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«He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.» Apocalipsis 3:19

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Mensaje de Marzo 27 del 2005
La Resurrección de Cristo

Lectura Bíblica: Mateo 28:1-8

Introducción

Conmemoramos una vez más la Resurrección de Cristo. Este hecho culminante del pasado también afecta nuestras vidas en el presente, como también en el futuro. Toda clase de celebración nos trae momentos memorables. Así como celebramos cumpleaños y aniversarios, tenemos que mirar el evento de la Pascua de Resurrección como algo que ha tenido su lugar en la historia, por eso celebramos el pasado.

I. Celebramos el pasado

Jesucristo explica a Sus discípulos lo que tenía que suceder en escaso tiempo, después de la predicción de Su muerte y resurrección. «Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.» (Mateo 16:21).

Esto era para que se cumpliera lo que Isaías había profetisado 700 años antes de la venida de Cristo, adonde nos declara el padecimiento y la muerte del Mesías. «Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.» (Isaías 53:3-6) . Así apreciamos lo que toma lugar en el pasado, consumándolo Cristo en Su muerte y resurrección en el tiempo señalado por Dios.

II. Celebramos el presente

Este hecho del pasado tiene su repercución en el presente. Por fe, aceptando a Cristo como nuestro Salvador, somos perdonados de nuestros pecados y asegurados eternamente. La continuidad de este suceso marca las pautas del cumplimiento sacrificial de los antiguos, como también de las generaciones venideras. Cristo no tiene que «cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto hizo una vez y para siempre, ofreciéndose a sí mísmo.» (Hebreos 7:27)

El sacrificio de Cristo es válido en el presente, teniendo todos la misma oportunidad de salvación: «por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él» (Colosenses 1:19-22).

III. Celebramos el futuro

¿Qué nos depara la resurrección de Cristo en el futuro? La Palabra de Dios nos augura esperanzas y promesas, para los que vivimos y morimos en Cristo.

  • Vamos a vivir una eternidad «Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?» (Juan 11:21-26).
  • Los cielos van a ser nuestra morada eterna «Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos» (Apocalipsis 22:3-5).
  • Nos da propósitos para nuestras vidas Nos encomienda como mensajeros de Dios, el ministerio de la reconciliación. «Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros.» (2 Corintios 5:18-20b).

Conclusión

Oremos dando gracias a Dios por las maravillas que nos trae la Resurrección de Cristo. Este evento que se cumple en la historia, nos da nuevas perspectivas para nuestras vidas en el presente, y un futuro lleno de esperanzas y promesas que hemos de ver consumadas cuando entremos delante de Su Divina presencia para vivir con El toda una eternidad. Amén.

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