, Cristo se encargará de darnos la perfección
e incluirnos en su vida eterna como nos ha prometido.
© Derechos Reservados. Esta es una versión electrónica
del Libro "Solemnidades y Fiestas de la Litúrgia" del Lic.
A. Tomás Parra Sánchez, la cual, ha sido realizada por el
IAFOBI con permiso del Editor. Ediciones DABAR, México
2001. Prohibida su reproducción.