El Vía Crucis o Vía dolorosa
es una de las más antiguas practicas que hay dentro de la religiosidad
popular, en ella recordamos los dolores y sufrimientos de Nuestro Señor
Jesucristo. La Iglesia recomienda su ejercicio durante los viernes del tiempo
de cuaresma, y sobre todo el Viernes Santo, día en que conmemoramos
cuando Nuestro Señor recorre, abrazado de la cruz, el camino por
el cual daría vida abundante y eterna a todos nosotros. El que solo
o acompañado hiciere el Vía Crucis puede ganar: indulgencia
plenaria cuantas veces lo hiciere; otra
indulgencia plenaria si comulga el
mismo día o dentro del mes en el que hubiera rezado el Vía
Crucis. Los que por enfermedad u otra causa se ven impedidos de hacer el
Vía Crucis en la forma ordinaria pueden ganar las indulgencias rezando
veinte Padrenuestros, Avemarías y Glorias (uno por cada estación,
cinco a las llagas de Cristo y uno por el Papa) y teniendo en la mano un
Crucifijo bendecido para este intento. Los enfermos, que no pueden de manera
ordinaria ni extraordinaria hacer el Vía Crucis, pueden ganar sus
indulgencias si con un espíritu contrito besan o miran un crucifijo
bendecido a este intento y rezan (si pueden) alguna oración jaculatoria
a la Pasión de Cristo.
Al principio, solo a los peregrinos de Tierra Santa les era dado hacer ese
celebre recorrido, besar las huellas impresas en la tierra por donde Nuestro
Señor pasó y sentir esas intimas emociones con el corazón;
Hoy, gracias a la invención de los Vía Crucis, todos podemos
realizarlo con gran provecho y consuelo nuestro.
El Vía Crucis consiste en recorrer catorce estaciones (aunque en ultimas fechas algunos han implementado una decimoquinta estación ya que el verdadero mensaje cristiano no se centra en la muerte sino en la resurrección de Cristo) que representan, comúnmente, con imágenes el camino a la cruz, que va desde la salida del pretorio hasta la crucifixión. Durante el Vía Crucis podemos meditar a cerca de lo que representan las imágenes, o bien a cerca de la Pasión del Señor.
Las estaciones del Vía Crucis son las siguientes:
Ellos gritaban: ¡Fuera, fuera! ¡Crucifícale! Les dijo Pilato; ¿A su rey voy a crucificar? Replicaron los sumos sacerdotes: No tenemos mas rey que el Cesar. Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran. (Jn 19,15-16)
Y Él, cargando con su cruz, salió para un lugar al que llamaban Calvario, que en hebreo se llama Gólgota. (Jn 19,17)
Tradición de la Iglesia.
Había también unas mujeres
mirando desde lejos (Mc 15,40)
Jesús viendo a su madre y junto a ella al discípulo que amaba,
dijo a su madre; Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo;
Ahí tienes a tu madre. (Jn 19, 26-27)
Cuando le levaban echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús (Lc 23,26)
Tradición de la Iglesia.
Tradición de la Iglesia.
Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él. Jesús volviéndose a ellas, dijo; Hijas de Jerusalén, no lloren por mi, lloren mas bien por ustedes y por sus hijos. (Lc 23, 27-28)
Tradición de la Iglesia.
Se repartieron sus vestidos, echando a suertes. (Mt 27, 35)
Y allí le crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio. (Jn 19, 18)
Pero Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró. (Mc 15, 37)
Pilato concedió el cuerpo de Jesús a José de Arimatea, quien, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz. (Mc 15, 45-46)
Y después de descolgarle, lo envolvió en una sábana y le puso en un sepulcro excavado en la roca en el que nadie había sido puesto todavía. (Lc 23, 53)
¿Porqué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. (Lc 24, 5-6)