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Mensaje de Marzo 20 del 2005
Para Andar con Dios
«Te confirmará Jehová por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehová tu Dios, y anduvieres en sus caminos» (Deuteronomio 28:9).
Introducción
Muchos caminos hemos de andar en nuestras vidas. Literalmente podrían ser caminos rocosos, arenosos, llanos, valles, montañosos, etc. Espiritualmente, podríamos decir que hay dos caminos. El andar con Dios, o andar apartado de Dios. ¿Cuál es el mejor? Sin duda, Ud. ya tiene la respuesta. Meditemos, muy detenidamente, lo que significa el caminar con Dios, cómo afecta nuestras vidas, y Quién lo hace posible.
¿Qué significa el caminar con Dios?
Aprendemos en Las Sagradas Escrituras que hubieron grandes hombres que anduvieron con Dios. Por ejemplo, la Biblia nos dice en Génesis 5:21-24: «Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios”, y en Génesis 6:9 «con Dios caminó Noé». ¿Qué hacía a estos hombres especiales y cuáles eran sus motivaciones?
En el inicio de la raza humana, nos encontramos que el hombre se había apartado de Dios desobedeciendo a Sus mandatos. Y no es hasta el séptimo descendiente de Adán que vemos un acercamiento a Dios. La Biblia nos dice que Enoc, a los 65 años, tuvo una experiencia con Dios por medio del nacimiento de su hijo Matusalén. Cada uno de nosotros venimos a los caminos del Señor por medio de una experiencia muy particular. Somos iluminados, se nos cae las vendas de los ojos, y es el preciso momento de aceptar a caminar con Dios. Quiero aclarar que no es una experiencia física ni emocional, sino una experiencia de fe. Yo tuve mi experiencia, así como estoy seguro que cada uno de Uds. tuvieron sus experiencias también.
Mi experiencia decisiva ocurre en el desierto de Arabia Saudita, cuando tuve un encuentro con La Palabra de Dios. Ahí, en mi desesperante búsqueda de un aliciente para mi tribulado corazón, me encuentro con La Biblia en el fondo de mis pertenencias. Mi corazón se llenó de júbilo, porque me acercaba a mi hogar. Esta representaba el testimonio de mi amada esposa, de su amor, dedicación y el deseo a que conociera al Cristo que ella profesaba. Sabía que oraba por mí y por mi pronto regreso de la guerra del Golfo Pérsico. Mi corazón se inclinaba tan fuertemente a Jehová, que después de mi regreso a los EEUU entregué mi corazón a Cristo.
Enoc tuvo que pasar algo muy singular. La Biblia no nos dice cuál era su estilo de vida antes del nacimiento de su hijo. Pero, sí nos dice que «caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén». Aunque vivía en un ambiente que los patriarcas se habían apartado de Dios, y nos imaginamos que bajo fuertes presiones, su corazón se inclinó a Jehová. Notemos que a la edad que fue transportado con el Señor, era la mitad de lo que un hombre vivía en esos tiempos.
¿Cómo Enoc fué transportado con el Señor? La Biblia no entra en detalle hacerca de esto pero podemos conjeturar, como lo hace el difunto Dr. McGee, hacerca de esto. Nos dice que, quizás, un día que salieron a caminar Dios y Enoc, caminaron tanto que al darse cuenta Enoc que tenía que regresar, Dios le propone seguir caminando hacia la casa de Dios, que estaba mas cerca que la suya, y asi Enoc fue transladado a los cielos. No sabemos a ciencia cierta cómo fue. Pero el caminar de Enoc tuvo que ser de buen testimonio y agradable al Señor para que El se lo llevara.
¿Cómo afecta nuestras vidas el caminar con Dios?
Nuestras vidas cambian por completo cuando comenzamos a caminar con Dios. Venimos a ser unas nuevas criaturas en el Señor. No un mejoramiento, sino un cambio total (2 Corintios 5:17). Comenzamos a conocer lo que el Señor requiere de nosotros y lo que cambia en nuestras vidas, lo que es muy importante para nuestro caminar diario con Dios. Leemos cómo fue cambiada la vida de Pedro, que pasa a ser de un sencillo pescador, a un elocuente predicador; el endemoniado gadareno se convierte en un expositor de las maravillas de Cristo; Juan, que es conocido como hijo del trueno, se convierte en el discípulo del amor; Saulo de Tarso, el perseguidor de la Iglesia de Cristo, se convierte en el predicador de los gentiles y tierno de corazón. Todos los que hemos tenido un encuentro con Dios y comenzamos a caminar con El, nos da un cambio muy especial. Nos convierte, ahora, en agentes cambiante de la fe.
¿Ha Ud. experimentado este cambio en su vida? Dele gracias a Dios. Pero si Ud. no ha tenido esta experiencia todavía, este es un buen tiempo. Va a tener la oportunidad de que desde ya, comience a haber un cambio especial para Ud. Ezequiel profetisa que en el tiempo de la gracia, el Señor nos ha de dar corazones y espíritus renovados. Ezequiel 11:19 nos dice: «Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les dare un corazón de carne». Imaginemos el Señor llevándonos al quirófano y haciéndonos un transplante de corazón. Nos regala uno con cero kilómetros - sin uso. Viene a cambiar nuestra fachada y nos da nuevo sentir, nuevo pensar, nueva sensibilidad; una nueva perspectiva de ver la vida, a través de un corazón renovado y limpio. Esto nos lleva a unirnos al Salmista que clama y dice «crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí» (Salmo 51:10) .
¿Quién hace posible, el que caminemos con Dios?
¡Cristo, nuestro Salvador! Por medio de El es que somos justificados y ahora entramos en amistad, una vez más, con Dios. Habíamos sido apartados del camino de Dios desde cuando entró el pecado al mundo, pero ahora, tenemos la oportunidad de caminar con El, aceptando a Cristo como nuestro Salvador. Entonses «justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios» (Romanos 5:1-2). Recibimos esto como una dádiva de Cristo con miras a la vida eterna, a la cual fuimos llamados.
Somos justificados por la fe que es en Cristo Jesús, lo cual significa que El Señor ha extendido una carta de justificación a Dios Padre diciendo: Yo pagaré las culpas de todos los pecados cometidos por aquel que confiese mi nombre. Todas estas culpas las recoge el Señor y las clava en la cruz del calvario, dando testimonio de la condenación del pecado. Con esto, estamos exento de toda culpa y podemos comenzar una nueva vida en Cristo que nos ha comprado con Su sangre preciosa. Amados, Cristo nos ha reconciliado con Dios. Y ahora, tenemos acceso por medio de esta gracia que nos es extendida por medio de Cristo. El Señor nos ha abierto el velo que nos mantenía apartado del Lugar Santísimo. Ahora podemos entrar delante de la presencia de Dios, con toda libertad, y hablarle acerca de nuestras alegrías y tristesas, de nuestras preocupaciones, de nuestros familiares, nuestros hijos, nuestros Padres e interceder por nuestros hermanos.
Nos sentimos afortunados, porque encima de todos estos beneficios de parte de Dios, tenemos la esperanza renovadora que es en la segunda venida de Cristo Jesús. Pablo escribiendo a su hijo en la fe, Tito, le dice «aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo»(Tito 2:13) . Esperando en el regreso del Señor es la esperanza gloriosa del cristiano. Esto significa que el hijo de Dios tiene futuro, algo en lo que puede contar. Podemos decir que vivimos en un mundo sin esperanza. Aunque existen toda clase de comodidades y tecnologías, el mundo está perdido sin Cristo. No nos asombramos escuchar a alguien que diga que se siente vacío. ¿Cuál es la razón? No conocen el verdadero camino a la felicidad y a la esperanza renovadora, que solamente existe en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Conclusión
La lectura inicial nos da como seguridad que pasaremos a ser pueblo de Jehová si somos obedientes y si caminamos con El. La Biblia nos ha revelado lo que significa el caminar con Dios, cómo afecta nuestras vidas y Quién hace posible este caminar. Oremos para los que ya hemos comenzado ese andar con Dios, sigamos agarrados de la mano de El. Los que no han comenzado todavía, hagamos una oración para que acepten, en este momento, a Cristo como su Señor y Salvador. Amado Dios, creo que enviaste a Tu Hijo Jesucristo para que muriera por mí en la cruz del calvario. Me declaro pecador y necesito de Tu salvación. Me entrego a Ti en estos momentos para que deciendas Tu Santo Espíritu en mí, y me de la fortaleza de apartarme del pecado. Gracias por Tu salvación en este día. Amén.
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