1. BIENVENIDA
Celebrante: En el nombre del Padre... (y saludo)
Guía:
La cuaresma cristiana se compone de cuarenta días de oración,
conversión, escucha de la Palabra de Dios y práctica de las
obras de caridad en forma más intensa que de ordinario. No es un
tiempo independiente, sino de preparación a la pascua, a la que está
íntimamente unida y de la que recibe su sentido.
Durante la cuaresma, la comunidad cristiana, sea familia, Parroquia, Diócesis
o Iglesia Católica, debe recordar, celebrar y experimentar el camino
pascual de Cristo, es decir: imitar su fidelidad a Dios y plasmar esa decisión
en las actitudes ya mencionadas de:
v Oración: camino de diálogo y apertura a Dios, como Jesús
en el desierto;
v Conversión: cambio radical que no nos lleva a ser buenos, sino
seres nuevos;
v Escucha de la Palabra: meditación en los textos bíblicos
que la Iglesia propone;
v Obras de caridad: que abarcan la vida entera del cristiano y se manifiestan
como servicio y ayuda concreta a nuestros semejantes, hijos de Dios.
Que estas actitudes que se nos proponen y recalcan a partir de hoy nos acompañen
a lo largo de nuestra cuaresma para dirigirnos a la Pascua.
2. LITURGIA DE LA PALABRA
Primera lectura (Deuteronomio 26,4-10)
"Recordar es vivir", afirma un dicho. El Deuteronomio sigue esa
línea: tiene futuro quien asume su pasado. Una fiesta no es sólo
ocasión para agradecer sino test para recordar y celebrar que Dios
ha sembrado la historia de misericordia, cuidado, ternura y perdón.
Segunda lectura (Romanos 10,8-13)
Tener fe no es ser bueno "a como dé lugar" o recibir diploma
de "persona buena", sino empeñar la vida entera en una
sola confesión de fe: "Cristo es el Señor a quien Dios
ha resucitado". No basta suponerlo con la mente; hay que creerlo en
el corazón; confesarlo con boca y manos; solos y acompañados;
ahora y siempre.
Evangelio (Lucas 4,1-13)
Lucas presenta a Jesús en el desierto como un nuevo Adán:
es tentado por Satanás en los apetitos humanos del comer, tener y
mandar. Con todo, Jesús supera al Mal por su decisión por
Dios, el Espíritu que lo conduce y la Escritura que medita, explica
y aplica.
3. ORACIÓN DE LOS FIELES
Celebrante:
Hermanas y hermanos: Cristo ha vencido al mal y al Maligno recurriendo a
la Palabra de Dios. La cuaresma nos pide lo mismo. Por ello, pidamos al
Señor su auxilio estando dispuestos a escuchar su voz y a vivir atentos
a su Palabra.
Guía: Digamos convencidos / ¡Vuélvenos
a ti, Señor, y nos convertiremos!
- Por la Iglesia de Cristo que vive lass dificultades del mundo: sepa vivir
la verdad del Evangelio sin recurrir a las trampas del poder para evitar
los problemas de la vida o ser condescendiente con falsos valores. Digamos
convencidos...
- Por los ministros de nuestras comuniddades: sean capaces de iluminar a
los fieles con su oración, conversión y obras de caridad,
favoreciendo la renovación de las estructuras que presiden. Digamos
convencidos...
- Por los hombres dedicados a la Pol&iaacute;tica en este país: el
Señor los haga sensibles a las necesidades del pueblo y les permita
darles solución adecuada y oportuna. Digamos convencidos...
- Por todos los desesperados y desesperranzados de nuestras comunidades:
dejen de hacer "cadenas" o confiar en las estrellas para que les
vaya bien, mediten la Palabra de Dios y escuchen al Padre, como Jesús.
Digamos convencidos...
- Por quienes reducen la cuaresma al Miiércoles de ceniza y Viernes
Santo: Dios les abra el corazón para pasar del rito al mensaje evangélico
que invita al cambio de mente, de actitudes y decisiones. Digamos convencidos...
- Por cuantos no se perciben su necesiddad de cambio: el Señor les
haga sentir su necesidad de misericordia y su obligación de vivirla
en comunión con los demás. Digamos convencidos...
- Por cuantos estamos aquí en orración, celebrando la fiesta
de la unidad: que el Señor nos ayude a sustituir nuestra indecisión
con propósitos de bondad y con gestos de conversión. Digamos
convencidos...
- Otras intenciones. Digamos convencidoos...
Celebrante:
Señor Dios, que nos invitas a ir a ti con oración, conversión
y buenas obras: escucha las peticiones de tus hijos y haznos vivir con sencillez
meditando tu Palabra, esperando su cumplimiento y preparándonos a
la Pascua de tu Hijo. - AMÉN.
4. EXHORTACIÓN FINAL
Guía:
Al concluir nuestra celebración, la Liturgia nos aclara que el Señor
nos quiere íntegros en la fe, confiados en su Palabra y seguidores
de su Hijo.
Esto implica que también nosotros, como Cristo, experimentemos situaciones
de riesgo y desierto en la tierra, y que aprendamos a superar las dificultades
que encontramos a nuestro paso como son: la inconformidad por nuestros propios
límites y equívocos; el pesimismo ante las crisis de valores
que nos aquejan; la frustración ante la vida; y la incertidumbre
y desgana por no saber qué hacer "... cuando la noche se acerca
y la ilusión ya no brilla".
La conversión y el cambio de actitud nos permitirán abandonar
las soluciones fáciles y buscar perspectivas cristianas y positivas
para resucitar con Jesús.
Esto es la conducta que se nos sugiere para la Cuaresma y lo que espera
la Iglesia que hagamos... al celebrarla.
Celebrante: En el nombre del Padre... (y despedida)
5. SUGERENCIAS PARA MEDITAR
Las primicias de la fe no consisten en el agradecimiento
a Dios, por lógico que parezca, sino en reconocerlo como único
Señor nuestro. Esta es la propuesta general de este primer domingo
de cuaresma. No obstante, reconocer a Dios supone tomar decisiones fundamentales
por parte del creyente. Éstas van:
· del cambio de corazón a la confesión de los labios;
· de la celebración festiva a la superación de la tentación
que lo amarra y le impide elevarse al nivel que Dios le ha reservado;
· y del tener fe al manifestarla con intenciones, decisiones, actitudes
y obras.
El Deuteronomio propone un aspecto de la confesión de fe de Israel:
"El Señor nos ha salvado antes y ahora" y los frutos de
la tierra son la primera señal de las numerosas bendiciones que acompañan
esa salvación. En consecuencia, el punto de partida de la fe es confesar
que Dios está al lado del hombre, lo libera de los Egiptos y le ofrece
una tierra en la cual puede realizar la misión para la que fue liberado.
Al confesarlo, el creyente rechaza la tentación de ver sus bienes
como fruto de su esfuerzo personal y acepta que forman parte del cuidado
que Dios le tiene; evita hacerlos ídolos que lo atrapen y los asume
como bendición de su Señor (primera lectura).
Pablo recuerda a los cristianos de Roma que la muerte y resurrección
de Cristo son el centro de la fe cristiana, lo constituyen Señor
de la gloria y, al confesarlo como tal, ellos pueden recibir la salvación.
En una cultura como la romana en que se pedía venerar a hombres triunfadores
y a emperadores como "dioses" y "salvadores", Pablo
precisa que Dios se ha revelado plenamente en la persona de Jesús.
Por él sí debe ofrecerse la vida (cuando el caso lo requiera)
y sólo a él debe reconocérsele como único Señor
tanto en el corazón (vida privada) como en público (segunda
lectura).
Lucas habla de la encarnación de Cristo y de su costo: él
ha tenido tentaciones como todo mortal y las ha rechazado leyendo la Escritura
y adaptándola a su situación: evitó comer un pan fácil
sin trabajarlo y merecerlo; sacudió la tentación del tener,
negándose a dar culto al poder que deforma y empaña; y no
quiso abusar de la asistencia divina recurriendo a la apariencia, a la prepotencia
o al actos de prestidigitación.
El relato de Lucas termina con un Jesús victorioso de la tentación
que invita y enseña al cristiano a superar la propia, viviendo la
Escritura y preparándose a seguir enfrentando al Satán en
otros momentos decisivos y críticos de su existencia (Lucas 22,3.53).
Al comenzar la cuaresma, la Liturgia de la Palabra muestra al cristiano
cuáles son las condiciones y actitudes para celebrarla:
q oración, como Jesús en el desierto;
q confesión del Dios Salvador que se apiada y rescata al hombre de
su pecado;
q ayuno que no es simple dieta para perfeccionar la apariencia, ni ascesis
para mostrarse como devoto, sino apertura a Dios (¡Sólo Dios
basta...!);
q escucha y meditación de la Escritura que permite ver nuevas todas
las cosas.
La liturgia previene al cristiano: las realidades terrenas, a pesar de ser
buenas, pueden prestarse a equívocos. Comer es necesario, pero el
apetito debe satisfacerse sin tener que sacrificar la fe en el Dios que
da la vida y provee al hombre de cuanto le hace falta. El tener es necesario
pero no por encima del ser. Y, de igual manera, el confiar en Dios no puede
reducirse a un salto en el vacío o al suicidio retando al Dios de
Vida a impedir esa muerte suicida con su mano poderosa.
En definitiva, este primer domingo de cuaresma pide al cristiano superar
la tentación, o sea: eliminar cuanto lo saca del camino, le crea
desánimo y desinterés ante la vida o lo embauca con su apariencia
de belleza, grandeza y bondad.
Esto es precisamente lo que enseñó Jesús en la última
petición del Padrenuestro: "No nos dejes caer en la tentación";
o sea: ayúdanos a no ser miopes, a no confiar del todo en nosotros
mismos y a no descuidar tu ejemplo, tu modo de vivir y tu respuesta a Dios.