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Mensaje de Abril 17 del 2005
Culto Racional
Lectura Bíblica: 1 Reyes 12:25-33
Introducción
La Biblia nos da a conocer la maravillosa etapa del Reino Unido, hasta el tiempo de Salomón. Muerto él, pasa a reinar su hijo Roboam, pero no se puede comparar con la sabiduría y diplomacia de gobernar que tubo su padre. El pueblo del norte le pide a Roboam que alivie la carga que su padre había impuesto para la manutención del reinado, lo cual vemos que el Rey Roboam rehusó. Consecuentemente, el Reino se dividió, y las diez tribus del norte eligieron a Jeroboam como su Rey. Lo único que no pudieron dividir fue el centro de adoración que se mantuvo con las dos tribus del reino del sur. Para recompensar esta deficiencia, Jeroboam levanta dos lugares de adoración con la intención de prevenir que el pueblo sienta el deseo de adorar en el centro de adoración de los judíos, que hasta ese entonces era el Templo de Jerusalén. ¿Qué clase de adoración le agrada al Señor? Para entender mejor la clase de adoración que le agrada al Señor, tenemos que diferenciar entre el culto establecido por la Ley del Antiguo Testamento, el culto idolátrico de becerros, y el culto rendido en espíritu y en verdad.
Culto establecido por la ley del Antiguo Testamento
A partir de la liberación del pueblo israelita de la esclavitud de los egipcios, Jehová establece la relación de redención y comunión con Su pueblo. Moisés es enviado por Jehová para liberar al pueblo de Israel y guiarlos a la tierra prometida. Mientras en el desierto, Jehová encomienda las Tablas de la Ley y el levantamiento del Tabernáculo, como lugar de adoración y sacrificio a Dios. Podemos darnos cuenta de la importancia que el Señor pone en esta tienda movible, porque nos da hasta el último detalle en muchos capítulos del Libro del Éxodo. Esto nos indica como el Señor le sumaba vital importancia el morar en medio de Su pueblo para fortalecer la relación con ellos. Este Tabernáculo representaba la imagen y la sombra del que está en los cielos (Éxodo 26:30). Lo confirma el escritor de Hebreos según 8:5 donde dice: «los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se lo advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte.» Todo fue meticulosamente provisto por Dios.
El Libro de Levíticos, que trata de los ministerios de los sacerdotes de la tribu de Leví, da la orden y las reglas de adoración en el Tabernáculo. Nos introduce al ritual, al culto, a la ceremonia, al sacrificio, al sacerdocio de Aarón, convocaciones, días festivos, y también a las vestimentas, los utensilios, divisiones del santuario, velos, orden, medidas, etc. Todo lo que se exponía físicamente servía como ritual de adoración y representaban verdades espirituales que luego iban a ser cumplidas en la persona de Jesucristo (Hebreos 9:1-10).
Culto idolátrico a becerros
El pueblo de Israel había aprendido a adorar al verdadero Dios de acuerdo a todos los preceptos introducidos en el Sinaí. Hubo tiempos en que desviaron sus caminos y adoraron a ídolos paganos, de acuerdo al territorio a donde estaban. Aun mas, durante el tiempo que Moisés recibía las Tablas de la Ley de parte de Dios, el pueblo al ver que Moisés se demoraba en el monte (Éxodo 32:1-8) fundieron un becerro de oro y lo adoraron.
En nuestra lectura original aprendemos que Jeroboam, el nuevo electo Rey de las tribus del norte, hace algo similar con la idea de evitar que Israel vaya a adorar a Jerusalén. Este Rey fue el cabecilla en la revuelta que causó la división entre Israel y Judá. Lo que hizo primero fue el asegurar la lealtad de los que lo habían elegido Rey, estableciendo dos lugares de adoración. Procuraba retener al pueblo para que no se volviesen a la casa de David, y tarde o temprano tramasen en contra de su vida para regresarse a Roboam.
Así que le ofrece al pueblo de Israel lo siguiente:
- Lugares alternos para la adoración (versículo 28).
- Los libra de ir a Jerusalén a adorar (versículo 28).
- Reintegra la adoración a ídolos paganos (versículo 28).
- Instaló dos becerros de oro, uno en Bethel y el otro en Dan (versículo 29).
- Edifica casa sobre los lugares altos (versículo 31).
- Instituye sacerdotes que no eran Levitas (versículo 31).
- Instituye fiestas solemnes (versículo 32).
- Ofrece sacrificios sobre el altar (versículo 32).
- Quema incienso sobre el altar (versículo 33).
Así es como Jeroboam lleva al pecado de la apostasía al pueblo de Israel. Desvió al pueblo (versículo 30) de adorar al verdadero Dios y los hundió en la idolatría, incluyendo a sus descendientes, causando el ser llevado este pueblo al cautiverio en 722 a.C.
Culto rendido en espíritu y en verdad
Nos damos cuenta de la motivación mezquina que movió a Jeroboam a plantar 2 becerros de oro en el Reino del Norte, un camino extremadamente equivocado de lo que se había instituido desde el tiempo del Tabernáculo provisto a Moisés. El culto ofrecido a Dios fue por medio del sacrificio que se traía al Tabernáculo y consecuentemente, al Templo. Lo hacia el pueblo por expiación del pecado y por estar en paz con Dios hasta que Su Hijo Jesucristo venga. A la venida de Cristo, toda clase de adoración establecida queda abrogada por la institución del Nuevo Pacto. Ya no son rituales o culto de sacrificios, sino cultos rendidos en espíritu y en verdad. Lo material se cambia ahora por lo espiritual. Jesús hablando con la mujer samaritana le dice en Juan 4:23-24 «Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.»
Estamos viviendo en el tiempo de la Gracia, a donde lo ritual ha dado paso a lo espiritual. Cristo ha cumplido con la Ley de Dios. Se ha presentado en el Tabernáculo no hecho a mano, sino en el celestial, para abrirnos camino a una clase de adoración superior a lo introducido en el Antiguo Testamento. Ya no tenemos que ir a un lugar específico a adorar, porque a Dios lo encontramos a donde rectamente está nuestro corazón. Jehová conoce las intenciones de nuestros corazones, y si nos acercamos a El con sinceridad, y con corazones contritos y humillados delante de El, Dios nos escucha.
Conclusión
Levantemos oración a cielos en pleno reconocimiento que Dios nos escucha. No necesitamos de ritos o sacrificios para acercarnos a El, sólo corazones sinceros y verdaderos. Acerquémonos con confianza al lugar Santísimo, donde Cristo ha abierto el velo para todos aquellos que profesan su fe en el Señor. Amén.
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