DOMINGO DE PASCUA
(Solemnidad)

 

1. BIENVENIDA

Celebrante: En el nombre del Padre...

Guía:
¡Jesús ha resucitado! Es el saludo del ángel a las mujeres que van a buscarlo a su tumba vacía y que la tradición cristiana ortodoxa ha vuelto saludo pascual, equivalente de nuestro "Felices pascuas". Las lecturas de la liturgia nos aclararán esto desde sus diversas perspectivas.


En la primera lectura, y a nombre de toda la Iglesia, el apóstol Pedro afirma ante todos que el mensaje cristiano no consiste en anunciar verdades teóricas, sino en difundir la buena noticia de la resurrección de Jesús y sus consecuencias. Este es el proyecto de Dios que la Escritura ha trazado, cuyo anuncio los cristianos deben testimoniar.


En la segunda lectura, el apóstol Pablo nos exige a los cristianos, como un día lo pidió a los de Colosas, mostrar la resurrección de Jesús en la propia vida; pero no a través de cosas pasajeras y caducas, sino en lo permanente, lo nuevo…y "lo de arriba".


Por su parte, el Evangelio de Juan señala bien que buscar a Jesús Resucitado no es ir a su tumba y admirar que está vacía o llorarlo como desaparecido entre los muertos. Buscar a Jesús es hacerle caso a la Escritura, cuya señal (el sepulcro vacío) es el signo inequívoco de que la muerte no tiene dominio sobre Jesús, El Viviente.


En fin, la resurrección del Señor Jesús ha cambiado la historia humana: lo viejo ya ha terminado y sólo queda la alegría, la verdad plena y la nueva creación: "He aquí que hago nuevas todas las cosas".
Que nuestra celebración sea signo de ello y nos ayude no a ser simplemente mejores… sino nuevos, definitivamente otros y radicalmente vivientes... al estilo de Jesús.

 

2. LITURGIA DE LA PALABRA

Primera lectura (Hechos 10,34.37-43)
El cristiano convencido se pasa la vida anunciando de una u otra forma que Cristo está vivo. Al aceptar lo anterior se incluye en el número de quienes han sido redimidos con su muerte, se siente perdonado, comparte el mensaje y espera participar de esa vida nueva... viviéndola y participándola a otros.

Segunda lectura (Colosenses 3,1-4)
"Cristiano" es el hombre que ha dejado de vivir en forma caduca, pasajera y limitada; quien busca lo superior, no como fuga de la tierra por considerarla mala o peligrosa, sino porque ya no le basta lo noble, lo bueno o lo mejor. A él sólo interesa "lo nuevo".

o bien: (1 Corintios 5,6-8)
Con una comparación sacada de la experiencia, Pablo apóstol dice a los cristianos que, por su bautismo, no pueden portarse en forma indebida o de cualquier manera. Por el contrario, deben quitar toda malicia, corrupción y perversión de sus vidas y asumir la nueva que Cristo ha comenzado con su resurrección.

Evangelio (Juan 20,1-9)
El evangelista afirma que hay diferentes formas de estar cerca de Cristo resucitado: Magdalena buscaba el cadáver de un difunto; Pedro constató el evento, pero tan sólo luego de ver las pruebas. En cambio, fue el "discípulo amado" quien se volvió creyente al ver los signos y relacionarlos con las Escrituras. El signo señala; la Biblia... ¡habla!

o bien: (Mateo 28,1-10)
Un encuentro con Jesús resucitado cambió la vida de algunas mujeres y las elevó a la categoría de mensajeras de otros discípulos. Así sigue siendo hoy: No es preciso que el mensajero sea un varón o sea un ministro. Lo realmente importante es buscar a Jesús y escucharlo cuando nos habla a través de signos y de sus intermediarios.

o bien: (Marcos 16,1-7)
Marcos presenta la resurrección de Jesús como el evento que ha cambiado toda la historia. Desde entonces nuestro domingo cristiano señala otra era: el fin del miedo y del pecado; la llegada de la salvación; el principio de una nueva manera de ser, pensar y actuar; y de una nueva relación con todo y con todos.

Para la misa vespertina (Lucas 24,13-35)
La decepción asalta a muchos cristianos cuando no ven a Jesús de bulto: les parece que no está, que ya no vale la pena seguirlo o que él se olvidó de ellos. El evangelista señala que al Viviente se le encuentra si se le busca: cuando se leen correctamente las Escrituras que hablan de él y cuando se le celebra en comunidad y en eucaristía.

 

3. ORACIÓN DE LOS FIELES

Celebrante:
Hermanas y hermanos: Cristo ha resucitado y de esto debemos dar testimonio ante los hombres de hoy. Pidamos al Padre que resucitó a su Hijo que nos ayude a hacerlo.

Guía: Pidamos con alegría / Por tu cruz y resurrección, sálvanos, Señor.

- Por la Iglesia de Cristo, pueblo santo de Dios que se formó a la luz de su pasión y resurrección: para que difunda por todo el mundo el evangelio de la vida nueva, del amor y de la paz. Pidamos con alegría…

- Por los pastores de la Iglesia, encargados de mostrar con su palabra y ejemplo que la resurrección de Cristo comienza desde ahora en gestos, actitudes y actos de bondad, de paz y de unidad. Pidamos con alegría...

- Por todos los hombres de buena voluntad que buscan la verdad: para que tengan siempre cerca a cristianos que los animen con el anuncio feliz de la resurrección. Pidamos con alegría…

- Por cuantos buscan el progreso: para que no lo reduzcan a simple éxito o avance técnico, sino lo vuelvan beneficio y vida para la comunidad humana. Pidamos con alegría…

- Por las personas que han muerto o van a morir hoy: para que encuentren que su vida no acaba sino se transforma como la de Cristo, El Viviente y El Resucitado. Pidamos con alegría…

- Por cuantos van de vacaciones con ocasión de la Pascua: para que no olviden su compromiso y testimonio cristianos en donde se recrean y vuelvan con bien a sus trabajos y compromisos sociales. Pidamos con alegría...

- Por cuantos estamos celebrando la resurrección de Cristo: para que sepamos vivir esta experiencia en nuestra relación diaria con quienes no rodean. Pidamos con alegría…

- (Otras intenciones. Pidamos con alegría…)

Celebrante:
Padre y Señor de la gloria: que has rescatado a Cristo Jesús del sepulcro mediante la resurrección, escucha las súplicas que te hemos presentado y permítenos vivir, cuando lo creas conveniente, la misma experiencia de tu hijo Jesús. Quien vive y reina por los siglos de los siglos. - AMÉN

 

4. EXHORTACIÓN FINAL

Guía:
El día de la Pascua va llegando a su fin, pero no así la Pascua, que no es una fecha ni un lapso de tiempo determinado sino una atmósfera de gracia, una ocasión privilegiada para ser alcanzados por Dios y un ambiente de vida que nos invita a verlo todo nuevo, como al principio de la creación... como aquel día de la primera Pascua en Jerusalén.


Por otra parte, el mensaje de la Pascua no es sólo para los cristianos, sino para todos los hombres de buena voluntad, del mismo modo que lo fue el nacimiento de este Cristo y Profeta de Dios, a partir del cual se cuentan días, años, siglos, milenios y con quien se inicia la "era cristiana" y no la "nueva era", con que algunos pretenden competirle.


Esta consideración y los mensajes que hemos escuchado en las lecturas bíblicas de la Liturgia de la Palabra, homilías y el conjunto de los signos de la Pascua son suficiente materia para nuestra reflexión en los días que vienen.


Que cuanto comenzamos en la cuaresma con nuestros deseos de cambio y propósitos de enderezar nuestros actos y conductas no quede limitado al período pascual, sino se prolongue y se vuelva costumbre y hábito. Sólo de este modo, nuestras inquietudes no quedarán en buenos deseos o en llamarada de petate, sino en actitudes sinceras de ser personas nuevas ante nosotros mismos, ante quienes nos rodean y frente a Dios que ha resucitado a Jesús, como lo hará con nosotros mismos.

Celebrante: En el nombre del Padre...

5. SUGERENCIAS PARA MEDITAR

La Pascua es la fiesta por excelencia de lo cristiano y de los cristianos. Con ella no sólo se celebra la victoria de Cristo sobre la muerte, sino también la experiencia fundamental de lo que es la vida en comunidad, a la que estamos invitados todos.


A diferencia de otras fiestas o de otros tipos de fiesta, la Fiesta de la Pascua remonta a su función primera: la construcción de lo nuevo en sus diferentes niveles: la conversión, la vida, la comunidad, y la relación de los hombres con su tierra, entre sí y con Dios.


Por otra parte y además de la Pascua anual, la Iglesia propone otra pascua dominical y semanal como señala y propone la Constitución Litúrgica Sacrosanctum Concilium del Concilio Vaticano II: "Cada semana, en el día que llamó 'del Señor', conmemora su resurrección, que una vez al año celebra también, junto con su santa pasión, en la máxima solemnidad de la Pascua" (Núm. 102).


Domingo tras domingo, la Iglesia recuerda al cristiano que la Pascua lo rodea por todas partes y que, como los Padres de la Iglesia lo explicaron muy bien, el domingo es:


- el día por excelencia, el d&iiacute;a primero y octavo, o sea: el día siguiente al sábado judío que, según la mentalidad semita equivalía a la perfección (7 + 1); el día de los días, superlativo del tiempo y de la eternidad beatífica con Dios;
- el día primero de la creaci&ooacute;n;
- el primero de la liberación dde Egipto;
- el primero de la posesión de la tierra prometida;
- el primero de la llegada de Cristo;<
- el primero en que el Señor reesucitó;
- el día primero de nuestro inggreso a la gloria; y
- el primer día de la consumaciión junto al Señor de la Vida.


Cada ocho días, la comunidad cristiana debe reunirse en él no para cumplir un precepto sino para contar la aventura de esta vida y cantar su esperanza en alcanzarla. Por ello, la Pascua que inicia y se prolonga por cincuenta días es el preludio de lo que espera a los cristianos: ¡Vida eterna junto al Señor!


El conjunto de las lecturas del Día de la Pascua proclama este misterio con énfasis. El Libro de los Hechos describe la misión de los testigos del resucitado y el anuncio del perdón para quien reciba el mensaje (primera lectura). Romanos y Colosenses se fijan más bien en las consecuencias del evento: el cristiano debe ser una persona nueva, aspirar a lo superior y esperar la manifestación de la gloria de Cristo (segunda lectura). Los diversos evangelios hablan de los encuentros de Jesús con sus discípulos y de las misiones que se les dan. En particular, el cuarto evangelio recuerda que los cristianos no deben asustarse por no ver el cuerpo de Jesús (como Magdalena) ni afligirse por la tumba vacía y quedarse sin saber qué hacer (como Pedro), sino ver que la Escritura se ha cumplido (como el discípulo amado).


¡Cristo ha resucitado! Es el mensaje definitivo de la Pascua de Jesús. Esto significa que el hombre ya no tiene nada qué temer desde ahora y que ya no hay nada más o mejor que pueda saciar las inquietudes de su corazón. Esto es lo que rescatamos del texto del evangelio sobre la resurrección de Jesús y lo que como testimonio mudo nos deja el lugar santo conocido como La Anástasis.


Muchos de los occidentales que hemos estado en Jerusalén, luego de visitar la Basílica del Santo Sepulcro, con bastante ingenuidad afirmamos: "Estuve en el Santo Sepulcro". Los orientales, en cambio, más positivos y susceptibles al misterio, afirman: "He estado en la anástasis", es decir: ¡en el lugar de la resurrección! En otras palabras, el cristiano se apoya en la resurrección de Jesús y no en lo que fue su sepulcro; en la vida y no en el monumento al que se le quiso confinar con la muerte en cruz.


Aunque sagrado para los cristianos, el lugar y el monumento han tenido: veneración por los judeocristianos durante 100 años; desaparición bajo un templo pagano a Afrodita en 135; construcción de una basílica por Constantino en 326-335; incendio por los persas en 614; reconstrucción por el Abad Modesto entre 634 y 638; saqueo e incendio por los musulmanes y judíos en 938, 965 y 966; destrucción por el califa Hakim en 1009; otra reconstrucción por el Emperador Constantino Monómaco entre 1042 y 1048; arreglos de los cruzados entre 1130 y 1149; incendio en 1808; construcción del actual mausoleo por el arquitecto griego Comninos en los años siguientes; y... mantenimiento hasta hoy.


¡Lo importante no es la piedra… sino el evento! Quien lo entiende y celebra se acerca al Señor Resucitado, al Viviente, al Señor de la gloria (Mt 28,2; Mc 16,4; Jn 20,1-9).


Si todo humano quiere vivir... también nosotros, cristianos, queremos sobrevivir a pesar de haber pasado la vida sin hacerlo, haciéndolo a medias... o dejándola en el intento.


© Derechos Reservados. Esta versión electrónica del Libro "Fiestas y Solemnidades" del Lic. A. Tomás Parra Sánchez ha sido realizada por el IAFOBI con permiso del Editor. Ediciones DABAR, México 2001. Prohibida su reproducción.


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