1. BIENVENIDA
Celebrante: En el nombre del Padre...
Guía:
La tradición eclesial y popular de México celebra la Fiesta
de la cruz de Cristo hoy, aunque la liturgia de la Iglesia universal la
festeja oficialmente el día 14 de septiembre por tres razones: memoria
de su descubrimiento por Santa Elena; consagración de la Basílica
del Santo Sepulcro en Jerusalén en el año 325 en ese día;
y el aniversario del retorno de sus reliquias en 630, luego de la victoria
del Emperador Heraclio sobre los persas, quienes la habían extraído
de esa ciudad como trofeo.
La fiesta surgió en el Medio Oriente cristiano en el siglo IV. En
ella se evoca a la cruz no como lugar, ocasión e instrumento de suplicio
de Jesús, sino como su señal de triunfo.
Conscientes del sentido de este signo, los cristianos, católicos
y ortodoxos, la usamos al principio y fin de cada oración, rito religioso
y en toda bendición, trazándola sobre objetos, lugares y personas;
al santiguamos y persignamos; y en el rito de la "Adoración
de la cruz" del Viernes santo o en este día de su fiesta.
Que no se nos ocurra venerar a la Cruz por sí misma, como si fuera
talismán mágico o amuleto. Que al celebrarla y venerarla,
la asumamos como el signo con el que Cristo venció al pecado y a
la muerte, volviéndola medio de redención. Por ello, al venerarla,
no dirigimos la atención a la cruz en sí misma, sino a quien
cada una de nuestras cruces nos remite: al "Crucificado y Resucitado".
2. LITURGIA DE LA PALABRA
Primera lectura (Números 21,4-9)
La salvación de Dios a su pueblo le llega en señales. Pero
lo importante no es la señal, sino su consecuencia. Mostrar un trozo
de metal parece brujería al curioso; en cambio, el creyente ve critica
a la desobediencia del pueblo y una señal de providencia de Dios.
O bien (Filipenses 2,6-11)
La cruz no sólo es un bonito símbolo cósmico que integra
los espacios conduciéndolos hacia un centro y ni siquiera el nombre
del instrumento histórico en que murió Jesús. Es señal
de salvación, signo de la encarnación y medio indispensable
para llegar a Dios.
Evangelio (Juan 3,13-17)
Quien cree en las señales de Dios puede alcanzar la vida en plenitud.
Pero la señal por excelencia es la presencia del Hijo de Dios en
la tierra. El no es ocasión ni medio con que Dios espía al
hombre, sino el mensaje más elocuente con que Él quiere salvarlo.
3. ORACIÓN DE LOS FIELES
Celebrante:
Señor nuestro, que al celebrar a tu Hijo Jesús muerto en la
cruz nos preparas para la vida nueva que Tú mismo nos has prometido,
atiende las peticiones que te dirigimos como eco de nuestra situación
humana y permítenos vivir lo que nuestra esperanza hoy comienza a
vislumbrar.
Guía:
Oremos juntos / Señor nuestro, danos tu vida.
- Por la Iglesia de Cristo que acepta lla cruz de la división entre
grupos que siguen al mismo Señor: para que cada uno de ellos sea
humilde y se fije más en cuanto los une y menos en lo que lo separa
de los otros. Oremos juntos...
- Por el Papa y los Obispos: para que vvivan el misterio de la cruz y enseñen
a sus hermanos a vivirlo con solidaridad y sin romanticismo. Oremos juntos
- Por todos los cristianos que acudimooss a la cruz como síntesis
de nuestra fe y de perdón: para que sepamos pedirlo, vivirlo y distribuirlo.
Oremos juntos
- Por los enfermos y minusváliddoos, imágenes del Crucificado:
para que encuentren en cada cristiano un Cirineo dispuesto a ocuparse de
ellos. Oremos juntos
- Por los esposos con problemas de connvvivencia: para que en la cruz de
Jesús encuentren su unidad y el beneficio de sus hijos. Oremos juntos
- Por los jóvenes que llevan a ccuestas la cruz de la fármacodependencia:
para que no se desesperen en su situación y encuentren paciencia
en quienes los rodean. Oremos juntos...
- Por todos nosotros que celebramos laa Exaltación de la cruz de Jesús
resucitado: para que comprendamos que sólo participando de su pasión
podremos tener parte en su vida nueva. Oremos juntos
Celebrante:
Padre Dios, que a través de la muerte de tu Hijo Jesús en
una cruz nos muestras la vida que quieres para nosotros, escucha nuestras
aspiraciones a vivir bien ya desde esta tierra para gozar, luego, en tu
presencia, con tu Hijo y el Espíritu Santo. - AMÉN
4. EXHORTACIÓN FINAL
Guía:
Al final de nuestra celebración en torno a la Exaltación de
la Santa Cruz, signo salvador, podemos ahora retirarnos de esta asamblea
y vivir su sentido con mayor convicción.
Todos sabemos que después de la muerte de Jesús, su cruz vino
a significar sacrificio, salvación, evangelio, perdón, encarnación,
fe cristiana, vida y encuentro con Dios.
Que esta certeza ocupe también nuestros pensamientos cuando la trazamos
sobre nuestra frente, boca y corazón o cuando nos la imponen como
recuerdo o le mostramos nuestro respeto al besarla, llevarla en procesión
o trazarla al levantarnos, iniciar nuestro trabajo o culminar una construcción.
Llevarla o hacerla con respeto será la mejor manera de venerarla,
de remitirnos a aquél que murió en ella para salvarnos y de
confesar qué es lo que creemos y cómo estamos dispuestos a
identificarnos.
Celebrante: En el nombre del Padre...
5. SUGERENCIAS PARA MEDITAR
Los escritores del Nuevo Testamento
nunca pudieron ocultar que Jesús murió en una cruz, uno de
los peores castigos y tormentos de la antigüedad, pero sacaron provecho
de ello al utilizarla para señalar múltiples significados:
sacrificio, salvación, evangelio, perdón, encarnación,
Cristo, fe cristiana, vida y medio de encuentro con Dios.
Las lecturas de hoy aclaran su origen y significado. Un himno cristiano
primitivo, citado por Pablo, afirma que la encarnación de Jesús
no consistió sólo en su nacimiento, sino en su acomodación
a todas las situaciones humanas, incluido el castigo en una cruz por su
supuesta oposición a leyes humanas, inadecuadas y equívocas.
Pero Dios resucitó a Jesús para mostrar que esa humillación
es motivo de glorificación (primera lectura). A su vez, el Evangelio
de Juan, siguiendo al Antiguo Testamento (Sab 16,5-7), asume al símbolo
de la serpiente de bronce como imagen de Cristo crucificado (3,13-16; 12,32),
cuya "elevación" divide a los hombres, pero cuya finalidad
es salvarlos con su muerte en cruz y no condenarlos por su pecado o indignidad
ante Dios (evangelio).
A medida que la reflexión de los primeros seguidores de Jesús
creció en torno a la salvación, los cristianos de origen judío
hallaron figuras de la cruz en diversos símbolos del Antiguo Testamento
como: árbol del paraíso, barca de Noé, bastón
de Moisés, hacha de Eliseo, estrella de Jacob y las señales
de protección en Caín (Gén 4,15), la sangrienta del
éxodo (Ex 12,13) y las anunciadas por los profetas Ezequiel e Isaías
en la frente o sobre el brazo (Ez 9,4; Is 44,5; 49,16). Esos cristianos
también se apoyaron en otros temas como el levantamiento y el signo
del Hijo del hombre (Jn 3,14; 19,37; Mt 24,30; Núm 21,8; Zac 12,10)
o en la huella o marca de Cristo en el cristiano (Mt 10,38).
A su vez, la tradición cristiana posterior desconoce cómo
fue la cruz de Cristo, pero ha conservado las versiones latina y griega
por devoción más que por razones históricas. A partir
de los numerosos pasajes bíblicos en torno al "tema de la señal",
la Iglesia ha utilizado a la cruz como símbolo del seguimiento de
Jesús, del más allá y del evangelio; es signo de gracia
y perdón; señala la revelación y amor de Dios al hombre;
es escala que conduce a la salvación y a la vida eterna; y, por último,
se le concibe como atributo iconográfico de Cristo, de los cristianos
y una especie de talismán que protege del mal. Mientras la cruz sin
crucificado significó amenaza y fue signo de condenación y
suplicio, la cruz con el Crucificado es signo de misericordia, salvación,
elección y vocación, al ser ocupada por Cristo, muerto en
ella para acabar con el pecado y volverla instrumento de vida y camino que
lleva a Dios. La Iglesia la propone a los creyentes como elemento de su
fe y ha desarrollado un culto especial a ella el Viernes santo, en la fiesta
que hoy se celebra y en muchos otros momentos de sus ritos y celebraciones.
En la teología cristiana se asume a la cruz como una señal
de sacrificio, salvación, fe cristiana y síntesis del evangelio.
A partir de Cristo ya no evoca amenaza, suplicio o muerte, sino es recuerdo
del evangelio y del seguimiento de Cristo, invitación a vivir la
vocación cristiana y motivación a venerarla en cuanto instrumento
de salvación y vida.
La Fiesta de la Santa Cruz recuerda a los cristianos que nunca podrá
ser sustituida por otros signos; que no es amuleto, aunque tenga la propiedad
de protegernos del mal y de bendecirnos con la gracia de Dios, y que vale
por la persona que la ocupa: el Hijo de Dios, aunque nosotros la usemos
sin Crucificado.
Las costumbres populares de llevarla en procesión como estandarte
y de colocarla en los más diversos lugares como para señalar
que tales lugares u objetos tienen relación con la fe, son buenos,
positivos y significativos. Por ello, deben respetarse, mantenerse, repetirse
y aplaudirse.
En cambio, otros usos y mezcla de elementos que incluyen a la cruz, son
desviaciones y recursos mágicos que saben a ignorancia, fantasía,
fetichismo (veneración de objetos y signos en sí mismos),
esoterismo (gusto por lo tortuoso y ambiguo) y a franca falta de respeto
a la fe cristiana y a cada miembro de la comunidad que la venera.